martes, 19 de julio de 2016

EDITORIAL / ¿Qué somos?

Un claro perfil industrial-comercial tuvo la ciudad hasta mediados de la década de los años 90 del siglo pasado. Luego esa impronta industrial se desdibujó por razones de todos conocidas (falta de competitividad, políticas de apertura económica mal implementadas y otras dinámicas propias de un mundo cambiante).

Emergió, de manera meridiana, que Pereira le apostaría a su vocación comercial, por ello las diferentes propuestas de las diversas administraciones llevaron al ingreso de grandes superficies que, en apariencia, reforzaron esa concepción pero que a largo plazo –y la prueba constatable la tenemos a la vista– golpeó a los comerciantes locales de menor tamaño.

Claro, la ciudad es vista por los departamentos vecinos como un ágil y evidente núcleo comercial de la región, pero esa caracterización todavía nos cuesta, traduciéndose en la creciente apertura de baratillos donde se venden productos importados de muy bajo costo y de una calidad equiparable. Por supuesto, la libre empresa es una garantía constitucional, pero poco se beneficia el perfil comercial que se pretende dar a la ciudad con la saturación de los ya asfixiantes negocios de “Todo a mil” o similares.

En la actual administración se apuesta por “Pereira, capital del eje”, así como en el pasado fuimos “Por una Pereira mejor”, “Pereira, región de oportunidades” y otras frases más que supuestamente identifican los intereses de cada administración, plasmados en sus respectivos planes de desarrollo. Pero la realidad es otra, pues dichos planes terminan siendo documentos desdibujados de la realidad y casi que significan solo el cumplimiento de un requisito formal. Un saludo a la bandera.


Son múltiples los retos de los Alcaldes, muchos más en estos tiempos de cambios, pero la actual administración debe hacer una apuesta prioritaria por el tipo de ciudad que deseamos en contextos de lo que se ha dado en llamar postconflicto. Pereira debe elegir y perfeccionar un perfil, no solo por el prurito de diferenciarse de las ciudades vecinas, lo es por la necesidad de tener una apuesta de futuro. Pero no, Pereira sigue siendo la adolescente que no ha encontrado su perfil y salta de una carrera profesional a otra, con notorio gasto de recursos y pérdida de oportunidades para ser mejor. Pereira ya no es una quinceañera y debe tener una madura escogencia para su futuro como ciudad que nos abriga a todos.

                                         

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