Rubiela ha sabido afrontar
los problemas de la vida con tenacidad.
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A Rubiela Isaza parece no
detenerla nadie. Con su tenacidad ha logrado encontrar su vocación como madre
comunitaria en la Fundación Jesucristo y Gedeones en acción, hogar que acoge
niños en condiciones de violencia intrafamiliar y desplazamiento forzado y que,
de manera desinteresada, les brinda una familia sustituta.
Hace 20 años, cuando Rubiela era maestra en la Iglesia Centro
Evangelístico, jamás pensó que podría llegar a tener tantos hijos. En aquella
época conoció muchos jóvenes que llegaron a la congregación en busca de amor y
solución para sus múltiples problemas personales, especialmente de
drogadicción. “Allí fue como me inicié en mi vocación. Trabajé con ellos y los
ayudé a rehabilitarse para que pudieran regresar con sus familias y ser mejores
personas”, comenta.
El abrazo fraterno con que Rubiela recibía a los jóvenes fue el
primer indicio de lo que sería su mayor logro en la vida: ser madre
comunitaria. Este trabajo de entrega total, sacrificio y generosidad absoluta,
es lo que ha hecho desde entonces.
Compartiendo experiencias de vida con los jóvenes y demás
compañeros de la iglesia, formaron un grupo llamado los Gedeones, que reunió
hasta 30 personas con las que se convino realizar todo tipo de actividades y
recorridos por las calles de Pereira, con la única misión de ayudar a los más
necesitados. “Barrios como El Dorado fueron lugar de visitas constantes, sin
pensar siquiera que en la calle encontraría mi salón de clases”, indica.
Los
niños que habitan el hogar aprendieron a
sembrar hortalizas que venden en las
veredas cercanas.
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La experiencia de encontrar su sentido de vida se la debe a una
imagen que todavía recuerda como si hubiera sido ayer. Ya llevaban dos meses
realizando este trabajo social, cuando comenzó a inquietarse con la idea de
recorrer las calles en busca de niños y jóvenes en condición de violencia y
abandono. Los Gedeones decidieron salir los jueves, sábados y algunos domingos
a repartir agua de panela y otras donaciones voluntarias entre los habitantes
de la calle; se metían en residencias, hablaban con trabajadoras sexuales,
indagaban sobre la vida de los drogadictos. “Mientras caminaba, sentí la
transformación que había logrado con los jóvenes de mi comunidad, quienes
también habían desarrollado ese sentido de solidaridad con los demás”, dice.
Cuando llevaban cinco meses de trabajo sin parar, un día, en el
recorrido que daba en la 14 con novena, el grupo se sentó a esperar a las
personas que siempre salían a recibir los alimentos, pero nadie llegó. “Todos
estábamos muy preocupados porque no era normal que nadie saliera. De pronto, a
lo lejos, vimos una humarada que venía acompañada de varios pies pequeños”. Se
trataba de niños entre nueve y 14 años, todos fumando marihuana y metiendo
pega. Parecía una escena de la famosa película La vendedora de rosas, una imagen impactante para Rubiela, quien
comprendió de inmediato la realidad que tenía que enfrentar como su misión ante
tanta indiferencia de la ciudadanía.
Ese día conoció a Verónica, una niña de nueve años que sufría una
enfermedad venérea. Verla así fue tan revelador, que fue quizás la primera
razón por la que hoy es lo que es. “Verónica vino a mí con esa humarada, toda
aporreada y enferma. A mí me dolía mi corazón tan solo de verla. Ella me
preguntó que si podía quedarse conmigo y yo le dije que sí”, explica.
Rubiela acogió a Verónica en su casa. La cuidó y curó su
enfermedad, atendiendo el más mínimo detalle de su historia. Ganándose su
confianza, fue testigo de las confesiones de la niña, quien era abusada desde
los cinco años por orden de su mamá, una trabajadora sexual. “Trabajando en la
calle, vi la depravación que existe en la sociedad; fue una época difícil”,
declara.
A partir de ese momento, Rubiela acogió cuanto niño encontraba
abandonado, desprotegido o maltratado en la calle. Muchas veces debió enfrentarse
a sus madres porque no se los querían entregar, sin embargo, ella nunca se
rindió y les advertía que el caso sería notificado al Bienestar Familiar. En
1999 obtuvo la personería jurídica con la ayuda de personas generosas de la
ciudad que querían ser parte del proyecto. Comenzó a recibir importantes
donaciones de todo tipo, principalmente en especie.
Por sus cuidados y enseñanzas han pasado decenas de niños, su
regalo más grande. Algunos de ellos eran recién nacidos cuando llegaron a sus
brazos. Ella los crió como si fueran propios; no obstante, desde muy pequeños
les inculcó los valores suficientes para no sentir ninguna clase de
resentimiento por nadie. Muchos de estos niños ahora son adultos y trabajan fuertemente
para sostener el hogar. Otros fueron adoptados. Algunos viven con ella y le
ayudan en los quehaceres. “Al cumplir la mayoría de edad no quiere decir que se
tienen que ir, al contrario, les ayudamos a ubicarse laboralmente y así seguir
aportando a la casa”, dice.
Rubiela es madre de dos hijos, uno de 33 y otra de 30, ambos
profesionales. En sus ratos libres, le gusta escuchar música cristiana y
observar, desde el balcón, todo lo que ha conseguido. Es una mujer que
transmite tranquilidad y alegría, que disfruta su soledad para orar y
reflexionar. Es licenciada en Ciencias Religiosas y actualmente visiona un
proyecto social con las madres de los niños que no tienen dinero para
sostenerlos. Sobre el oficio de ser mamá, admite: “si no empezamos a
concienciar a las madres para que se llenen de amor por sus hijos, no podemos
hacer nada. Nada nos ganamos con quitar a los niños para darlos en adopción en
otro país y dejar la máquina de reproducción trabajando”.
Hoy Rubiela tiene 50 niños a su cuidado. En sus ojos se puede
apreciar ese brillo destellante que nos llena de esperanza por aquellos que
tienen un techo y una educación apropiada. A los lejos, se escuchan las
risotadas de las niñas adolescentes. Un pequeño, sollozando, se sujeta a su
vestido y lo aprieta. La llama mamá, como casi todos los bebés. Los chicos
grandes la llaman tía.
El hogar recibe ayudas económicas y psicosociales de la Fundación
Maná y la empresa Nissi Ecav. En diferentes
países se hacen recolectas de dinero a través de la iglesia en la que Rubiela
participa, para construir casas donde los niños puedan dormir. Actualmente se
encuentra en trámites legales para adquirir la licencia de funcionamiento con
el Bienestar Familiar.
DESTACADO
En 1999 obtuvo la personería jurídica con la ayuda de personas
generosas de la ciudad que querían ser parte del proyecto.
que inteligente fue esta mujer..era muy per muy humilde la conozco de años y bueno como dice la palabra de dios quien predique mi palabra vivira de ellla y asi lo hizo al calos de recoger los niños de la calle pues pudo sacar sus propios hijos adelante ya que los beneficios que recibe son muchos ya que ni estudio tuvo lo digo por que la conozco y eso tiene diplomas en los diplomas que ni se saben de donde los saco.pero es admirable que ayude a los niños asi sea para beneficio propio...felicitaciones.
ResponderEliminarBuena tarde, cree ud conocer a Rubiela?? Si lo que ud conoce de ella es lo que describe en su comentario, déjeme sacarle de su gran error, esa mujer que describe no es la misma que conozco, la mujer que describe es un espejismo que ella misma ha creado, una mujer sin escrúpulos, que vanagloria de sí misma, yo sí conozco a esa mujer, sé quién es y su forma de ser, su fundación es sólo una fachada. El amor que dice tenerles a los niños es una mentira, si así fuera no los maltrataba de una manera tan cruel, ya sea verbal, psicológica o físicamente. Mientras pasábamos hambre en medio de la escasez, ella se comía los mejores manjares, mientras estábamos descalzos por falta de provisión, ella se vestía de ropa muy fina y de las mejores marcas… nunca ha sido ni será una mujer humilde… estuve en ese lugar muchos años, los suficientes para estar segura de lo que estoy diciendo.
EliminarLe invito a analizar la vida de los niños que pasaron muchos años en ese lugar, ahora no tienen una vida honrosa, si las enseñanzas de esa mujer hubieren sido buenas y con bases firmes, estos ahora jóvenes no estarían en las drogas y en la prostitución, y serían personas de bien, con estudios y un buen futuro, pero infortunadamente para la mayoría de ellos no ha sido así.
que comentario tal real tambien la conozco y asi es....cada quien busca beneficio propio y esta si fue inteligente....
ResponderEliminarsegura???
Eliminarhola cordial saludo quisiera saber la diereccion
ResponderEliminarBuena tarde, cree ud conocer a Rubiela?? Si lo que ud conoce de ella es lo que describe en su comentario, déjeme sacarle de su gran error, esa mujer que describe no es la misma que conozco, la mujer que describe es un espejismo que ella misma ha creado, una mujer sin escrúpulos, que vanagloria de sí misma, yo sí conozco a esa mujer, sé quién es y su forma de ser, su fundación es sólo una fachada. El amor que dice tenerles a los niños es una mentira, si así fuera no los maltrataba de una manera tan cruel, ya sea verbal, psicológica o físicamente. Mientras pasábamos hambre en medio de la escasez, ella se comía los mejores manjares, mientras estábamos descalzos por falta de provisión, ella se vestía de ropa muy fina y de las mejores marcas… nunca ha sido ni será una mujer humilde… estuve en ese lugar muchos años, los suficientes para estar segura de lo que estoy diciendo.
ResponderEliminarLe invito a analizar la vida de los niños que pasaron muchos años en ese lugar, ahora no tienen una vida honrosa, si las enseñanzas de esa mujer hubieren sido buenas y con bases firmes, estos ahora jóvenes no estarían en las drogas y en la prostitución, y serían personas de bien, con estudios y un buen futuro, pero infortunadamente para la mayoría de ellos no ha sido así.