viernes, 26 de agosto de 2016

Opinión / LAS FIESTAS COMO “DETENCIÓN “ DEL TIEMPO. Por: Alberto Antonio Verón Ospina

Confieso que evitó las fiestas de  Pereira. Salvo los esfuerzos realizados por los gestores culturales  para que estas sean un lugar de presencia cultural, nuestras “fiestas de la cosecha”  me han parecido históricamente algo bastante alejadas de mí personal sensibilidad.

Pero como los esfuerzos por alegrar un poco la vida de una ciudad asediada por el ruido, los pequeños embotellamientos, los diarios  “trancones” debe ser algo que se valore en perspectiva más justa, habrá entonces que entrar a mirar,  de manera rápida, distintos aspectos, y la única manera que poseo es recurriendo a algunas imágenes que guardo en la memoria:

Por allá en los años ochenta un alcalde invitó a algunas “garotas” del  Carnaval del Río. La leyenda dice que eran “travestis” –algo que jamás nunca se pudo confirmar- pero lo cierto es que recuerdo cientos de desarrapados, humildes de la calle, simples  curiosos extasiados, persiguiendo los saludables glúteos  de las bailarinas que viajaban por la carrera séptima, subidas en un carruaje.

También  durante las noches de agosto, hace muchos años ya, los parques de los barrios se  iluminaron con fiestas. El barrio Galán, Corocito, Berlín, San Fernando tenían su fiesta propia. Su reinado, su caseta. La gente  atravesaba la noche de barrio en barrio. Ese tipo de verbena barrial concluyó con la agudización del conflicto armado en Colombia y así las fiestas pasaron a convertirse en algo más y más privado.

En los últimos 15 años, con el proceso de transformación del centro de Pereira, con la celebración de los 150 años de la ciudad, se ha buscado conectar en parte la cultura, el turismo, la festividad en un solo paquete. Se han traído artistas populares, comerciales, conocidos nacionalmente, se han realizado exposiciones, teatro callejero, música. La pregunta que uno se podría hacer, es si los vientos de agosto han traído algo distinto de lo que pasa durante el resto del año. 

En términos históricos y antropológicos las fiestas son una especie de “detención del tiempo”, una posibilidad que el cuerpo social de la ciudad se confunda, se integre y atraiga a gentes de otras regiones. Si la respuesta es afirmativa uno podría pensar que las festividades  han tenido alguna trascendencia de colectivo y de grupo; sino lo único que podemos señalar es que la idea de “Pereira es una fiesta” o de “Fiestas de la cosecha” tendrá que seguirse revisando.


Adenda

La nuestra es una ciudad que desesperadamente busca la identidad. Padece el síndrome de aquellas comunidades  que todavía no saben quienes son. Las  fiestas serán siempre una  oportunidad de auto-reconocimiento.


Foto tomada del Diario Agosto de 1934

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