miércoles, 24 de agosto de 2016

Opinión / La madurez que le falta a Pereira en sus fiestas. Por: Adriana Mercedes Marín Pinilla.

La palabra “fiesta” es indicativa de una reunión de personas en un lugar para divertirse o celebrar un acontecimiento especial. Por lo general, cada pueblo o ciudad le da un nombre para posicionar las festividades. En Colombia son famosos el Carnaval de Blancos y Negros, el Carnaval de Barranquilla o la Feria de Manizales, por nombrar en el último caso el punto geográfico más cerca a Pereira.

En el caso de Pereira, nuestra ciudad se esfuerza por destacarse con sus fiestas a nivel nacional sin lograr calar. Quizás, porque carece de una identidad propia. Y cuando el nombre de “Fiestas de la Cosecha”  se había posicionado en algunos sectores de Colombia, este año se reemplazó por “Pereira es una fiesta”. Volvemos a quedar sin identidad. Sin ese sello personal que deberíamos tener. Porque el próximo gobernante va a darle su nombre acorde con su slogan de gobierno por recomendación de sus asesores.

A esto se suma que no le dedicamos el tiempo necesario para prepararlas y volvemos a caer en los mismos espectáculos normales de todas las fiestas que se realizan no sólo en nuestro país, sino a nivel mundial y que se resume en: trago, comida y baile.

Sólo participé en dos actividades que me llamaron la atención. La primera, el Safari Nocturno que organizó Ukumari. Fue una experiencia gratamente sorprendente. Lástima que sigamos pensando en pequeño y no veamos la grandeza de parque que tenemos en nuestras manos. Si se le diera esa magnitud, seguramente atraería muchos turistas. Pero, lamentablemente los mismos habitantes de Pereira le damos ese valor. Les confieso que me sentí como en un parque de Disney, sólo faltó el espectáculo de luces que diariamente realizan en estos lugares.

El otro evento que me encantó fue el concierto de Carlos Vives, Pipe Bueno y nuestra agrupación Alkilados. Un hermoso regalo. Un punto negro, la empresa encargada de la operatividad del concierto le faltó una mejor organización en el sentido de haber dispuesto un lugar para los medios porque en últimas son los periodistas quienes se encargan de difundirlas o que los chicos encargados de ubicar a las personas tuvieran claro cómo hacerlo.


La moraleja de “Pereira es una fiesta” es: la ciudad realiza algunos eventos bonitos, pero todavía le falta madurez para darle a las fiestas de agosto una identidad que atraiga público del resto del país y del exterior.

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