viernes, 12 de agosto de 2016

Opinion / La sexualidad ¿tema de la vida privada?.Por: Alberto Antonio Verón Ospina

La Paz es un asunto de la vida  pública y  la sexualidad tema de la vida privada –dicen algunos pensadores-, pero al observar las manifestaciones públicas en las calles de Pereira y de distintas ciudades colombianas frente la propuesta de una educación en género en las escuelas, las generalidades estallan y fuera de la idealización de una noción de familia tradicional, también habían carteles del Partido Centro Democrático diciendo No al referendo por la Paz ¿cuándo la sexualidad  se convirtió en tema de manifestaciones  y de expresiones públicas junto a los asuntos atinentes al  conflicto colombiano ?

 En el momento que los discurso teóricos de género son declarados ideología,  se ofrecieron los insumos necesarios a aquellos que no han leído la propuesta del documento, ni  mucho menos saben el significado de los Estudios Culturales y de Género, pero que les aterra  la idea de que  las diferencias   biológicas entre los hombre y las mujeres puedan ser cuestionadas. Según el  planteamiento del filósofo José Llorite Mena “las fronteras entre sexualización y el orden social no son nítidas” (Llorite Mena, El animal paradójico, p.313) pero muchos consideran que fue la voluntad divina quien introdujo; mientras  lo sexualmente otro  es anormal  y merece piedad, pero eso sí,  no puede caber en la agenda de la educación.

En nuestra época los llamados “gay” reclaman su derecho a ser aceptados socialmente, los animalistas hablan por los perros y los gatos, las feministas exigen que no les digan piropos en las calles, los indígenas, los afro-descendientes, las víctimas de la violencia, los no-videntes, los no-hablantes  solicitan el reconocimiento de  una deuda histórica. Un mundo por completo fragmentado, donde el hecho de ser seres humanos no importa,  ante la exaltación de las diferencias hombre, mujer,  trans-género, travesti, gay, lesbiana, barra brava o metalero, islámico, etc, etc.  De esta manera  experiencias privadas se han vuelto completamente públicas y políticas.


Pero en Colombia desde la época del  Partido Nacional y de la constitución de 1886, quienes manejan este país, han pretendido que lo privado oriente lo público y por eso la identidad  del estado-nación colombiano debe estar protegida por la religión católica, incluida la educación, que es en gran parte religiosa y privada. De allí que cualquier propuesta de carácter secular agenciada desde el estado choque con las creencias de determinados grupos, en este caso, los principios cristianos  sobre  la sexualidad y la familia.

Tomado de archivo RCN Radio; 

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