domingo, 10 de julio de 2016

Opinión / Los que no llegaron… Por: Carlos Victoria

¿Cuál movilidad?. Cuando vemos las cifras de accidentalidad en el Área Metropolitana son sencillamente aterradoras. Al cierre del primer semestre de este año, según datos oficiales, ya iban 41 víctimas. La mayoría motociclistas. No alcanzaron a llegar a su destino. ¿En qué momento la moto se popularizó? ¿Antes o después de los sistemas de transportes masivo?

Valdría la pena que los planificadores y estudiosos de la victimización por cuenta de los efectos del crecimiento urbano nos ayudaran, con números en la mano, a comprender una de las problemáticas más complejas de encarar y resolver por las políticas de sustentabilidad social.

Empíricamente comparto la idea callejera según la cual la vida nos cambio después del Megabus. Una solución sin consenso ciudadano y social. Impuesta por el gobierno nacional y las políticas del BID bajo el supuesto que así se mejoraría la calidad de vida de los habitantes. En el caso de Pereira fue todo lo contrario. Un fiasco.

Mientras tanto trabajadores, secretarias, mensajeros, vigilantes, estudiantes y gentes del común seguirán muriendo en calles y avenidas, porque hicieron de la moto la solución a los problemas del transporte. Son victimas de un desarrollo que no previó culturalmente realidades asociadas a la competencia por el espacio público.

Preguntaría al nuevo alcalde qué hará su gobierno para prevenir y reducir al máximo esta mortandad. No nos pueden salir con porcentajes lapidarios. Que subieron o que bajaron los muertos y heridos. ¿Cuál es la política pública para que al final de esta administración tengamos 0 muertos por esta causa?, en una ciudad donde día tras día crecen el uso de la motocicleta.

Una movilidad donde el numero de vehículos automotores y motocicletas sigue creciendo (no tengo el dato), es un imposible cualquier solución. Paños de agua tibia, porque fiscalmente los gobiernos viven cada vez más del impuesto de rodamiento (tampoco tengo cifras). En resumen: es una hipocresía absoluta. Los que no llegaron a su destino y murieron no son una estadística. Son el resultado de ese absurdo llamado desarrollo.


Alabo a quienes, pese a todo, resisten en las calles desafiando la muerte desde sus ciclas. Protejámoslos.

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