viernes, 8 de julio de 2016

Opinion / Del trancón de la popa al trancón de Pereira. Por: Alberto Antonio Verón

¿Quién recuerda La Popa hoy? Llegar, a la parte alta del cerro, donde se inicia Dosquebradas, era hace 25 años un verdadero calvario. Entre el puente de San Judas y el barrio Valher implicaba una serie  de trancones legendarios, que convertían la circulación entre los dos municipios en un pequeño infierno cuya única solución vino a ser el célebre viaducto. Eso explica que su construcción se convirtiera de promesa redentora a la obra más importante del progreso pereirano

Pero de veinte años a hoy la facilidad de conseguir vehículos privados ha  vuelto en obsoletas todas las arterias principales de la ciudad: la calle 14, la Avenida Circunvalar, la calle 21, la avenida 30 de Agosto o la Avenida Sur reflejan en horas cruciales del día la  falta de una propuesta pública de transporte y  nos dejan la sensación de que transitar en vehículo por esta ciudad, en unos cinco años, será  algo casi infernal.

Vivo   en la calle 14, nací en la calle 14 y he visto a lo largo de mi vida la transformación de la ciudad, de Colombia y del mundo desde la calle 14. Habito un apartamento  a quince minutos  si camino de mi trabajo en la universidad y en vehículo me tardo cinco.  Pero regresar a casa,  dar la  vuelta en el “rompoint”, bajo el puente de la catorce, a ciertas horas pico o los días viernes, puede llevar 15 minutos o más,  pero si hay un accidente, ¡que  calamidad¡

Vivo en un edificio donde buena parte de sus habitantes son pensionados de 65 años y para ellos cruzar esa calle, salvo toñito Abad, es suicidio,  pues  se trata de una vía rápida. Se encuentran supeditados a  la tiranía del vehículo privado o la piedad de que los conductores se detengan o distingan al peatón.


¿Qué hacer entonces?  Cuando miro por las ventanas de mi apartamento hacia la calle 14 y la calle 17 el panorama del trancón es el mismo. ¿Colapsará la ciudad en 5 años? ¿Tendrán nuestros políticos locales los pantalones suficientes para realizar apuestas de vías para bicicleta o un modelo de transporte público que responda a las especificidades de una ciudad como Pereira? ¿Seremos capaces de dejar nuestros coches en casa y  tomar el atrevimiento de caminar? Mientras tanto, pienso que Pereira  se ha convertido en un gigantesco  “trancón de la Popa”.

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