domingo, 21 de septiembre de 2014

Opinión: Y las mujeres

Por: Lucía Correa Echeverri
Pero como hace uno para no hablar de las féminas si por fin están despertando y dejando de ser tan bobas como eran antes. ¡Claro que falta mucho! Pero al fin dan muestra de que están vivas y que son capaces de lograr lo que se propongan, así hayan demorado mucho en despertar.

Tenemos a María del Pilar, no hizo caso a nuestra sugerencia de que aclarara las cosas y enfrentara a esa abominable posición de la Fiscalía que la persigue como si fuera un bandido peor que Pablo Escobar. Prefirió seguir jugando a las escondidas y seguir andando de un lado para el otro buscando el amparo de países que sí entendieran su posición.

Pero hay otras que dan muestras de vida y de valor. Tenemos a María Fernanda Cabal, una nueva e interesante protagonista del Congreso que sin miedo alguno se burló de quienes sabemos porque muy sonriente enfrentó a uno de los de la mesa de Cuba que fue dizque a pedirles perdón.

¿Y ahora qué? ¿Irá a decir El Chavo del ocho colombiano que eso es un delito y que hay que condenarla penalmente? Por Dios, si uno ya no puede expresar sus sentimientos porque todo es un delito. Se le está yendo la mano al señor Fiscal por dárselas de héroe.

Bueno, pero en realidad nos falta mucho. A diario seguimos viendo en la televisión casos del maltrato femenino y muerte sin compasión de mujeres que no sabemos qué delito han cometido para ser asesinadas por sus siete machos correspondientes.

Ya es hora de examinar las cosas y de dejar ese miedo que nos está matando. Que ellos tienen a su lado el hecho de que poseen la fuerza bruta, es decir, que con un bien golpe nos dominan. Alto ahí. Si así se presenta la cosa no es más que tomar algún objeto pesado cercano a nosotras y tratar de defendernos.

Son demasiados años de esclavitud. Desde cuándo estamos demostrando que somos más y que la unión hace la fuerza y qué nos ganamos con eso mientras perdure la cultura del "macho" que lamentablemente implantaron nuestras abuelas, que recibieron a su vez esa educación heredada de nuestras antepasadas quién sabe cuántos años atrás. Y así no podemos seguir.

Es hora pues de despertar. Con marchas y pancartas solamente no haremos nada. Dejemos que la cosa continúe a su amaño y a su antojo.

Hay una cita que dice que el mundo se ha de convertir en un matriarcado; ya estamos así en cantidad pero no en calidad. Si resultan buenos empleos son para los varones, aún cuando se lo den a alguna mujer esta estará en peores condiciones, así su inteligencia y preparación sean superiores a la del compañero de trabajo.


Sigamos luchando, hagamos una fuerza que ojalá abarque todo el país y más tarde nos podremos extender a nivel mundial. Cuando menos lo pensemos al fin seremos dueñas de la situación, pero sin las mentiras que suelen darnos los señores para ablandarnos, pensemos si quiera de una vez que somos superiores en todo y por todo.

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