domingo, 21 de septiembre de 2014

Opinión: Una ciudad en crecimiento

Por: José Daniel Trujillo Arcila*
Una especial vocación se cierne sobre la ciudad. Ya no somos únicamente un gran centro comercial, otrora motivo de orgullo y, por supuesto, tema de interés de gobernantes y visionarios que sentaron sus reales en estos parajes.

Pereira se erige como pujante polo de desarrollo. Dieciséis centros universitarios, entre ellos la muy  significativa Universidad Tecnológica, a la que se suman la Libre, Católica, Andina y otras más, convierten este epicentro geográfico en corazón del intelecto y la transmisión de conocimientos. Agréguele a lo anterior, la oferta turística acompañada de hoteles que nada tienen qué envidiar a los que muestran revistas especializadas, al invitarnos a visitar otros países.

Tenemos de todo. Alguien dijo que “somos un Medellín, más pequeño, pero con todo”. Aprovechemos pues, no solo nuestro acento paisa, sino el regalo maravilloso de la naturaleza que es esta privilegiada ubicación.

Muchas cosas faltan, es la respuesta de unos. De todo, dirán otros. No faltará el optimista a ultranza, diciendo vamos muy bien. A mi juicio, lentamente avanzamos en unos temas y estamos retrasados en otros.

La movilidad tiene sus lunares. La ausencia de obras públicas que generen un fluido tráfico vehicular contribuyen al desorden y habrá que decirlo, el incumplimiento de elementales normas de cívica y urbanidad de todos los asociados, generan mayores problemas en materia vial.

Digamos que los responsables somos todos, desde el ciudadano del común, desprevenido e indolente con la urbe, hasta aquellos llamados a comandar desde lo público o privado.

Un tufillo de desprecio y mala crítica se olfatea en pasillos y lugares sociales, donde se juzgan las actuaciones de los servidores públicos; estos, a la vez, se rehúsan a percibir como buenos aliados a aquellos, así deban verse en público de manera casi permanente o establezcan concertaciones coyunturales, surgidas más por las circunstancias que como verdadero propósito. Somos celosos de lo que pensamos, decimos y hacemos. Reclamamos exclusividad y placa con nuestros nombres.

La ciudad merece mayores y mejores zonas públicas; aplicación concienzuda de planes tales como el de educación “Visión 32”; una definitiva reorganización del centro, espacio urbano maltratado y víctima de estudios y propuestas desconocidas o inaplicadas, por no decir sobrediagnosticado. 

Fortalecimiento del número de camas hospitalarias, negro lunar para turistas y  foráneos y aún para quienes aquí habitamos y, finalmente, un necesario e impactante amueblamiento urbano que satisfaga exquisitos lentes y determine que la ciudad no solo es acogedora, sino bella, atractiva, romántica.

¿Habrá alguien que se atreva a dirigir una nueva Pereira? Quien asuma el reto, deberá convertirla en “embrujadora”. Antes de su fundación, ya era “mestiza”.
*Notario Primero de Pereira

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