Mucho de romance para una generación que no ha descubierto sus placeres. |
Encuentro en este bello lugar, una locación perfecta para las postales, como las de los años 30, que inspiraron a familias enteras, mostrando que Pereira no tiene nada que envidiarle al mundo.
El Lago Uribe Uribe es un escenario mítico, tanto como alucinante; los ciudadanos no esperan a ser llamados para seleccionar este hermoso lugar como suyo, para pasar un instante agradable y tenerlo entre sus planes.
Cada fin de semana recibe a foráneos, propios e hijos, todos para compartir alrededor del lago, que a través de los años se ha convertido en un estanque lujoso y moderno. Lo único que no ha cambiado es su gente, entre amoríos, familias y amigos y enemigos.
Su amplio espacio ha sido motivo de disfrute para los más pequeños, que con sus padres corriendo detrás de ellos deciden aventurarse a lo largo y ancho. Sus arboles, sus hermosos árboles, le confieren el toque de romance, claro, existe la disyuntiva sin es más plaza que parque o si es mas parque que plaza, no lo sé, depende del aire que cada quien respire, depende de su relación con la naturaleza y qué tanto este familiarizado con los espacios, y la arquitectura posmodernista.
Lo que en su momento se llamó la plaza colón o concordia, hoy es una construcción que incita romance, las lámparas al mejor estilo de la urbe europea no están conectadas por cables que interrumpen la vista al cielo, seguro por estética, están en el inframundo.
Encuentro en este bello lugar, una locación perfecta para las postales, como las de los años 30, que inspiraron a familias enteras, mostrando que Pereira no tiene nada que envidiarle al mundo. Viejos planos que resaltaban la melodía gráfica de un lugar que pertenece a todos.
El lago, más estanque que lago por la tubería que raya entre ingeniería acuática y la intención antigua del escenario; deja sus aguas al descubierto, siendo este motivo de descontento, pues allí los más pequeños, deciden tomarlo como piscina, no entiendo cuando la ciudad se incomoda por ver a los niños aplaudir y chocar sus manos entre aplausos que despiden gotas de agua por doquier, es eso, una muestra que una mínima parte de nuestros niños, algo de lo público están disfrutando. Ya el parque de los pies descalzos en Medellin haría lo mismo hace unos años, turistas ambiciosos y empalagosos sin algo en el bolsillo, llegaban para arremeter contra el agua, para medir entre el color de la noche y las luces despedidas por los chorros de este hermoso parque.
Es así como descubrimos la importancia de nuestros escenarios, aplaudo a sus visitantes, a los cientos que llegan los fines de semana para embellecerlo, para darle vida y reafimar que es un lugar hermoso, un lugar de romance y ciudad.
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