domingo, 24 de agosto de 2014

Opinión: Terrorismo de Estado

Por: Gloria Inés Escobar Toro
Pese a las fronteras visibles e invisibles que delimitan artificialmente los territorios, la tierra es una sola y es de todos.

Pese a las diferencias de colores de piel, tamaño y formas corporales, los seres humanos somos una sola raza.

Pese a las diferencias de lenguas, pensamientos y costumbres, los seres humanos somos hermanos.

Pese a las diferencias de sexo, edad y condiciones físicas, los seres humanos sentimos y pensamos.

Pese a los diferentes Estados y sistemas de gobierno, los seres humanos somos un solo pueblo.

Pese a todas las mentiras sobre tierras prometidas, pueblos elegidos, superioridades individuales, étnicas y morales, somos iguales, como seres humanos producto de la fecundidad y aleatoriedad de la vida; tenemos los mismos requerimientos para existir, precisamos del espacio vital que la tierra provee en abundancia, organizamos la sociedad y los recursos bajo parámetros establecidos por nosotros; la manera como vivimos y nos relacionamos depende de nosotros mismos y quienes se han auto proclamado dueños de otros, de tierras, de mares, de la naturaleza no son más que terroristas.

Así que cuando los ejércitos invaden, cercan y asesinan pueblos; cuando asaltan, despojan y arrebatan territorios, en nombre de cualquier razón, están ejerciendo terrorismo, terrorismo de Estado como el que está empleando el ejército de Israel al atacar indiscriminada y brutalmente al pueblo palestino.

Pero el terrorismo de Israel contra los palestinos no solo está hecho de bombas destructoras, de devastación ruidosa, de dolor manchado de sangre, de gritos y llantos atronadores; su terrorismo es también silencioso y a veces invisible, marcha agazapado, lento pero decidido hacia su meta: la destrucción total de todo lo que se levanta sobre el suelo palestino.

El terrorismo israelí derrama miedo y desolación, construye murallas, encarcela pueblos, destruye escuelas, derriba casas y centros de salud; mata niños, mujeres, ancianos, todo lo que se mueva; inutiliza fuentes de agua y energía, decomisa alimentos, impide posibilidad de ayuda; decreta, legisla, ordena; condena a la miseria más extrema; el terrorismo israelí desangra, aplasta y mata.

Y todo ese sufrimiento, toda esa barbarie es perpetrada a plena luz del día, bajo la mirada complaciente de la “comunidad europea” y los Estados Unidos, los mismos que condenan de terrorismo todo acto de independencia y rebeldía en contra de su opresión, pero no aquel que ellos practican o es ejercido por los Estados poderosos y aliados y cuyo objetivo es el saqueo de las recursos y exterminio de todo aquello que se interponga en su consecución.

El genocidio de Israel contra los palestinos es tolerado por las potencias porque es terrorismo colonialista, práctica muy cercana a sus afectos.

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