domingo, 24 de agosto de 2014

Opinión / Editorial: Preocupación

Pereira genera preocupación. No poca, mucha. A pesar del optimismo que se pretende impregnar desde diferentes estamentos es innegable que varios perciben que las cosas no marchan como deben y hay un sentimiento generalizado de que los vasos comunicantes entre los diferentes sectores sociales se encuentran rotos o, cuando menos, deteriorados.

Gobernantes, gremios, medios de comunicación, organizaciones de diferente tipo y, por supuesto, la ciudadanía como eje central, quieren beneficiar a la ciudad, por lo menos eso se interpreta desde el discurso público. Además, todos ellos, sin salvedad, son necesarios para sacarla adelante. ¿Pero hay trabajo en equipo? Los hechos parecieran demostrar lo contrario, pues la suma de voluntades, esa misma que funda las grandes posibilidades como tejido social, está fragmentada. Cada quien propone desde su orilla, pero no desea conciliar con otros actores ciudadanos de los que se ha distanciado.

Los grandes proyectos de ciudad parecen al garete porque están tomados por sectores que los asumen como suyos, así traten de rodear con un falso hálito de democracia su realización. El caso de las denuncias por las irregularidades en la convocatoria para las obras del aeropuerto Matecaña pareció dar la tónica. A pesar de las pruebas evidentes de que un contratista incumplió con los requisitos, la tozudez del Alcalde –más la escasa agilidad para tomar decisiones–  llevó al asunto a la agenda nacional y dejó en evidencia lo sabido: la corrupción que campea en esta ciudad. En el mismo hecho, amplificado por los medios locales, los gremios guardaron silencio o apenas sí se dieron declaraciones tibias.

Espacios de tradicional debate, orientación ciudadana y mirada muy fundamentada, como los que propicia el Comité Intergremial, se han convertido en instancias inocuas y, peor aún, sin capacidad de poner a pensar a la ciudadanía, de la cual pareciera haberse distanciado, a la luz de los desencuentros sobre el uso del espacio público para actividades como las Vías Activas y la semi-peatonalización de algunas calles.

Por último, las veedurías ciudadanas –por fortuna no todas, pero sí la mayoría de ellas– son solo referentes de papel que no asumen una verdadera vocería de los intereses de los habitantes que dicen representar. Así se ha podido constatar con varias de ellas que nunca dan la cara a la hora de invitarlas a reflexionar sobre temas que les competen por su aparente perfil.


En Pereira las sumas tienen caras de restas, incluso ya hay esa impresión cuando se comenta sobre la designación de precandidatos para la Alcaldía, un asunto que desde ya concita el interés de muchos, en una atípica “madrugada” respecto a los años anteriores. Todos quieren su parte del pastel, pero pocos desean contribuir con los ingredientes.

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