Por: Carolina Giraldo
Todos hemos tenido un baúl de
los recuerdos. A veces no es exactamente un baúl, puede ser una caja de zapatos
guardada en lo más alto del armario, o un cofre que se abre con una llave minúscula.
Adentro atesoramos lo más valioso de nuestras vidas: fotos de la infancia,
cartas de amor, recuerdos de un viaje, una piedra que recogimos en algún paseo
al río. Tan solo ciertos objetos logran llegar allí, algunos se pierden en el
camino, la mayoría ni siquiera se acercan.
La humanidad también ha
construido enormes “baúles de los recuerdos” para salvaguardar lo que las
colectividades han designado como su patrimonio. Se destinan edificios
especiales, lugares casi sagrados, para estos archivos y museos. En Colombia, el
Archivo General de la Nación, ubicado en un hermoso edificio de Rogelio Salmona
en Bogotá, preserva documentos desde el siglo XVI. En el antiguo Panóptico, el Museo
Nacional reúne una parte del patrimonio histórico y artístico de la nación. A
su vez, nuestro país cuenta con una red de archivos y museos históricos
locales.
En Pereira carecemos de ese
lugar. La ciudad, que este mes cumple 151 años, está en mora de constituir un
repositorio para los objetos más valiosos de su historia. La mayoría de los documentos
históricos que han sobrevivido se encuentran dispersos entre bodegas, sótanos
húmedos y cuartos que han sufrido de goteras. Este no puede ser el baúl de los
recuerdos de los pereiranos.
Muchos documentos ya se han
perdido, entre ellos los tres Libros de Tierras del Archivo Notarial que daban
cuenta de la repartición de terrenos durante los primeros años de la villa, y documentos
de la Sociedad de Mejoras Públicas, de la que quedan algunos libros de actas. El
retrato del Padre Remigio Antonio Cañarte que reposa en la diócesis y la
pintura “Entrada de los fundadores”, ubicada en el Concejo Municipal, cuentan
con más de 100 años y necesitan una restauración inmediata si queremos que
lleguen al bicentenario de la ciudad. No podemos seguir a la merced de personas
que ingenuamente deciden que esos “papeles viejos” y pinturas ya deterioradas deben
ir al basurero.
Otras piezas se encuentran en
colecciones particulares, en ocasiones en mejor estado de conservación. Es
lamentable que cuando se ha presentado la oportunidad de donarlas, no se haya
encontrado un lugar adecuado. Con el tiempo las colecciones se fragmentan entre
herederos, se venden y se pierde su historia.
Pereira necesita acopiar su
patrimonio mueble en un único lugar donde sea posible salvaguardarlo, generar
investigación histórica, crear memoria y turismo cultural. Si los pereiranos
pudieran “postular” 100 objetos para incluir en este gran baúl de los
recuerdos, ¿cuáles serían?
Las sugerencias se pueden enviar
a: pereirapatrimonio@gmail.com
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