viernes, 4 de julio de 2014

Archivos / Conservación: Memoria escrita que desaparece

Aunque en el mundo una de las corrientes más fuertes busca la protección del patrimonio hemerográfico, en Pereira esto no parece tener la mayor importancia, pues la escasez de recursos y el desinterés de la administración municipal son evidentes en la hemeroteca pública local.

En la hemeroteca Haydee Jaramillo Vélez, adscrita a la biblioteca Ramón Correa Mejía , se encuentra buena parte de la memoria pereirana, tanto en diarios como en revistas y otros documentos. A pesar de ello, y del esfuerzo de algunos funcionarios, el deterioro del material no deja de ser preocupante.

En buena medida ese deterioro es atribuible al paso natural del tiempo, pero también es notorio el mal manejo por parte de algunos usuarios que mutilan los documentos, los maltratan o, simplemente, no les dan el manejo adecuado.

Aunque en los últimos meses se han tomado medidas como la implementación de películas con filtros solares en las ventanas, archivadores verticales especiales para una parte de los documentos –sobre todo revistas como Cromos y Life– es necesario advertir que los productos locales se encuentran en estantes generales, como la extensa colección de El Diario de Emilio Correa Uribe, dos o tres tomos de Lengua y Raza y un tomo de Panoramas –ejemplares casi únicos, pues la Hemeroteca Nacional no tiene varios de ellos–. Algo que para un visitante cualquiera parece absurdo, pues primero debe conservarse lo publicado en la ciudad.

El Diario, fundado en 1929, tiene un bache de 10 años -1963 a 1973-, pues según Orlando Giraldo, auxiliar de la biblioteca, en el pasado esos ejemplares fueron depositados en los subterráneos de la Gobernación luego de un terremoto y allí se perdieron en medio de la humedad. Lo lamentable es que del desaparecido diario vespertino son muy pocos los ejemplares que tiene el país y los escasos que existen se encuentan en la hemeroteca local, aunque algunos volúmenes están tan deteriorados que los mismos encargados los colocaron aparte a la espera de que sean reparados.

Según informaron los mismos funcionarios, “la totalidad de El Diario está microfilmado”, aunque no se comprobó el funcionamiento de la máquina destinada para la respectiva consulta. A pesar de ello, casi todos los investigadores abordan la versión física, con un agravante: pocos usan guantes para evitar que el sudor de las manos deteriore aún más los frágiles papeles. En este punto, la directora de la biblioteca, Luz Yaneth Gómez Arango, comenta que “pronto se colocarán guantes y tapabocas a disposición de quienes consulten este material”.

Como detalle particular, en la misma hemeroteca se encuentran 28 tomos con los libretos de “Pereira hablada”, programa de Célimo García Bustamante, considerados como otra joya de la memoria local. Estos sí, por fortuna, se encuentran en los archivadores especiales, donde pueden dejarse bajo llave. 

Esta buena noticia contrasta con otra más lamentable: no existe en la hemeroteca un solo ejemplar de la revista Variedades en sus dos épocas, dirigida siempre por el mismo Emilio Correa, un auténtico clásico pereirano. Tal pareciera que el legado de Correa Uribe poco importara en la historia local.

Se encuentran, eso sí, en buen estado de conservación, ejemplares físicos de La Tarde –aunque varios números fueron mutilados por un oficial del Ejército, como lo denunció una exfuncionaria en su momento–, El Diario del Otún (no confundir con El Diario), El Tiempo y El Espectador.

Según comunicación firmada por Luz Yaneth Gómez Arango, directora de la Biblioteca Pública, “la Hemeroteca ‘Aida Jaramillo’ (SIC) viene tramitando y gestionando recursos para la digitalización total y puesta en la nube (servicio de internet), de la totalidad del material de publicaciones entre los que se encuentran el periódico El Diario del Otún y la tarde (SIC) como elementos fundamentales para el conocimiento de la historia de la ciudad de Pereira”.

Este punto es el más preocupante, pues en pleno siglo 21 la biblioteca pública municipal sigue con los procedimientos archivísticos de hace 40 o 50 años y la digitalización del legado pareciera más bien una promesa en el aire para tranquilizar a los incautos que creen en ella. Requerida la administración municipal al respecto, el silencio es la única respuesta. Mientras tanto, amontonados en anaqueles, miles de tesoros hemerográficos esperan el triste final: terminar convertidos en polvo de palabras escritas por quienes construyeron nuestra historia.

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