Muestra de sal, recogida del Salado de Consotá
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La guadua caña brava. Un brote de agua
salada. El río fresco y cristalino. Es el Salado Consotá, ubicado en el sector
Caracol-La Curva, vía Armenia, en la cuenca media del río Consota. Un sitio asentado
sobre fisuras inmensas de la tierra que permiten el nacimiento de una fuente de
sal.
Por: Carolina Molina y Daniela Patiño
En pailas de cobre, no de barro, porque no cuajaban, hervían
el agua salada para sacar los granos que, envueltos en un paño, luego eran
mezclados con cenizas frías para destacar su color blanco. Así realizaban el
proceso de sal de Canaán los indígenas pobladores de Consotá, en el territorio
conocido anteriormente como Cartago Viejo, hoy Pereira.
En el año 2003, a raíz de la curiosidad de Michael
Tistl, un alemán atraído por la belleza natural pereirana, con el
acompañamiento del Laboratorio de Ecología Histórica y Patrimonio Cultural de
la UTP, surge el redescubrimiento de este legado cultural. A partir de pruebas
de conductividad y excavación se encontraron los restos de un horno hecho en
ladrillo, la primera fuente de agua salada, además de 14.000 fragmentos
cerámicos que se encuentran como parte del patrimonio. Mediante estos hallazgos
arqueológicos se busca reconstruir el pasado, como lo afirma el historiador
Víctor Zuluaga, quien aclara la creencia errónea de que los Quimbaya fueron los
primeros pobladores de este territorio: “hay mucho por averiguar”.
Corre el agua del río Consota para cruzarse abajo con la quebrada
El Chocho,
donde fue encontrado oro y cobre.
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Se dice que los indígenas intercambiaban sal con los
españoles. Richard Price, en su libro “La Salina de Consotá”, cita al cronista
Cieza de León: “los españoles secuestraban a algunos indígenas con el fin de
pedir rescate por ellos”. De modo que los vestigios de Pereira fueron de una
poderosa cultura que toma un elemento clave: la sal.
Caminando por estas tierras llenas de rastros
milenarios es evidente la presencia de la historia nuestra. Se percibe el olor
a tierra húmeda, riqueza mineral y natural, ambiente colmado de vegetación que
contrasta con el color verde y azul característico de la oxidación del cobre,
ideal para realizar un producto esencial de la orfebrería Quimbaya, las
tumbagas.
El Salado de Consotá es un bien de interés cultural
ignorado por una población ávida de infraestructura, luces, carros e insaciable
vida social. En contraposición está Alejandro Figueroa, un ciudadano
comprometido con el lugar, el cual nos cuenta que logra conectarse con el
espacio; inclusive ve todo a través de lo que vivieron los Quimbaya, además
expresa el ser indígena que surge en él cuando visita dichas tierras.
Excavación con palustre, para los hallazgos de cerámica |
Mano protectora
Mantenimiento, siembra, reforestación, adecuación,
protección de este significativo lugar que guarda consigo 10.000 años de
antigüedad, es aquello que identifica al proyecto “Embelleciendo el
Salado de Consotá”. Por tal razón, los convites son el enfoque de apropiación
social que desde el año 2013 comprometen a quienes adoptan un sentido de pertenencia
frente a una posible resignificación de la historia. Los “dolientes del Consotá”,
como se hacen llamar los líderes de este proyecto que se repite el último
domingo de cada mes, desean involucrar el Salado de Consotá en campañas
culturales, como lo expresa Martha Cecilia Cano, antropóloga integrante del
equipo de investigación. “Un lugar caminado y vivido”, es como se refiere a esta
zona, la cual desean elevar como área arqueológica convirtiéndola en un escenario
turístico no convencional. Un parque arqueológico sería un polo de desarrollo,
un puente de investigación para ampliar nuestros horizontes.
De acuerdo con lo anterior, Rosa Castellanos,
egresada de la Facultad de Ciencias Ambientales de la UTP, señala que se
espera llegar a un turismo cultural, es decir, el objetivo no es convertir el
Salado y sus alrededores en un parque similar a los más visitados del eje
cafetero, sino que tenga unas adecuaciones mínimas que no afecten el medio
ambiente, tales como senderos y señalizaciones, en donde se puedan realizar
visitas guiadas y conferencias, encaminándose hacia el ámbito pedagógico.
“Queremos que este espacio sea un aula viva para contar la historia local”,
teniendo como público principal a estudiantes de universidades y colegios. “Su
verdadero valor radica en el fortalecimiento de la identidad presente y la
conservación de la memoria hacia el futuro”, como indica el texto “Cambios
ambientales en perspectiva histórica”.
Abriendo paso con la ayuda de un machete, entre las
grandes ramas que se extienden a lo largo del trayecto, nos adentramos en un
cúmulo de historia, de la cual hasta el momento solo se ha explorado
arqueológicamente el uno por ciento. En Colombia, por ejemplo, se encuentran
diferentes lugares declarados parques arqueológicos como las ruinas de San
Agustín, situado en el departamento de Huila, mientras que el Salado de Consotá
aún está en proceso de reconocimiento ya que no cuenta con tantas piezas arqueológicas.
El interés se basaría en la historia narrada ofrecida por el equipo
investigativo.
A medida que se explora el Salado de Consotá se refleja el porqué de la apropiación social de un grupo de personas interesadas en aspectos arqueológicos, ecológicos y biológicos. Pocos pereiranos tienen conocimiento acerca de la existencia de un espacio natural, con mucho por indagar sobre la región, por esto se espera que el Salado tenga un mayor reconocimiento del que ya le otorgó el Ministerio de Cultura.
Muy bueno compañeras.
ResponderEliminarFelicitaciones! Sigan adelante :D
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