jueves, 13 de marzo de 2014

Lanzamiento / Libro: Gardeazábal defiende a curas

Durante un largo diálogo en la sede de VECINOS,
Gustavo Álvarez Gardeazábal comentó sobre su más reciente novela,
“La misa ha terminado”, la cual considera como su “canto de cisne”,
la última que quizá escribirá.
Gustavo Álvarez Gardeazábal, o solo Gardeazábal para quienes lo conocen, siempre ha estado en el centro de la polémica. Hombre público desde que la memoria es memoria, vino a Pereira para presentar su más reciente y polémico libro: “La misa ha terminado”.

Sonríe cuando recuerda una reciente anécdota. Ocurrió en Armenia durante el lanzamiento de su libro allí. Para ese día decidió vestirse por completo de rosado, de pies a cabeza. Lo más gracioso, dice, es que las organizadoras del encuentro habían distribuido previamente camisetas rosadas entre todo el público asistente. Sonríe de nuevo y refleja en su rostro la felicidad de haber estado sintonizado con los presentes.

Hoy no viste rosado, pero sí de color violeta, tanto en su camisa como en el pantalón y los zapatos. Sube con dificultad unas breves escalas y empieza con los comentarios  reiterativos sobre la vejez y sus achaques, algo que no abandonará hasta el final de la entrevista. Gardeazábal es un pesimista que se considera viviendo un tiempo extra. Y eso no lo atemoriza, más bien le causa risa.

Luego se dispone a comentar sobre su reciente obra, la cual considera un espécimen raro, “porque la novela agoniza, está en sus estertores”. Una obra que, por cierto, ha causado controversia pues aborda la relación homosexual entre dos sacerdotes y también cómo en ciertos sectores de la iglesia católica se usa el comercio carnal para ascender y adquirir poder. De ella se han vendido 13 mil ejemplares en toda Colombia, una cantidad impresionante en los actuales tiempos.

Al indagársele sobre la aparente dualidad que se nota en su novela, pues cuestiona a la iglesia y a la par defiende a los sacerdotes que tienen esta inclinación, refiere que hace pocos días se encontró con Fernando Vallejo y discutieron sobre eso. Su conclusión es que Vallejo escribe contra la iglesia y él sobre la iglesia.

Largo proceso
Refiere de manera amplia cómo trabajó durante siete años en esta obra, incluso contrató a dos teólogos que lo apoyaron en algunas investigaciones. Comenta, además, que es la primera novela que escribe teniendo “plata suficiente”.

Sus comentarios se extienden al hablar sobre el ejercicio tan complejo que significó emplear múltiples voces y focos narrativos, ubicados todos por pares de antagonistas. Hecho destacable de su novela es la mezcla de técnicas narrativas: “uso del narrador omnisciente”, en palabras suyas; cartas dirigidas al autor por parte de un sacerdote; la voz de El Demente, quien conduce internamente la obra; más los aportes de los personajes principales y secundarios, que hacen de este libro todo un reto para cualquier escritor. “No fue fácil montar este esquema, pues ya estoy viejo y la genialidad está es con la juventud”.

El libro en su proceso tuvo algunos cambios, por ejemplo, debió omitir la muerte del papa Ratzinger debido a que renunció durante el proceso de escritura. Incluso, otros hechos consignados en el libro, según el escritor, resultaron premonitorios, como la expulsión de 400 sacerdotes homosexuales por parte del actual Papa, suceso que ocurrió el 7 de febrero, casi una semana luego de lanzarse el libro por primera vez en Cartagena, en la puerta de San Sebastián, santo que aparece también en la portada de “La misa no ha terminado”.  El resultado final es un libro sencillo de leer y que atrapa de inmediato al lector. Una novela para no perdérsela.

Al final, ya listo para asistir a una firma de libros, se marcha de manera lenta, acompañado por su grupo escolta, y siempre lamentándose por las restricciones físicas y enfermedades que lo aquejan. Gardeazábal se volvió viejo, el señor más viejo que ha bajado esas escalas.

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