jueves, 5 de septiembre de 2013

Especial / Vivencias

El glorioso ‘Fortín de Libaré’

Escenario de famosos deportistas, allí nació la Furia Matecaña, el fútbol aficionado y varios romances de la alta sociedad; el victorioso Mora Mora sigue batallando por mantenerse en pie y más vivo que nunca.

Con el calor cercano de la comunidad el Deportivo Pereira no se permitía perder ninguno de sus encuentros con otros equipos del país. Lágrimas de alegría remojaron el campo en el que la Furia Matecaña dejó su alma.

“Antes teníamos un estadio sencillo y un buen equipo, hoy tenemos un gran estadio pero no tenemos equipo”. Tenía un año de edad y apenas empezaba a dar sus primeros pasos el dirigente deportivo y jugador Augusto Ramírez, cuando en la capital risaraldense se levantaba una gesta cívica para la construcción del Estadio Mora Mora, antiguo ‘Fortín de Libaré’; lugar donde años después este pereirano jugó como miembro del Deportivo Pereira y donde miles de gritos se unían como uno solo para alentar al equipo del alma.  

Sentado en el sofá de su oficina, ubicado justo al lado de varios trofeos, medallas y fotografías de la Copa Ciudad Pereira, Augusto relata cómo incluso antes de su nacimiento en Pereira ya existían dos equipos de fútbol aficionado que los domingos le robaban sonrisas y hasta lágrimas a la comunidad pereirana.

“Yo nací en 1942 y antes de eso ya habían dos equipos de fútbol que representaban a Pereira, entre ellos el Deportivo Otún, quienes jugaban en diferentes partes, pero la mayoría de veces se concentraban en un lugar que era conocido como La 13, donde hoy está ubicada la cárcel de varones La 40, y hasta allí llegaban los seguidores para apoyarlos”.

Augusto Ramírez
Mientras que en la ciudad empezaba a crecer la euforia y pasión por el fútbol, curiosamente llegó desde el extranjero el famoso Wanderers de Chile, quienes en un acto heroico decidieron probar las habilidades del talento local y ante la mirada de miles de expectantes, y a pesar de su trayectoria, terminaron goleados 7 a 0. El triunfo se quedó en casa.

Fue entonces cuando el civismo se apoderó de los pereiranos. En un abrir y cerrar de ojos, la comunidad empezó a gestionar y a aportar su granito de arena para la construcción de un estadio, logrando ponerlo en pie para el año de 1943; allí llegaban cerca de cinco mil personas cada fin de semana para ser testigos de las jugadas maestras de los equipos locales; un año después nació el Deportivo Pereira.

“En 1943 se creó el Mora Mora, este hacía parte del terreno donde estaba construida una escuela y estaba contiguo a una piscina, ese espacio lo proporcionó el municipio con la condición de que allí se pudiera jugar fútbol, era un estadio de madera e inicialmente adquirió el nombre del Fortín de Libaré”, relata Ramírez, mientras que orgulloso muestra a VECINOS, algunas fotografías de este espacio que hoy es un ícono de la querendona, trasnochadora y morena, incluso a nivel internacional.

Añade: “muchos matrimonios de Pereira se conocieron allí, era un estilo de vida diferente, la gente llegaba a pie porque les gustaba, y era un evento social, familiar; vimos pasar por allí muchos jugadores buenos”.

Era el estadio al que todo el mundo iba, se hacían muchos eventos, la gente de la alta sociedad iba de corbata y sombrero y ocupaba toda la gradería, las demás personas rodeaban la malla del recinto y así empezó a gestarse el fútbol profesional en la ciudad, y para entonces un partido contra Millonarios terminó convirtiéndose en el partido oficial del Mora Mora.  

“Cuando jugué con el Deportivo Pereira en el Mora Mora me sentía como en Wimbledon, uno sentía el respaldo de esas miles de personas que sin falta llegaban hasta el estadio para apoyar la Furia Matecaña, su equipo del alma”.


Adquirió el nombre de Libaré ya que era la palabra que usaban los poetas de la época para decir que iban a embriagarse cada vez que visitaban la zona de tolerancia, la cual se encontraba ubicada sobre el sector del estadio. 

Nace el fortín
Sin embargo, para el año 1960 los dirigentes políticos de la época empezaron a gestionar a nivel nacional la posibilidad de que los eligieran como sede para los Juegos Nacionales que se llevarían a cabo en 1963, ya que en ese momento se celebraba el centenario de la ciudad, sin embargo la petición fue negada por parte de la delegación en Cartagena y la sede le fue entregada a la ciudad de Ibagué, que no logró llevar a cabo tal fin sino hasta 10 años después.

Con un sentimiento amargo en sus corazones y no queriendo aceptar un no por respuesta, la comunidad pereirana salió de sus casas y con el apoyo del Padre Valencia y otras grandes personalidades de la ciudad, quienes apoyaron en deporte desinteresadamente, iniciaron la construcción del hoy Estadio Hernán Ramírez Villegas, sin solicitar un solo peso al Gobierno Nacional.

Vendiendo empanadas y otros productos, poco a poco la ciudadanía fue adquiriendo los materiales para la construcción de este importante campo de juego y mientras avanzaba la obra, la delegación de Ibagué entregó a Pereira la sede para los Juegos Deportivos que finalmente se desarrollaron en la capital para 1974. Posteriormente el Deportivo Pereira se trasladó a su nueva casa.

El traslado del rojiamarillo para una nueva sede ocasionó que la gente olvidara al Fortín de Libaré. “Nadie le volvió a prestar atención al estadio, todo se volvió una selva y fue entonces cuando yo me presenté ante el Concejo de Pereira y propuse, como presidente de la Corporación Deportiva, que este espacio se lo entregaran a la corporación y sirviera para el fútbol aficionado. Ellos me hicieron caso”, narra Ramírez, mostrando en su rostro el orgullo de este logro.

El Fortín de Libaré fue entregado a la Corporación Deportiva a través de acciones donde el municipio era el accionista.  Para el año 1981 la comunidad empezó a gestionar recursos propios para la remodelación del recinto que posteriormente adquirió el nombre de Mora Mora, en honor al médico Alberto Mora Mora, reconocido porque atendía a todos los deportistas de las diferentes disciplinas que representaban la ciudad a nivel nacional.

Para la época nació la Copa Ciudad Pereira, y desde entonces el Mora Mora ha servido a selecciones juveniles, de mayores, de fútbol aficionado y selecciones risaldenses, también como lugar de recreación para la comunidad de barrios aledaños que no tienen acceso a este tipo de espacios.

Para Ramírez, el Mora Mora es como un hijo, pues asegura que fue allí donde nació todo, y es este el único pulmón que tiene la ciudad para practicar deporte. Es un espacio que estará en la ciudad de por vida.


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