Pereira celebra desde ya
su sesquicentenario de fundación, un momento para reflexionar sobre la ciudad
que ha sido, la que es y la que promete ser. Tres invitados comentan sobre esta
fecha.
En esta ciudad, desde
diferentes orillas, han aportado para el crecimiento de la misma. La han
estudiado y debatido, tanto desde los espacios ciudadanos -por completo
abiertos- como desde la academia. Ellos son: Carolina Giraldo, historiadora y
en la actualidad asesora de las actividades del sesquicentenario; Andrés
Botero, comunicador y jefe de comunicaciones de la Cámara de Comercio, y
Rigoberto Gil, escritor y docente de la UTP.
Una primera pregunta que
se lanza, como incitación para la charla alrededor de un aromático café, es
sobre el significado mismo del sesquicentenario. Toma la palabra Rigoberto Gil,
quien afirma sin dudarlo que “es una oportunidad de balance, para mirar en
perspectiva la ciudad. De hecho, una oportunidad para volvernos a juntar en
esta mesa, ojalá pasara lo mismo con la ciudadanía”.
Andrés Botero complementa
que en “la diferencia también está el construir, sin raza ni sexo ni
condición”. Cierra la respuesta Carolina Giraldo, quien asume este momento como
“una oportunidad para saber de dónde venimos, para dónde vamos. Es una
oportunidad, además, para recoger el pasado”.
Civismo
Rigoberto Gil. |
“Actividades como el 'Primer ladrillo' (organizado para la Cámara de Comercio con miras a la
construcción del centro de convenciones) demuestran cómo no se ha perdido el
civismo en la ciudadanía. De hecho, terremotos como el del 99 ayudaron a
reconstruir la ciudad, repensarla. El civismo es latente en una ciudad diversa
como Pereira”, comenta Andrés.
De esta visión se aparta
Carolina, para quien “el periodo de grandes gestas cívicas ya pasó, era una
ciudad más pequeña. En la actualidad, 47 por ciento de la población lleva menos
de cinco años habitando Pereira, por eso es necesario transformar el civismo en
cultura ciudadana, construir una ciudad donde el más grande no se trague al
chico”.
En apoyo a esta tesis,
Rigoberto afirma: “no éramos capital, eso generó solidaridad”. “Claro, una
ciudad marginal, secundaria en Caldas. Un enemigo común aglutinó voluntades”,
añade Carolina.
Migrantes
Nueva York y San
Francisco tienen un alto nivel de migrantes, a pesar de ello la gente se
apropia de la ciudad, eso no es condicionante de falta de identidad, afirma
Carolina.
Este es un tiempo de
nostalgias, de pensar en grandes gestas del pasado, nada distinto a lo que pasa
en otras ciudades intermedias del país, las mismas que reciben todos los
conflictos. Esta ciudad, por ejemplo, está muy bien ubicada, además es una
ciudad abierta. Por eso la diferencia está en su historia de ciudad abierta,
comenta Ricardo.
Crisis e innovación
Pero no hemos salido de
la crisis del café y de las confecciones –matiza Carolina-. El comercio no es
una verdadera vocación, es fachada, pues no genera tanto empleo. A esto se suma
la crisis de las remesas del exterior, con el agravante de que la gente no
reacciona mucho, no hay mucha opinión ciudadana.
Ricardo controvierte,
asegurando que el gran crecimiento de la ciudad está en el comercio y en el
café. El comercio crece y es sustento laboral de muchos. Se deben trabajar más
ejes como vocación, expansión, competitividad y tecnología. ¡Qué bueno volver a
la cultura cafetera, eso no se puede perder! De hecho, Parquesoft es
innovación, lo mismo que call centers
con tecnología local, además de estudios y propuestas basadas en la
neuronavegación desde la UTP. Nos falta creer más en lo nuestro, termina.
En este momento,
Rigoberto sugiere que todas estas son pruebas y manifestaciones de la
innovación, pero las administraciones locales no se meten en eso. Nos falta más
publicidad de lo que tenemos para hacerlo visible –añade-.
Pero La Cuadra y
Cortocircuito también son ejemplo de innovación. Actuamos de manera muy
despectiva respecto a la cultura cafetera, tanto que todavía se usa la
expresión: “mejor me voy a coger café”, concluye Ricardo.
¿Cuál es la ciudad que usted sueña?
Carolina: una donde haya un gran repositorio de la memoria. Donde se conserve todo
lo que hay en notarías, el Concejo, en los archivos del municipio, lo que tiene
Jaime Ochoa, la biblioteca del Rialto, los archivos gráficos diseminados. Esa
es mi apuesta, una nueva investigación más basada en la documentación de
archivo que permita una revaluación de la historia. Lo ideal sería construir un
museo de la ciudad, de la mano con el Centro Cultural para que sea activo. En
ello ayudaría tener un pregrado en historia en Pereira.
Rigoberto: sueño con una ciudad con ciclovías que se vinculen a todas las veredas
cercanas. Sería una ciudad ejemplar; en vez de Megabús, impulsar el uso de la
bicicleta. Para ello, sería interesante construir vías exclusivas señalizadas,
con semáforos, al estilo de Berlín. No existe una cultura ciudadana enfocada al
usuario de la bicicleta, recuerden que una bicicleta significa un carro menos.
Hay un exceso de carros y motos.
Andrés: me sumo a lo que dice Rigoberto, soy ciclista. Montar en bicicleta en la
ciudad es muy chévere. Ojalá la ciudad tuviera un bulevar al lado del río Otún,
miremos a los ríos.
Soy extranjero, de un país muy al norte y vivo en Pereira y mi opinión sobre los Pereiranos es que se me hace una sociedad sumamente retrograda, elitista y discriminadora. Yo prefiero no salir a la calle porque la gente piensa que la voy a atracar o que soy un adicto solo porque uso bermudas y gorra, por el hecho de no usar ropa de marca, por usar barba. Me parece que si de civismo hablamos es necesario que cambiemos esta actitud y empezar a ser una sociedad que acoge al extraño, dejemos de ser tan superficiales y de valorar a las personas por su apariencia. Me impresiona la forma en que al gente conduce, una forma totalmente egoísta con el peatón, primero son los carros, luego las motocicletas y luego el peatón. En Pereira el peatón no tiene ningun derecho, el peatón no existe, la descortesía al conducir deja ver lo superficial de la gente, si no tienes carro no eres nadie en Pereira.
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