Rara vez se ve la siembra de árboles en la Comuna, pero en
cambio sí son frecuentes la tala de algunos de ellos o los actos que atentan
contra su integridad.
La destrucción de árboles es una imagen frecuente en la Comuna. Sus resultados se observan a plena luz del día, pero sus orígenes quedan en la profundidad oscuridad de la noche. |
Hace pocos meses los habituales visitantes del Pereira Plaza,
además de los transeúntes, fueron testigos cómo fueron talados de manera
irresponsable varios árboles que adornaban el sector. Solo los muñones de los
troncos y algunas ramas dispersas quedaron a la vista.
Preguntados en su momentos los responsables del parqueadero
adyacente, sin ninguna relación con el centro comercial, las respuestas fueron
evasivas y por completo desentendidas de lo que allí había sucedido. Nadie vio
nada, nadie sabía nada. Eso sí, la fachada del aviso del parqueadero quedó,
providencialmente, muy visible.
Según informes del Ideam, en Colombia desaparecen cada año 336.000
hectáreas de árboles, un territorio tan grande que se puede comparar con la
extensión del departamento del Atlántico. Y, por lo visto, ese futuro parece
esperarles a los calculados 1.700 árboles que existen en la Comuna Universidad.
Guayacanes, ficus, samanes, gualandayes, urapanes, pomos,
cascos de buey, algunas de las especies frecuentes en la Comuna, se la ven
difícil para resistir el deseo de talarlos o, cuando menos, podarlos hasta
dejarlos como esqueléticos fantasmas que asustan por avenidas y calles.
La Comuna cuenta con un jardín botánico, el único de la
ciudad, adscrito a la UTP, pero su labor se queda corta ante la acción
inmisericorde de muchos que se amparan en la soledad de la noche para cometer
fechorías ecocidas. De hecho, la misma universidad publicó hace dos años un “Manual
de Silvicultura Urbana de Pereira”; pero parece que poco se consulta.
La desaparición del Impar (Instituto Municipal de Parques y
Arborización) y el hecho de que sus funciones fueran asumidas por la Dirección
operativa de parques y escenarios deportivos incidió en la calidad del cuidado
y conservación de los árboles en la ciudad. En la actualidad se ejecutan
labores de remoción de maleza y fumigación para evitar plagas, además la rocería
se efectúa cada 40 días, según informó un integrante de esa oficina
Expertos como Luis Fernando Aguirre, agrónomo de la
Universidad Nacional, aseguran que “se hace necesario alimentar el plan de silvicultura
urbana en la ciudad con un inventario detallado de las diferentes especies de
árboles que existen sobre el espacio público, lo que permitirá poder establecer
los procedimientos a seguir dependiendo de las necesidades de cada uno de los
árboles”.
Incluso, como lo proponen algunos, sería ideal que cada
árbol tuviera su ficha de seguimiento, digitalizada, incluso. Así, cualquier
intervención necesaria se haría de manera detallada, concienzuda y con un alto
grado de asumir una tarea adecuada y en beneficio de los diferentes ejemplares
que adornan la zona.
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