Por: Diego A. Vélez
¿Quién puede anticiparse al
efecto que provoca la reunión de un hombre y otro hombre? ¿Quién las infinitas
causas que a través del tiempo provocan
el encuentro de uno y otro? Uno no llegaría a imaginarse, no podría suponerlo,
que una ciudad como Pereira, en un preadolescente siglo hijo de un siglo cruel
e interminable, reuniera a un grupo tan desigual de hombres y mujeres bajo una
misma intención, un mismo oficio, un mismo arte: la literatura.
(Izq.) Juan Manuel Ramírez Rave, Yorlady Ruiz, Freddy Alan Gonzáles, la directora del Instituto de Cultura de Pereira Adriana Vallejo de la Pava y Jairo Henao |
Luego de muchos años de escritura
pereirana, hoy parece haber una honda preocupación de académicos, escritores y
gestores por recuperar la memoria literaria de Pereira y, en general, del Gran
Caldas. Hoy como nunca se estudia y se investiga la producción literaria de la
región y se pretende, unas veces con ingenuidad y otras con fortuna, darle el
justo valor a obras que durante años han estado ocultas en los anaqueles de
inciertas bibliotecas.
Hay que aceptar que “el valor
literario” de muchas de estas obras, históricas y ya tradicionales en la literatura
pereirana, es mínimo. Algunos dirían, de hecho, que no merecen ser leídas. Sin
embargo, cada una de ellas expresa una visión del mundo herida por la luz de
esta ciudad, Pereira ¿Cómo ignorar entonces las voces que edificaron la ciudad?
La validez y necesidad de tales trabajos es innegable.
A esas voces se han sumado otras,
nuevas formas de ver y de decir que contaron con la fortuna de un camino
allanado, con la simple fortuna de que algunos superaron el olvido y, ahora,
todo es memoria. Así es como obras como la de Juan Manuel Ramírez Rave, Freddy
Alan Gonzáles, Yorlady Ruiz y Jairo Henao, ganadores de la “Convocatoria
Colección de escritores pereiranos 2012”, han alcanzado escenarios que hace
algunos años eran imposibles para un escritor local: ahora hacen parte de la
literatura nacional. Este grupo constituye una parte, tal vez la más visible,
de una generación de escritores que son, directa o indirectamente, producto de
una generación anterior que hoy ocupa las academias de literatura y los centros
culturales donde los nuevos escritores de la región se han formado. También
hacen parte de esta generación Andrés Galeano (Poesía Suicida para no matarse), Carolina Hidalgo (De este lado de las cosas), Jaiber
Ladino Guapacha (Las aventuras del
barranquero) y algunos otros cuya huella aún se está dibujando.
Juan M. Ramírez Rave |
La obra de Juan Manuel Ramírez
Rave, Esa delgada luz que es el silencio,
explora con minucia la parte más difícil de la palabra, el silencio. Traza
un recorrido por la poética de lo no dicho en cuatro autores latinoamericanos: Sor
Juana Inés de la Cruz, Juan Rulfo, Jorge Carrera Andrade y Jorge Luis Borges. El
autor consigue probar que, en muchas ocasiones, la forma más importante de lo
dicho es el silencio.
Freddy Alan Gonzáles |
Anónimos, la novela de Freddy Alan Gonzáles, expone una nueva
visión de la ciudad y del exilio cotidiano. Renueva las preocupaciones de lo
urbano y manifiesta una postura muy personal acerca de las relaciones que se
tejen entre los individuos. Una novela que opta por la plasticidad de la
palabra sobre el sentido de la misma, por la imagen antes que el relato, por el
esbozo en lugar de la historia concreta. Explora nuevas formas de la narración
que operan atadas a la movilidad y heterogeneidad de lo posmoderno.
Yorlady Ruiz |
Yorlady Ruiz, por su parte, establece
un diálogo directo con la tradición de la poesía colombiana y, al mismo tiempo,
revela en su obra, Diarios íntimos, la
originalidad de una voz que se ha construido en diferentes escenarios y que ha
madurado durante veintisiete años, todo para pronunciar la palabra exacta, esa
que a veces revela melancolía, otras alegría, y algunas otras pasión, amor y
olvido. Poesía atada la belleza existente en la cotidianidad.
Jairo Henao |
Finalmente, Jairo Henao, se acoda
en la oralidad para revelar la naturaleza cruel y paradójica de los nuevos
centros de interacción social. A través de un lenguaje simple, a veces prosaico
y elemental, da cuenta de la forma en que se tejen las vidas de “las gentes”
que transitan a diario por el “universo del centro comercial”.
Todos ellos, hombres y mujeres
que la causalidad ha reunido en una misma ciudad, bajo una misma intención, un
mismo oficio y un mismo arte, son la
nueva voz que tiembla. El tiempo (y la literatura) se encargará de valorar
estas obras y darles a cada una su lugar; por lo pronto se suman a una difícil
y abrumada tradición, de la cual constituyen, hoy, la punta visible de un
enorme iceberg.
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