Luego del diagnóstico de
cáncer infantil, cientos de familias quedan desestabilizadas ante la
posibilidad de perder a uno de sus más frágiles miembros. Sin embargo, existen
fundaciones y entidades que se encargan de mejorar la salud emocional y el
bienestar de niños y parientes.
Leidy Viviana Puerta es una joven madre de 30 años. Sentada en uno
de los sillones de la Fundación Sanar, mientras observa la televisión en
programación colombiana, se ve tranquila y serena, a pesar de que el primero de
abril recibió la noticia de que su hijo, Carlos Mario Jurado, con tal solo ocho
años, padecía leucemia, uno de los tipos de cáncer con más frecuencia en la
infancia. “Yo alguna vez había escuchado hablar sobre la leucemia, pero nunca
me había interesado en ello hasta que, después de varios exámenes, Carlos Mario
fue diagnosticado con esta enfermedad”, explica.
Tras repetidas noches presentando síntomas como fiebre, dolor de
cabeza, daño de estómago y vómito, el 29 de marzo Leidy decidió que tenía que llevar
a su hijo al hospital en La Virginia, donde reside con su familia. “Ese sábado
por la mañana amaneció muy amarillo el rostro, las manos y los pies y
quejándose de fuertes dolores de cabeza”. El médico que atendió a Carlos Mario
le advirtió a Leidy que su hijo podría padecer esta enfermedad y de inmediato
la remitió al hospital San Jorge de Pereira.
A su llegada, Leidy se mostró impaciente y angustiada, pues temía
lo peor. “Lo más duro era tener que explicarle a mi familia lo que estaba
sucediendo, porque yo pensaba que se trataba de una simple anemia”, indica. Ya
en el hospital, los especialistas le confirmaron la noticia, Carlos Mario sería
hospitalizado a partir de este momento.
Al mismo tiempo que Carlos Mario empezaba con su tratamiento,
Leidy recibió información en la Fundación Sanar sobre los diferentes servicios
que se prestan a las familias cuyos niños son diagnosticados con cáncer.
La Fundación Sanar es una organización sin ánimo de lucro que nace
luego de las historias de tres familias que, tras ser informadas de las
enfermedades de sus niños, decidieron que debían encontrar una salida ante este
panorama sombrío. “Inicialmente, la fundación se creó con la misión de buscar
los medicamentos necesarios para tratar el cáncer infantil, pero con el paso de
los años se ha fortalecido, prestando diferentes servicios concernientes al
acompañamiento psicológico y tratamiento médico de los niños que son
diagnosticados y sus familias”, indica Ana Cristina Galvis Arias, directora
ejecutiva desde hace 16 años de la Fundación Sanar con sede en Pereira.
Historias como la de Leidy son las que tienen que tratar
diariamente la trabajadora social y la psicóloga que trabajan en la fundación,
ambas mujeres preparadas para enfrentar todo tipo de experiencias referentes al
cáncer infantil. “Cuando llegué a la fundación, me recibieron con los brazos
abiertos. La gente aquí siempre está dispuesta a escuchar nuestro sufrimiento,
ha sido de mucha ayuda”, replica Leidy.
Después de esta importante acogida, a Leidy le explicaron cómo
cambiaría su rutina diaria; cuáles serían las facetas de la enfermedad de su
niño, las consecuencias del procedimiento médico y demás indicaciones
pertinentes. Siempre cuando llegan pacientes nuevos, las trabajadoras de Sanar
realizan visitas de inspección a los hogares de los niños, indagan cómo es su
vida, su hogar y su familia. “Fundación Sanar trabaja de la mano con la
Defensoría del Pueblo y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
tratar casos en los que se requiere la ayuda de estas entidades, por ejemplo
cuando hay maltrato intrafamiliar o denuncias por acoso”, declara Galvis.
Actualmente, la fundación cuenta con aproximadamente 75 niños del
Eje Cafetero y el Norte del Valle que se encuentran en diferentes facetas de su
enfermedad; 150 más están próximos a curarse, llamados también sobrevivientes.
La intervención psicológica de las personas que trabajan en Sanar ha hecho
posible que cientos de familias se sientan acompañadas en su incertidumbre, permitiendo
un poco de esperanza que hace más llevadera la vida.
“En la fundación Sanar contamos con toda clase de talleres y
terapias que ayudan a las familias a generar ese compromiso con los niños y
aceptar la enfermedad, pero también a distraerse del espacio hospitalario,
vivir el duelo”, indica Galvis. Estas actividades se convierten en
oportunidades para trabajar en proyectos de vida y lucha.
Los talleres terapéuticos se basan en acompañamiento lúdico y
recreativo, a partir de diferentes actividades como los grupos de duelo o la
huerto-terapia, que consiste en disminuir los niveles de depresión, mediante el
cultivo de hortalizas. “El cuidado del huerto es equivalente al cuidado de los
niños; su crecimiento depende 100 por ciento del trabajo de los niños y sus
familias, por lo que se compara con el avance en el tratamiento”, argumenta.
Sanar además presta servicios jurídicos cuando el paciente así lo
requiere. A la fundación llegan personas que muchas veces no tienen los
recursos para viajar al hospital o tramitar pagos necesarios; comunidades
vulnerables, indígenas y familias desplazadas por la violencia, son algunos de
ellos. “Nosotros nos encargamos de asesorar a las personas para que se cumpla
la ley 1388 del 26
de mayo de 2010, la cual indica que es responsabilidad de las EPS garantizar el
acceso inmediato, la calidad y la oportunidad en la atención de los menores con
cáncer”, explica Galvis.
DESTACADO:
Según estadísticas del
Observatorio Interinstitucional de Cáncer Infantil, en Colombia se diagnostican
alrededor de 2.200 casos nuevos cada año.
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