domingo, 3 de noviembre de 2013

Editorial / Opinión

Dialogar, no hay otra salida

Los sucesos recientes ocurridos en la que, de lejos, es la universidad más grande de la región, además de ser el único centro de formación superior de carácter público con educación presencial, en Risaralda, dejan varios sinsabores entre la ciudadanía.

El primero de ellos, quizá el más cuestionable, es la actitud hostil y negatoria del otro que las partes involucradas tuvieron en mal momento como escogencia de lo que sería la confrontación.
A pesar de los llamados de la ciudadanía, de la necesidad del mismo, las partes se negaron de manera tozuda a entablar un diálogo. Todo se limitó a una estéril guerra de comunicados, faltos de contexto muchos de ellos, y para nada conciliatorios en todos los casos.

Desde la rectoría de la Universidad Tecnológica de Pereira casi a diario se expedían comunicados emitidos por las directivas de la misma o suscritos por personas y entidades afines a la actual administración, pero que por igual eran difundidos empleando los medios oficiales de la UTP.

Por su parte, los estudiantes –en un ejemplo de empleo eficiente de las redes sociales- también hacían lo suyo llegando con su mensaje a los interesados. Los profesores, agremiados tanto en Aspu como en AsdoUTP, enviaban comunicados a los medios y la comunidad en general, más convocatorias a una que otra rueda de prensa –por cierto, con poca asistencia de los medios-.

Eso sí, nunca, en lo rastreado hasta una fase muy avanzada del cese de actividades, pudo observarse un comunicado que enfatizara en el diálogo o que, por lo menos, tendiera propuestas posibles para iniciar una negociación.

Fue esta situación, quizá, una excelente metáfora de la sociedad colombiana actual. Sí, una sociedad en la cual dialogar es sinónimo de claudicación, cuando no de debilidad. Acá se asume el consenso como única posibilidad, de hecho el disenso es duramente castigado, cuando no perseguido y anulado mediante los mecanismos expeditos de quienes detentan el poder.


Es enojoso decirlo, pero aparte de los cuestionamientos válidos o no, expuestos por cada una de las partes, en el fondo subyace una posición intemperante, fruto quizá de una educación general que hace carrera, en la cual quienes no estén por completo de acuerdo conmigo, se califican como equivocados o como enemigos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario