lunes, 7 de octubre de 2013

Hipermercados / Compras

Tiendas de barrio, tenaz competencia

“El tendero de barrio es, por definición, el amigo de la comunidad, el sacerdote, el banco y hasta el psicólogo, el único capaz de brindar una atención personalizada y de confianza. Esto garantizará la permanencia de esta figura a través del tiempo”. Victoria Eugenia Echeverry, directora ejecutiva de Fenalco Risaralda.


La llegada de grandes superficies como Ara y D1 a la Comuna Universidad, tiene dividido el sentir de los tenderos de barrio. Mientras unos empiezan a sufrir evidentes afectaciones en el bolsillo, otros no ven como amenaza la presencia de estas multinacionales al considerar que ofrecen muchos más productos que les permiten suplir algunas necesidades básicas de su comunidad.

Mientras en la ciudad empiezan a aparecer en cada esquina supermercados iguales o similares a los anteriormente mencionados, aplaudidos por el gobierno local por ser grandes generadores de empleo en la región, también crece el temor de los tenderos y dueños de minimercados, quienes encuentran en sus negocios la forma de supervivencia para sus familias y son algunos de los principales aportantes a la economía de la ciudad.

Es el caso de Juan Carlos García, propietario desde hace 16 años de la Miscelánea Rin Rin, del barrio Los Alpes y quien, a raíz de la pérdida de varios de sus clientes tras la aparición de inversionistas extranjeros, constantemente se pregunta a largo plazo qué pasará con los 12 mil tenderos del área metropolitana quienes cumplidamente pagan impuestos, sin recibir soluciones a sus actuales problemáticas por parte de las autoridades encargadas.

“Las ventas en mi negocio bajaron más del 50 por ciento, me he visto muy afectado con la presencia de estos supermercados, yo pago a la Cámara de Comercio, Industria y Comercio, a la Dian, a Fenalco, y a pesar de ello viéndome afectado, no veo que ninguno de estos gremios nos traigan soluciones a la actual situación que vivimos”, expresa García.

Nancy Barreto, propietaria de la Miscelánea Noelia, ubicada en el barrio Popular Modelo, asegura que las ventas de su negocio han bajado hasta en un 30 por ciento, pues la comunidad busca precios más bajos y por percepción los clientes consideran que solo en los supermercados los pueden encontrar.
Según ella, “yo tuve esta tienda, la vendí y después volví a comprarla. La forma en que se vendía antes no es la misma a la de hoy, el comercio está muy flojo y la gente se empieza a ir en busca de economía”.


Optimismo gremial
A pesar de estos testimonios, Fenalco Risaralda se muestra optimista al considerar que por el contrario la figura de tienda de barrio no podrá desaparecer de la historia de la región, pues el tendero tiene un punto a su favor al convertirse en amigo de su comunidad y confiar en sus vecinos al proporcionarles productos fiados, servicio que no brindan las grandes superficies.

“Hace 20 años expertos nos dijeron que no perdiéramos tiempo en programas en beneficio de los pequeños tenderos pues era un formato que estaba destinado a desaparecer, sin embargo, nosotros no permitimos esto y hoy a través de Fenaltiendas preparamos a los tenderos para que cada día sean más competitivos, pues son estos quienes satisfacen en un 65 por ciento de productos básicos de la canasta familiar a todas las comunas, corregimientos, veredas y barrios de la ciudad y del departamento”, expresa Victoria Eugenia Echeverry, directora ejecutiva de Fenalco Risaralda.

Mientras muchos siguen sintiendo apatía frente a la presencia en la zona de estos grandes supermercados, Fenalco asegura que a pesar de los servicios y productos innovadores que estos ofrecen, existe un factor que solo el tendero de barrio puede ofrecer y es la atención personalizada.

“Ellos no tienen el feeling con la comunidad y es que uno va a la tienda de barrio sin plata y sale con el producto, eso no lo hace nadie, si necesito una bolsa de leche o un puñado de arroz, el tendero me lo entrega y yo lo podré pagar en el momento que pueda, esa fidelizacion del cliente, ese mercado relacional, no se va acabar”, añade Echeverry.

Esta visión es apoyada por tenderos como Juan Hernández, propietario de la Miscelánea El Progreso, ubicada en el barrio Berlín, quien asegura no sentir mayor afectación y sus clientes siguen siendo los mismos: “Mis ventas siguen igual, tal vez porque fío a la gente de mi barrio”.


De otro lado Libardo Castro, propietario de la tienda Rapifrutas, del barrio Popular Modelo, asegura que cuenta con productos que Ara y D1 no pueden ofrecer. “Ellos no son fuertes en frutas y verduras, yo a diario traigo de estos productos frescos a mi negocio y por eso creo que me ha seguido yendo igual”.

ero a pesar de las alianzas de amistad entre el tendero y sus clientes, es importante que el propietario del negocio esté a la vanguardia del desarrollo comercial de la ciudad, de la región e incluso del país, por lo que Fenalco considera de suma importancia que sean estos quienes se preparen intelectualmente y accedan a tecnología de punta que los ponga en un intermedio entre la tienda de barrio y el supermercado y sean aun más competitivos en el mercado de hoy.

“Ellos tienen que preocuparse en que si no se formalizan, no se capacitan, no mejoran la prestación de sus servicios, su diseño comercial y no acceden a nuevas tecnologías, pueden desaparecer”, indicó la directora ejecutiva.


Mientras tanto, este amigo, confesor y pequeño banquero sigue esperando la llegada de nuevos clientes a un espacio que se ha mantenido a través de los siglos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario