viernes, 6 de septiembre de 2013

Especial / Vivencias

Dulce con sabor campesino 
Mezcla de sueños y pujanza, una actitud emprendedora y una perfecta combinación entre sabiduría extranjera y aroma a café, forjaron un ideal que hoy tiene un lugar especial en el libro de historia de la ciudad. La Lucerna ha sobrevivido por más de cinco décadas.



Era 1959 cuando el pastelero suizo Max Jourdan decidió, después de pisar tierra cafetera, apostarle a los sabores únicos que solo ofrece la región y al unir sus conocimientos extranjeros y la materia prima colombiana, logró construir una “historia muy dulce”, que por generaciones y hace ya más de cinco décadas sigue estallando en el paladar de los pereiranos.

Hasta una casona vieja ubicada en la en la calle 19 entre carreras 6a. y 7a., donde hoy es el Centro Comercial Alcides Arévalo, llegó este extranjero que en medio de paredes y piso de bahareque se inspiró para dar inicio a lo que hoy es la tradicional Pastelería La Lucerna.

“Era un lugar muy pequeño y humilde donde solo atendían el dueño y una empleada, allí vendían panes, gaseosas y helados; a pesar de la incomodidad, era muy acogedor”, recuerda como si fuera ayer María Adalgiza Peña, la mujer que por 35 años prestó sus servicios a esta pastelería, ganándose el título de la empleada más antigua del lugar.

Con el paso de los días Jourdan empezó a ver la necesidad de conseguir un lugar más amplio para atender a sus fieles clientes, fue entonces cuando tomó sus herramientas de trabajo entre hornos y batidoras y se mudó a una casa de dos pisos, ubicada en la calle 18.

Crecimiento
El negocio empezaba a crecer y ganar reconocimiento mientras que con gran ingenio el pastelero suizo 
experimentaba entre sabores para crear nuevos productos con los que pudiera conquistar no solo el corazón de un pueblo, sino un país entero.

Entonces los helados no solo fueron los únicos en hacer famosa a La Lucerna. Jordan después de haber sumado a su menú finos pasteles europeos, combinó las recetas de los turrones italianos y franceses con el sabor del café y el maní, logrando un producto tan exquisito que en poco tiempo se convirtió en la golosina típica de la región cafetera.


“Mi jefe empezó a tomar las claras de huevo que le sobraban y empezó a experimentar hasta lograr los famosos turrones de La Lucerna que todos querían comprar”, comenta Adalgiza, quien además siente gran orgullo de haber participado en el desarrollo de este proyecto empresarial de talla internacional.

Las nuevas construcciones poco a poco fueron cambiándole el rostro a la ciudad y por segunda vez La Lucerna debió cambiar de ubicación, sus visitantes aumentaban día tras día y se vio la necesidad de prestar un servicio más cómodo para la comunidad, fue así como los miembros de esta empresa llegaron de nuevo hasta la carrera 19 entre carreras 7a. y 8a. donde hoy siguen luciendo sus productos.

La clase y el glamour propios del nuevo local atrajo a propios y turistas de todo el país e, incluso, de todo el mundo. Los invitados especiales no se hicieron esperar y entonces  artistas, actores y políticos ocupaban las mesas de la pastelería para vivir en carne propia una experiencia única de sabores.

Personajes como  Roberto Gómez Bolaños - El Chavo del Ocho-, Rubén Aguirre Fuentes - El Profesor Jirafales-, César Gaviria Trujillo, Alfonso López Michelsen,  Monseñor Fabio Suescún Mutis, Monseñor Darío Castrillón Hoyos, entre muchos otros, visitaron la pastelería.

“Por mi desempeño y honestidad terminé siendo la Supervisora General de la empresa y entonces mi jefe, quien me decía Ada de cariño, pues no podía pronunciar mi nombre, destinó que fuera yo quien le diera la bienvenida a estas importantes personas; era un orgullo poderles leer los discursos de agradecimiento por su visita.

Pero más que tener la oportunidad de conocer a estas grandes personalidades e interactuar con ellos durante su estadía, para Adalgiza el mejor momento de su trabajo era cuando se convertía en testigo de los romances más sinceros y transparentes que nacían tras las copas de un helado Peach Melba.

“Era muy grato cuando llegaban constantemente a la pastelería parejas de novios a compartir de un momento romántico y después de un tiempo cuando creía que no los volvería a ver, regresaban ya casados y con hijos; así me ocurrió con los padres de la tenista Mariana Mesa”.

En la actualidad La Lucerna es una empresa de talla nacional, con tres plantas de producción y 54 años en el mercado de alimentos.

Por este lugar pasan a diario aproximadamente 2.000 personas, entre locales y turistas, convirtiendo este espacio en un punto de encuentro para todos los pereiranos, y en el lugar perfecto para empezar una amistad, una relación amorosa o un acuerdo de negocios.


1 comentario:

  1. desde España damos fe de que hasta aquí han llegado los turrones de mani

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