Derrumbe
de talud cerca a la vía Armenia, uno de las mayores preocupaciones de la
comunidad. Casi todos sus habitantes residen en modernos conjuntos cerrados.
La caída periódica de tierra sobre la vía central causa toda clase de peligros para quienes transiten por allí. Poco se ha hecho para el manejo adecuado del talud. |
Desde
el edificio del Favi, cerca a la UTP, se avizora una inclinada calle
pavimentada que de manera retorcida termina fusionándose con la vía a Armenia
luego de un kilómetro de casi vertical caída. A los lados, varios conjuntos
cerrados permiten ver unas casas modernas y de arquitectura similar.
Tan
parecidas son, que hasta sus nombres se prestan para confusiones: Unidad
residencial Canaán, Altos de Canaán, Caminos de Canaán y Guaduales de Canaán,
son algunas de ellas.
Guaduales,
arbolocos, sietecueros, samanes y otras especies vegetales menores resaltan
durante el recorrido por este sector, antes perteneciente a la Hacienda Canaán,
cuya antigua portada es un punto de referencia en una de las tantas curvas de
la vía principal.
Allí
reside Ernesto Arango Puerta, cuyo padre, el líder liberal ansermeño Gustavo
Arango Garrido, compró esta propiedad en 1950, compuesta originalmente por 140
cuadras sembradas de café. Arango Garrido salió de Anserma debido a las
amenazas y conflicto desatado luego del “Bogotazo” de 1948.
Parte
de la actual hacienda ocupa el área de influencia del Salado de Consotá,
declarada zona de influencia arqueológica en el 2004 por el ministerio de
Cultura, lo cual le da un valor adicional a este atractivo sector.
Hoy
solo queda una pequeña parte del terreno original, pues la ciudad se tragó a la
hacienda. Sin embargo, la casa principal todavía se conserva, adornada con un
amplio corredor en baldosa flanqueado por arcos de medio punto que permiten
avistar unas enormes puertas de madera labrada, pintadas con vivos colores. Una
puerta de hierro impide la entrada de intrusos.
Preocupaciones
Inés de
Lorenz, quien habita en la única casa que no tiene portería o portada,
manifiesta su preocupación por situaciones como la falta de andenes en la parte superior del barrio,
lo que expone a los caminantes a ser atropellados por los vehículos que bajan veloces,
debido a la ausencia de reductores.
A esto
se suma que, debido a la cantidad de zonas verdes, inescrupulosos aprovechan
para lanzar escombros de diversas reparaciones que se efectúan en las viviendas
y edificaciones de los alrededores.
Pero un
problema mayúsculo es lo que se observa al terminar la vía principal, cerca a
la carretera a Armenia. Allí, en la margen izquierda descendiendo, se han
presentado continuos derrumbes que taponan de manera parcial la vía. A pesar
del peligro evidente y los impactos causados en el ágil flujo vehicular, las
autoridades correspondientes se limitan a recoger las toneladas de tierra que
caen, pero sin tomar acciones efectivas en el manejo del talud.
En fin,
un barrio donde cualquier transeúnte puede morir de sed, pues no hay dónde
comprar o conseguir un vaso de agua. Algo paradójico, pues la original Canaán
era una ciudad fenicia, llena de comerciantes y locales dedicados a ese sector
de la economía.
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