El nombramiento de Mario Bergoglio, Francisco I, marca dos
hitos sin precedentes en la historia de la iglesia católica. Por primera vez un
jesuita está al frente del vaticano y, también, es la primera vez que un
latinoamericano es nombrado papa.
Con 76 años, Bergoglio es conocido por sus arremetidas
contra el gobierno argentino a quien acusa de no hacer todo lo posible para superar
la pobreza, la marginación y la desigualdad social.
Por otra parte, su relación con el gobierno y la situación
social de su país tiene otro matiz. Bergoglio lideró la congregación jesuita argentina
entre 1973 y 1979, coincidiendo con una de las épocas más atroces de ese país,
la dictadura militar (1976-83). Durante esta época dos jesuitas fueron secuestrados
por el gobierno mientras realizaban tareas sociales en los barrios de pobreza
extrema, al nuevo papa se le acusa de haberles retirado la protección debida y
de estar demasiado cercano al gobierno militar de la dictadura. Sin embargo,
estas acusaciones no fueron probadas y, por el contrario, hay quienes afirman
que su intervención durante la dictadura fue el pilar que mantuvo unida a la
congregación jesuita.
Bergoglio ingresó al sacerdocio a los 32 años, a los 36 años
fue designado como responsable nacional de los jesuitas argentinos. En mayo de
1992, Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Buenos Aires. Luego de ser
vicario general el 1993 y arzobispo coadjutor en 1998, en 2001 finalmente llega
a ser cardenal.
Según los medios de comunicación en todo el mundo, el papa
Francisco I estuvo entre los más votados en el cónclave que eligió a Joseph
Ratzinger en 2005.
No hay comentarios:
Publicar un comentario