domingo, 17 de marzo de 2013

Crece el rebusque en la comuna


La proliferación de ventas callejeras en la comuna tiene alarmados a muchos. El desespero de quienes no encuentran empleo los lleva a soluciones indeseadas y que rayan en lo ilegal.

“¡Aguacaaaaaate!”, grita Silverio. “Flores frescas”, ofrece Alexis. “No soporto el ruido que entra a mi oficina”, comenta Lucía. “Estas calles se llenaron de vendedores”, dice Beatriz.
Todos y cada uno de ellos defiende una posición con sobrados argumentos. Todos y cada uno representa una historia con la clara demostración de un hecho incontrastable: el desempleo y el subempleo son ya una epidemia pereirana.
Obligado por la desaparición del Policlínic
o, Guillermo debió desplazarse
 de su lugar habitual, donde estuvo varios años, 
para ubicarse en el sector de Monos.

Por otro lado la Corte Constitucional ha fallado varias veces a favor del derecho al trabajo, pero es innegable que las incomodidades causadas por los vendedores son numerosas y afectan tanto al peatón como a aquellos que van en vehículo, originando congestiones e induciendo a accidentes debido a la congestión.

Desde hace algunos meses la Comuna Universidad ha visto como crece la cantidad de ventas de todo tipo por diferentes áreas de la zona.

Por supuesto, la inconformidad no se ha hecho esperar entre los residentes, quienes se han manifestado en contra de la proliferación de ventas informales en sus barrios. Ese es el caso de Gloria Gómez, quien reside en Altos de Canaán y manifiesta alarma ante el surgimiento de nuevos puntos de venta de productos diversos, la mayoría de ellos perecederos.

Otras voces

Alexis Sánchez viene de Tadó, desplazado por la situación de orden público en ese municipio del Chocó. Dice llevar ocho años con la venta de heliconias y aves del paraíso en una esquina del parque de Álamos.

Asegura que la gente es muy amable con él y ya tiene clientela fija que cada semana se acerca a comprarle sus flores, incluso algunos lo llaman para hacerle pedidos extras. Desde hace tres semanas a su lado se ubicó Nelson Castañeda, quien vende aguacates junto con su esposa.

Silverio es otro vendedor ubicado cerca al edificio del Favi. Allí se instaló a ofrecer aguacates, papayas y naranjas tangelo. Entre los vendedores es reconocido como una persona muy generosa, tanto que a la primera oportunidad regala a los paseantes algunos de sus productos.

“El actor de cine”, como lo llaman las señoras, colonizó este espacio
 al lado de un semáforo en la calle 12 con avenida Circunvalar.
Otros vendedores se ubican en la avenida Circunvalar, como es el caso de Guillermo Torres, quien hasta hace 15 días tenía su puesto de frutas aledaño al Policlínico, pero debido a su cierre buscó ubicarse en el sector de Monos, “con la autorización del dueño del edificio aledaño”, asegura.

Él tiene 60 años y estuvo incapacitado cuatro años debido a una compleja cirugía abdominal. Veinte años en la venta de frutas le han enseñado todo sobre el oficio.

Cerca al lugar donde se ubica Guillermo, a mediados de febrero unos jóvenes instalaron una venta de cholao. Su experiencia terminó en pocas horas, pues Control Físico, dependencia de la secretaría de Gobierno encargada de vigilar el uso del espacio público, intervino decomisando el puesto usado para tal fin.

Lo particular en este caso fue la aparente buena extracción social de los vendedores, quienes incluso movilizaban los insumos en un vehículo particular de modelo reciente.


También, en el mismo sector de la Circunvalar, han aparecido otros vendedores que ofrecen productos diversos, casi todos ellos perecederos en temporada de cosecha. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario