jueves, 21 de febrero de 2013

Entre la historia y el tenis


Víctor Zuluaga Gómez es uno de los principales historiadores de la región. Estudios sobre los ancestros indígenas son una de sus fuentes de pasión. El deporte, otra de sus aficiones.

Llegar a su hogar exige buena dosis de paciencia para explorar en los vericuetos. Se disculpa por el desorden que hay en su casa, pero apenas esa semana se ha trasteado a un lugar apacible en las afueras de la ciudad. Un lugar ideal para leer, reflexionar y escribir uno más de sus numerosos libros –hasta la fecha ha publicado 24– o los semanales artículos en un diario local.

Tiene un rostro que denota una seriedad extrema, de esas que inspiran respeto y reclaman mucha atención por parte del interlocutor. La seguridad y pausa que emplea al expresarse confirman la impresión y llevan a la credibilidad.

Nacido en Marulanda, Caldas, el 23 de enero de 1944, llegó a Pereira en 1974, como profesor de la UTP, universidad de la que se jubiló 25 años después, luego de pasar por diversos cargos, incluido el de decano de la Facultad de Educación. Desde entonces se ha dedicado a las asesorías académicas y al estudio de archivos históricos en varias ciudades de Colombia y en Europa, lo cual le han permitido descubrir documentos que refuerzan otras visiones de la historia local y regional.

Hijo de un médico que le huía a los pueblos que tenían carretera, porque afirmaba que con ella llegaba la perdición, este historiador de la universidad Javeriana vivió su adolescencia en un internado en Ibagué. De esa época de su vida recuerda con alegría las escapadas del colegio durante las Fiestas del Folclor.

Por esa misma época tomó la costumbre de leer y escribir en cuanto tiempo libre tenía, disciplina que le ha servido mucho a lo largo de su vida. Estudió historia a pesar de la perentoria advertencia de su padre quien le dijo “¿eso para qué sirve?”, aunque él murió antes de terminar su bachillerato. Al terminar sus estudios en la Javeriana, época marcada por las luchas estudiantiles de los 60, enseñó y fue rector del colegio San Viator en Bogotá, además de docente de la universidad de la que egresó.

Vida hogareña
Luego de la muerte de su primera esposa, la barranquillera Ruth Rodríguez, quien era docente de la misma universidad, vino un momento de inmenso duelo que pudo superar gracias al apoyo de sus allegados y de los dos hijos que tenía hasta ese momento. De hecho, en 1998 sufrió un infarto cardíaco severo que sobrellevó con el acompañamiento de la también docente universitaria y médica Patricia Granada, quien en la actualidad es su pareja y con quien tiene una nueva hija.

Es un hombre de lecturas, de búsquedas afanosas en los archivos históricos de Popayán, Cartago e, incluso, en el Archivo General de Sevilla, donde se regaló todo un año de búsquedas apenas se jubiló.

Don Víctor, como se le conoce en diferentes ámbitos, también se afana por el deporte. Desde muy joven practica el tenis, al cual en la actualidad destina tres días a la semana, jornadas en los cuales su agenda tiene como prioridad esta actividad física en la que se exige mientras juega con el estilo tradicional de manejo de la raqueta con una mano. El Club del Comercio es el escenario para muchos de estos partidos matutinos en los cuales se encuentra con sus amigos y aprovecha para hacer tertulia.


Luego, en su casa, analiza alguna de las múltiples copias de antiguos documentos, para construir una historia que no se quede en la oralidad –valiosa, pero susceptible a distorsiones– y que explore en el pasado a partir de pruebas fehacientes, constatables y que nos permitan conocer quiénes fuimos, qué somos y hacia dónde vamos, fin último de la memoria.

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