martes, 4 de diciembre de 2012

Arte / Espacio público

Salvar una calle



Las geografías de la ciudad recogen dentro de sí los anhelos y los miedos de sus habitantes. Ellas son fiel reflejo de lo que sus transeúntes proyectan.

En la calle 16, entre carreras 12 y 13, allí detrás de la llamada iglesia de San José, el desorden y el miedo parecen ser la dinámica imperante.

Pero con sueños y mucha tenacidad varios grupos de jóvenes, por coincidencia, iniciaron este trimestre propuestas que pretenden la recuperación del sector, taladrado con el ruido de los buses que recogen pasajeros para Santa Rosa, a pesar de la expresa prohibición para hacerlo.

Allí, con unos cuantos metros de distancia, se encuentran varias experiencias culturales. Dos de ellas son la Corporación Cultural Marcapasos Público y la otra es la tienda café Natural.

Ideas que a muchos les parecerán quijotadas, pero necesarias para una ciudad y un entorno en donde la ganancia y el éxito se convirtieron en únicas posibilidades de vida. Estas son sus historias.

Teatro

SALAestrecha ofrece teatro, espacios de diálogo, música y, 
sobre todo, reflexión sobre el quehacer teatral.

Una abogada (Vanessa Posada), un sociólogo (César Salazar) y un licenciado en artes plásticas (Mauricio Robledo) se unen para crear la Corporación Cultural Marcapasos Público, que no quiere ser solo una improvisada sala de teatro, desean también reflexionar sobre el teatro como posibilidad estética.

Para lograrlo, crearon espacios mensuales como el Café dramatológico, un encuentro abierto para discutir sobre las diversas situaciones que rodean el quehacer teatral. En noviembre, por ejemplo, la discusión giró alrededor de la confrontación del actor con su público.

Para nada se desean tocar temas tan recurrentes como la financiación de la actividad teatral o similares, pues en palabras de César y Mauricio lo que hace falta es discusión sobre el oficio mismo. Y razón no les sobra, de acuerdo con la acogida que han tenido.

En SALAestrecha, que es el nombre dado a la sala con capacidad para 14 personas, ya han presentado dos obras. Su intención es hacer breves temporadas, algo que, desde su parecer, hace falta en Pereira. La más reciente fue “El bien absoluto: breviario sobrenatural”, de Cicuta Teatro. Las obras se presentan de jueves a sábado a las 7:30 p.m.

La Corporación también ha organizado antes las muestras de teatro alternativo, que este año tuvieron su cuarta versión. Por último, el primero de diciembre inician el semillero de creación – investigación teatral, dirigido a actores, directores y dramaturgos. Además, tienen previsto un concierto de guitarra latinoamericana con Andrés Camilo Marín.


Tienda café

Natural es una tienda café, donde se encuentra desde una
bicicleta hasta una equilibrada alimentación vegetariana.

Mientras al fondo suena la trompeta de Miles Davis, Leonardo Álvarez y Jorge Eduardo Soto –ambos también integrantes de la banda Sativa–, comentan sobre su experiencia con este espacio donde se ofrece de todo. Se llama Natural, así como el diálogo con sus propietarios, dos jóvenes desenfadados y abiertos a las preguntas.

Para iniciar la experiencia, el visitante sube una breve rampa para encontrarse con un surtido de bicicletas clásicas con diseño personalizado, en seguida unos cómodos sofás para sentarse a degustar un café orgánico, vitrinas adyacentes donde se ofrecen diversas artesanías y, al fondo, mesas dispuestas para degustar las comidas sanas que ofrece la carta.

El espacio, cálido de por sí, se torna en una agradable experiencia en donde no deja de llamar la atención un antiguo saxofón expuesto sobre una de las mesas del local.

Jorge enfatiza en que la comida sana alimenta tanto cuerpo como espíritu y por eso apuestan  por espacios como estos, construidos con base en “mucha lucha y amor”.

Lo dicho se comprueba al mirar la carta, donde los productos ofrecidos enfatizan en un equilibrio nutricional con base en productos vegetarianos y algunos lácteos, sin llegar al extremo vegano (cero proteína animal).

Para el visitante primerizo, la presencia de las bicicletas, decoradas de manera creativa, es otro de los atractivos poderosos que lo llevan a pensar en la necesidad de volver a lo primigenio, a ese estado natural que los ritmos agobiantes imponen, anulando por completo la sensibilidad.

Una calle perdida en una ciudad igual de extraviada, en cuanto al rumbo de lo que sueñan sus habitantes, se convierte poco a poco en un lugar que aleja los miedos y permite el reencuentro a través de lo esencial: ser humanos.


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