jueves, 30 de agosto de 2012

Barrios / Los Alpes


Apacible, pero muy visitado

En los años 40 del siglo pasado el lote destinado para el barrio era un inmenso potrero de propiedad de Alfonso Jaramillo Gutiérrez, que servía como lugar de juegos para una tropa de muchachos que vivían en las casas ubicadas al otro lado de la avenida Mosquera, hoy avenida Circunvalar.

Casas en silencio, que escoltan unas amplias calles por donde ruedan vehículos con alguna frecuencia, le dan a este barrio el aire agradable pero moderno que es signo de su cotidianidad. Aunque las residencias y edificios de apartamentos son su marca distintiva, no faltan aquí y allá varios locales comerciales: almacenes, restaurantes, EPS y algunos de otro tipo.

No hay una fecha exacta, pero a mediados de los 40 se construyó la primera casa, la cual sigue en pie. Es la de Alfonso Jaramillo Bernal, construida por su padre en la carrera 13 (avenida Circunvalar) con calle 12. Allí en la actualidad funciona una escuela de ballet.

 Yeison Ceballos cuida vehículos en Los Alpes. Empezó cuando apenas tenía 12 años de edad.

El mismo Don Alfonso padre construyó en seguida su propia casa, sobre la misma carrera 13. Luego edificó varias viendas, una para cada una de sus hijas, en el mismo costado sur de la avenida (entre calles 11 y 12).

Que es un barrio habitado por gente amable es algo que ratifica Yeison Ceballos, un vigilante de carros de 24 años de edad, quien ha pasado la mitad de su vida ejerciendo este oficio en el sector. Asegura que todos son muy gentiles y con ellos tiene un trato amable.


Su oficio perdió clientela luego de que se permitieran las zonas azules, en un año que él define con precisión como el 2005. También de memoria recita las zonas azules, o de permitido parqueo, en el sector: la cuenta le da seis. Por último dice  que es un barrio tranquilo durante el día, aunque de noche se han presentado algunos hurtos a locales y peatones.

Recuerdos de una heredera

Ana María Mejía recuerda con nostalgia las primeras épocas del barrio, cuando
todos se conocían y la tranquilidad era garantizada. Acá en una fotografía
de infancia en una de las calles del sector.
Ana María Mejía, directora de la academia de ballet que lleva su nombre, recuerda que desde siempre vivió acá, en Los Alpes, el mismo barrio que habita luego de un largo trasegar por Colombia y el mundo.

Asegura que el terreno inicial estaba constituido por potreros y bosques, los cuales llegaban hasta el barrio Álamos. Una de sus mejores recuerdos es cómo jugaba con sus amigas en las aceras del barrio con toda tranquilidad, mientras los chicos se lanzaban en carros de balineras.

Comenta que su abuela, Doña Dionisia Bernal, esposa de Jaramillo Gutiérrez, y quien era conocida por sus nietos como “Mamá Chía”, loteó el terreno y vendió varias fracciones del mismo, incluso a sus propios nietos.

De igual manera, comenta que Alfonso Jaramillo Bernal pagaba el predial vendiendo lotes o pagando con tierra al municipio. De esta manera llegaron nuevos propietarios, diferentes a la familia Jaramillo Bernal.

La apariencia apacible del barrio tiende a romperse por el tráfico creciente de
vehículos y la apertura de locales que generan mucho ruido.

Sobre el barrio actual, comenta que es impresionante el nivel de ruido generado por un gimnasio ubicado diagonal a su casa, y que las quejas constantes ante las autoridades solo han servido para que no le presten atención o se burlen abiertamente. Se lamenta también porque permitan construcciones endebles, casi ramadas, que luego habilitan como locales comerciales.

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