Apacible, pero muy visitado
En los
años 40 del siglo pasado el lote destinado para el barrio era un inmenso
potrero de propiedad de Alfonso Jaramillo Gutiérrez, que servía como lugar de
juegos para una tropa de muchachos que vivían en las casas ubicadas al otro
lado de la avenida Mosquera, hoy avenida Circunvalar.
Casas
en silencio, que escoltan unas amplias calles por donde ruedan vehículos con
alguna frecuencia, le dan a este barrio el aire agradable pero moderno que es signo
de su cotidianidad. Aunque las residencias y edificios de apartamentos son su
marca distintiva, no faltan aquí y allá varios locales comerciales: almacenes,
restaurantes, EPS y algunos de otro tipo.
No hay
una fecha exacta, pero a mediados de los 40 se construyó la primera casa, la
cual sigue en pie. Es la de Alfonso Jaramillo Bernal, construida por su padre
en la carrera 13 (avenida Circunvalar) con calle 12. Allí en la actualidad
funciona una escuela de ballet.
Yeison Ceballos cuida vehículos en Los Alpes. Empezó cuando apenas tenía 12 años de edad.
|
El
mismo Don Alfonso padre construyó en seguida su propia casa, sobre la misma
carrera 13. Luego edificó varias viendas, una para cada una de sus hijas, en el
mismo costado sur de la avenida (entre calles 11 y 12).
Que es
un barrio habitado por gente amable es algo que ratifica Yeison Ceballos, un
vigilante de carros de 24 años de edad, quien ha pasado la mitad de su vida
ejerciendo este oficio en el sector. Asegura que todos son muy gentiles y con
ellos tiene un trato amable.
Su
oficio perdió clientela luego de que se permitieran las zonas azules, en un año
que él define con precisión como el 2005. También de memoria recita las zonas
azules, o de permitido parqueo, en el sector: la cuenta le da seis. Por último
dice que es un barrio tranquilo durante
el día, aunque de noche se han presentado algunos hurtos a locales y peatones.
Recuerdos de una heredera
Ana María Mejía recuerda con nostalgia las primeras épocas del barrio, cuando todos se conocían y la tranquilidad era garantizada. Acá en una fotografía de infancia en una de las calles del sector. |
Ana
María Mejía, directora de la academia de ballet que lleva su nombre, recuerda
que desde siempre vivió acá, en Los Alpes, el mismo barrio que habita luego de
un largo trasegar por Colombia y el mundo.
Asegura
que el terreno inicial estaba constituido por potreros y bosques, los cuales
llegaban hasta el barrio Álamos. Una de sus mejores recuerdos es cómo jugaba
con sus amigas en las aceras del barrio con toda tranquilidad, mientras los
chicos se lanzaban en carros de balineras.
Comenta
que su abuela, Doña Dionisia Bernal, esposa de Jaramillo Gutiérrez, y quien era
conocida por sus nietos como “Mamá Chía”, loteó el terreno y vendió varias
fracciones del mismo, incluso a sus propios nietos.
De
igual manera, comenta que Alfonso Jaramillo Bernal pagaba el predial vendiendo
lotes o pagando con tierra al municipio. De esta manera llegaron nuevos
propietarios, diferentes a la familia Jaramillo Bernal.
La apariencia apacible del barrio tiende a romperse por el tráfico creciente de vehículos y la apertura de locales que generan mucho ruido. |
Sobre el barrio actual, comenta que es impresionante el nivel de ruido generado por un gimnasio ubicado diagonal a su casa, y que las quejas constantes ante las autoridades solo han servido para que no le presten atención o se burlen abiertamente. Se lamenta también porque permitan construcciones endebles, casi ramadas, que luego habilitan como locales comerciales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario