jueves, 12 de julio de 2012

Vehículos – parqueo en la calle


Pague, aunque no deba hacerlo

En Pereira, cuidar carros y ayudar a parquearlos es una nueva cara de la mendicidad como sustento económico. La comuna Universidad no es ajena a este fenómeno.

Las calles aledañas a los establecimientos comerciales -restaurantes, bares y demás establecimientos- se han convertido en un verdadero mercado de la vigilancia de automóviles, servicio que además pareciera ser obligatorio pagarlo pese a que en realidad no se presta seguridad alguna.

Las condiciones socio económicas de la ciudad y el país no son las mejores, pero ha sido la benevolencia de los habitantes del municipio la que generado el fortalecimiento de la mendicidad en todas sus presentaciones, ya que en la actualidad la más mínima acción merece una remuneración económica.

La problemática se agudiza para los propietarios de los vehículos ya que el cobro de la zonas azules se ha extendido hasta la noche y los lugares que no son autorizados para realizar este cobro son aprovechados por personas que con un trapo sobre el hombro gritan de manera desaforada las direcciones a las cuales debe girar el timón o cuando se debe frenar; todo a cambio de un par de monedas.

Para Mateo Londoño Echeverry, propietario de un restaurante ubicado en la comuna Universidad, la proliferación de este tipo de personas se debe a que los habitantes de Pereira permiten y apoyan estas labores de variadas formas, incluyendo dinero, alimentación y vestimenta.

Según Londoño Echeverry, las zonas azules no ayudan a contrarrestar la presencia de estas personas ya que sin importar la presencia del operador, quienes se dedican a esta modalidad de indigencia se acercan a los conductores y les solicitan dinero por pasar un trapo sobre la carrocería sin que nadie lo pida y en ocasiones sin motivo alguno.

Inseguridad


Muchos aseguran que gran parte de los robos de piezas de vehículos y otros artículos no necesariamente vehiculares son causados por estas personas, debido en muchos casos a las adiciones a sustancias alucinógenas como el basuco.

Mateo Londoño fue víctima de una persona dedicada al cuidado de vehículos en la carrera 14 con calle 13 y que es conocido como “Muelas”, personaje que, según él, hurtó del restaurante un farol de gran tamaño, además de un televisor plasma del local contiguo.

Para Esteban Marín la problemática de la indigencia como modo de vida obedece a factores como el desempleo, el consumo de estupefacientes y la opinión generalizada que circula entre estas personas, quienes afirman que la capital Risaralda es una ciudad amable donde se le tiende la mano a los menos favorecidos.

Marín asegura que “se debe tener una mayor presencia de policías con el fin de evitar que estas personas sigan cobrando por un servicio que nadie necesita y que además el dinero recibido es para drogas y no para cubrir verdaderas necesidades”.

La caridad dejó de ser una virtud y pasó a ser un problema de ciudad. Debido a esto, Pereira es una de las ciudades con mayor número de indigentes del país. Son más de 1.500 mendigos, de los cuales el 60 por ciento provienen de otras ciudades, según informa la Secretaría de Desarrollo social y Político de Pereira.

Mientras Pereira siga teniendo una actitud paternalista frente a este fenómeno socioeconómico las cifras seguirán en aumento y los habitantes de la ciudad pagando por algo que no deben.

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