domingo, 9 de marzo de 2014

Líder / Comunal: Dubermary, “de odios y amores”

Una líder que por falta de un par de zapatos le negaron la oportunidad a la educación. Sin embargo, esto no fue obstáculo en su camino para ganarse el respecto y el cariño de su comunidad.

Conocida por sus polémicos debates con los alcaldes de la ciudad y diferentes funcionarios públicos que con sus acciones en oportunidades han atentado contra los derechos de los habitantes de su barrio, así es Dubermary Martínez Amariles, de 45 años de edad, comunera del sector de Galicia y chocoana con corazón pereirano.

Hace más de cuatro décadas que esta líder comunitaria llegó a tierras pereiranas proveniente de Istmina (Chocó) y junto a sus padres y hermanos se convirtieron en fundadores de una de las tierras más apetecidas de Pereira, la misma donde hoy, en medio de cultivos de piña, se labran sueños, mientras el desarrollo amenaza con apagar la luz de la esperanza.

“Mi padre tenía familia en Galicia y por eso nos trajo junto a mi madre a Pereira, después de haber vivido algún tiempo en Pueblo Rico (Risaralda), donde fui bautizada y desde entonces hemos estado aquí”, relata Martínez, mientras deja transitar los recuerdos por su mente, sentada en el sillón de su hogar.

Esta madre y abuela, que disfruta sorprender a su familia con ideas nuevas de cocina, basadas en recetas muy típicas de su lugar natal, aprendió ese don de servir a la comunidad por parte de su padre, Pedro Luis Martínez, reconocido en la zona como un gran comunero y batallador por  instinto ajeno.

“Mi padre fue presidente de la Junta de Acción Comunal y él ayudó a levantar las paredes de la escuelita de La Esperanza Galicia, junto a otros fundadores del sector, de él aprendí el don de servir a la comunidad”.

El temperamento fuerte que hoy acompaña a esta mujer y que le ha servido como escudo para luchar por lo que le pertenece a su comunidad, se fue forjando incluso desde su misma infancia cuando se vio obligada a asumir el rechazo que con cara de docente le hacía el feo a la pobreza.

“Lo que más me marcó en la vida fue una profesora que tuve en grado quinto que se llamaba Raquel, para ese entonces vivía junto a mi madre en una situación difícil pues se le había dañado el hogar y por falta de recursos yo tenía que ir a estudiar a pie limpio y, por no tener zapatos, ella me echó de la escuela”.

Entre lágrimas, la líder comunitaria lamenta aquella situación en las que las puertas de su futuro se cerraron. “Si a mí me hubieran dado esa oportunidad, si esa profesora no me hubiera echado de esa escuela, yo hoy en día sería una profesional y hubiera ayudado mucha gente; sin embargo hoy trato de defenderme y hacer lo que más me gusta, colaborarle a la comunidad”.

Basada en su experiencia hoy Dubermary busca que todos los niños del sector vayan a estudiar, les aconseja y advierte que existen dos problemas con la juventud actual que les impide desarrollarse como profesionales y como personas. “Para poder ser una persona de bien y tener un buen trabajo, tiene que tener dos cosas: educación y un padrino político, veo a diario gente en mi comuna con estudios, voleando azadón, no es justo que tengan que estar dentro de un piñal”.

A pesar de su amarga experiencia, Dubermary recuerdan con alegría aquellos días en los que jugar en Galicia era toda una aventura que nunca fue interrumpida por el tránsito de vehículos. “Lo más lindo que recuerdo es que en ese entonces el sector era muy libre, no sentíamos temor de jugar en la calle ya que no pasaban ni carros ni motos, jugábamos bolas y hasta con hojitas de café”.

Vida diaria
Un día en la vida de esta líder empieza temprano en la mañana después de despachar a sus hijos y a su esposo, pues en general dedica el mayor número de horas a labor social, visitando la Alcaldía de Pereira, la Gobernación y hasta hospitales en busca de ayuda para su gente.

“Lo que más me gusta es salir, hablar con la gente, enterarme qué pasa en el sector, me gusta compartir con mis nietos, ambos de cinco años, ellos me acompañan a caminar el sector”. “Como comunera debo dar ejemplo y la gente me respeta, me llena de satisfacción que lo hagan”.

Al finalizar el día Dubermary dedica tiempo a Dios y a su madre y juntas ven la misa a través del TV y comparten las experiencias vividas durante la jornada, sacando lo positivo de cada una de ellas.  

Dubermary disfruta, entre otras cosas, de la buena comida, los plátanos verdes con guiso, el guineo y la yuca sancochada, los frijoles dulces y la avena de yuca, todos ellos son sus manjares favoritos, los cuales comparte siempre con sus vecinos y amigos.

Como cada día Dubermary le da los buenos días al sol, esperando siempre poder ayudar a la comunidad, mientras aún sueña con la posibilidad de algún día convertirse en una profesional.

Destacado
“Si a mí me hubieran dado esa oportunidad, si esa profesora no me hubiera echado de esa escuela, yo hoy en día sería una profesional y hubiera ayudado mucha gente”.


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