martes, 13 de agosto de 2013

Café con Vecinos



Monumento / Circunvalar

Arte con identidad

Los espacios cambian de vocación, estos espacios tienen que servir para revisar estos discursos, pero se sigue pensando que ahí está la identidad nuestra. ¿En el llamado Prometeo está nuestra identidad?

En una ciudad existe tal cantidad de monumentos como personajes de la cultura popular. Los hay cabezones, por supuesto, los bustos; abstractos, aquellos que solo sus creadores entienden (alegóricos para ser más precisos) y conmemorativos, esos que generan nostalgia en quienes los visitan o remembranzas en quienes los vieron nacer. 


 
Ciudad que se respete tiene sus monumentos populares, otros no tan conocidos y unos cuantos erigidos a la sombra del olvido. En esta oportunidad, cuatro ciudadanos quisieron compartir sus opiniones desde diferentes campos del conocimiento, sobre uno de los monumentos emblemáticos de Pereira: el Monumento a los Fundadores, más conocido como el Prometeo de la avenida Circunvalar. Ellos son, Jaime Ochoa, miembro de la Academia de Historia; Margarita Calle, directora de la maestría en Estética de la Universidad Tecnológica de Pereira; Edgar Salomón Cruz, adscrito a la Sociedad Colombiana de Arquitectos y Eduardo Patiño, historiador, quienes aceptaron tomarse un café para hablar sobre el conocido monumento.

No se están haciendo las cosas con calidad. Todo debe tener una identidad.


Para empezar, surge la pregunta por el nombre de la escultura, pues para ninguno de ellos es tan reconocido como “El Prometeo”. Jaime Ochoa toma la palabra al decir que a veces priman los nombres populares porque se hacen cotidianos. Por su parte, Margarita Calle habla sobre la misma concepción de la obra y se remite a la escultórica del maestro Rodrigo Arenas, quien tenía una tendencia a proponer un sincretismo entre las mitologías con esos relatos de la identidad que se empezaron a crear en el momento en que se estaba construyendo la ciudad. “Al leer esos primero textos que se crearon sobre el Prometeo y cuando se tiene la idea de un monumento a los fundadores, se piensa como una escultura que le haga honor a la raza, al empuje de una generación que fue capaz de concebir una idea de un territorio, un espacio, un hábitat”.

Al observarse el monumento en su parte lateral y en alto relieve están los fundadores. Sin embargo, la figura prominente es el Prometeo. Margarita se pregunta entonces por el objeto que gana relevancia en la lectura que hace el público y es precisamente esa relación que se crea junto al relato de la tradición Greco-Quimbaya del antiguo Caldas. 


Eduardo Patiño


Jaime Ochoa continúa con esta premisa y de manera enfática complementa haciendo referencia al escultor Arenas Betancourt y la fuerza que tenía para representar sus imágenes. “Son fuego, vida, luz, renacimiento, energía y proyección de una ciudad; es un renacer, es darle vitalidad a una época a través, curiosamente, de un símbolo griego, pero eso es lo que mantiene viva la memoria  y que la gente se sienta afín con el monumento”. 

Margarita, tímidamente, expresa no ver el panorama tan iluminador. Entre sorbo y sorbo replica: “me parece que justamente todo eso opaca esa mirada que es necesario revisar. Tiene que ver con la retórica que hacemos de una obra y la incapacidad que tenemos para ir comprendiendo esos relatos que son tan apabullantes e irlos desmenuzando, para ver finalmente qué es lo que hay y qué tanto nos sentimos identificados con ese objeto”. 

 
Edgar Salomón Cruz


De pronto, como en una máquina del tiempo, tres de los cuatro personajes viajan hacia la época dorada de los 80. Para ese entonces, el espacio donde está ubicado el Prometeo era sumamente activo: charlas con amigos en La Rana René, citas con enamoradas, importantes exposiciones artísticas se encontraban para hacer del monumento un lugar de referencia. “Lastimosamente –dice Margarita, mujer inamovible por la nostalgia– hoy es un espacio muerto y esos relatos no hablan en todas las épocas de la misma manera para todas las generaciones”. Y ya que cada generación tiene unos referentes distintos, la asalta la duda de cómo lograr actualizar esos relatos para que no sea pensado como la esquina de los puestos de perros calientes.

Espacio sin interacción 

Se escucha entonces una nueva voz en esta importante conversación. Se trata de Edgar Salomón Cruz: “uno de los temas claves es el papel que juega el espacio, independientemente del monumento, en cuanto al esquema de la Avenida Circunvalar”. En este caso, los significados que ha tenido para distintas épocas, la relación espacio–ciudad dentro del desarrollo de la misma e identificación del lugar, sirven para mirar por qué motivo en este momento el espacio está solo y sin identidad. “Desde el punto de vista del diseño urbano dejó de ser un gran espacio público para convertirse en una esquina simple”, dice como quien no quiere la cosa. 


Jaime Ochoa


Margarita responde a su premisa argumentando que eso sucede en todos los sitios de Pereira, en especial los parques donde hay monumentos. “Ese no es un espacio que invite a reunirse, pero la Plaza Cívica Ciudad Victoria tampoco ya que no hay muchos sitios dónde sentarse; aquí los espacios están vacíos, las bancas nunca dan a las plazas sino que la mayoría miran hacia fuera. No hay nada para interactuar”.
 
Para Margarita el problema de los parques y los espacios públicos es que no han sido pensados para el encuentro. “Y el arte que se ha hecho para el espacio, no hablo de estas esculturas porque son monumentos que se hicieron en el 60, pero el que se hizo después, tampoco fue un pensado para la interacción”. 

El arte público, como bien ella lo expresa, no tiene que ser permanente, pero es fundamental la participación, es decir, tiene una función política y pública porque es de relación y de participación. Debe ser un arte incluyente.


Margarita Calle


En ese sentido, Jaime habla de una noción de arte que también se impone y aleja a las personas de su conocimiento. “Porque es considerar que si la gente se hace alrededor del monumento, está yendo en contra de una idea de arte, porque la desestima, pero la obra es para contemplarse e interactuar con ella”. 

Edgar retoma la conversación, pero esta vez se trata de lo que piensan los pereiranos. “Si uno pregunta a la gente por el Prometeo, no tienen noción del monumento, sin embargo saben dónde queda, lo que no saben es que se trata del Monumento de los Fundadores y allí hay una diferencia muy grande: espacio público y monumentos”. 

Para ser más precisos y lograr una conclusión, Edgar dice que la intención es generar más espacio público y recuperar las esquinas de la ciudad, no solamente en el centro. Pero Margarita dice una última frase que pone a reflexionar: “hay que quitarse esa idea de que el arte tiene que ser perenne, es que si son unas esculturas temporales será mucho más interesante y mucho más participativas para el público”.

Identidad ciudadana

Eduardo Patiño por fin hace presencia con un sorbo de café. Mezclando rápidamente el agua oscura con el azúcar, responde por el impacto que tienen estas obras, que son culto a los colonizadores y fundadores de Pereira. “La humanidad está en el mito del héroe supuestamente desde hace 4.000 años; solo la postmodernidad podría acabar con eso. El mito del héroe está más que en los genes colombianos u occidentales y allí convergen relaciones de poder muy fuertes porque ¿quién decide qué se monumentaliza y qué no, y a quién se monumentaliza, y qué ideas son las que entran en esas concepciones de monumento?”. 

La identidad construida en el caso de los parques se quedó anclada en un momento específico. La historia no ha ido construyendo otras nociones de identidad que tengan relevancia y este se convierte en un discurso de nunca acabar. 





Margarita arremete: “puede haber otras maneras de construir esa noción más allá de un monumento, porque a mí los monumentos me parecen tan impositivos”, respondiendo con sinceridad frente al tema del arte y la identidad. 

“Pues a mí me parece que le da fuerza, presencia y personalidad a un parque”, continúa Jaime con una sonrisa en sus labios. Pienso que los monumentos debe construirse con la gente, una academia, un grupo selecto piensa que es necesario darle identidad a un parque y por qué no indagar un poco en los imaginarios de la gente. Es irse a buscar en las historias también lo que la gente recuerda, y eso es patrimonio, así se constituye el patrimonio. 

¿Cómo hacer para recuperar ese espacio, comúnmente conocido como el Prometeo, para que la gente se apropie de eso? Porque en este momento es un lugar inhóspito, que expulsa, no atrae. 

Margarita explica: obedece a la imaginería de Arenas Betancourt, hay un sincretismo entre lo criollo y lo épico, la epopeya. Es toda esa mirada Greco- Quimbaya, todo ese discurso grandilocuente, esa construcción artificiosa de una identidad emparentada con los griegos.

La Sociedad Colombiana de Arquitectos, en unión con la Asociación de Ingenieros de Risaralda, hemos venido planteando la propuesta de intervención de la avenida Circunvalar, es como cambiar un poco el concepto de la vía y generar una intervención que permita recuperar el espacio público, dice Edgar. “La propuesta es generar una vía muy dentro del concepto bulevar, que puedas transitar, caminar, observar, e indiscutiblemente eso implica el re diseño de los espacios públicos. En la cual muy seguramente la reubicación del monumento es una de las alternativas que hemos visto, necesariamente. Sí, desde el urbanismo son espacios que se quieren recuperar”.

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