Miles de personas, centenares de caballos y un Alcalde que se sentía el centro de atracción, algunos de los aspectos para destacar durante el desfile a caballo.
Algo va de una cabalgata a un desfile a caballo. La diferencia son casi ocho kilómetros de vallas a ambos lados del recorrido en la avenida Circunvalar. Eso le dio más organización a este evento anual, aunque no faltaron los lunares que persisten.
A pesar del empeño, entre los 1.800 binomios participantes este año no faltaron los menores de edad montando caballares, el consumo de bebidas alcohólicas entre los jinetes y el abuso por parte de algunos negocios y entidades que invadieron andenes haciendo imposible el paso de los ciudadanos.
A pesar del empeño, entre los 1.800 binomios participantes este año no faltaron los menores de edad montando caballares, el consumo de bebidas alcohólicas entre los jinetes y el abuso por parte de algunos negocios y entidades que invadieron andenes haciendo imposible el paso de los ciudadanos.
En particular, desconcertó la actitud de las directivas del Club del Comercio. En un acto demostrativo de falta de civismo y desconsideración con los peatones, bloquearon toda la vía ubicada frente a la sede, incluso los andenes, para ubicar allí mesas para los asociados. Como si fuera poco el desmán, también rodearon de vallado el lugar, custodiado por vigilancia privada que impedía el paso e inducía a que los transeúntes se lanzaran a la calzada, mezclados con los caballos, para seguir su marcha.
El Club
de Comercio se apropió de buena parte de la vía, induciendo a los peatones para
que lanzaran a la calzada.
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Es innegable que la decisión de Crines en cuanto al vallado, el cual costó 110 millones de pesos -10 de ellos aportado por Asobares, manifestó el vicepresidente de Crines-. Esta decisión ayudó a contener al público y evitar varios accidentes en el tramo de la Circunvalar, como sucedía en épocas pasadas.
Algo llamativo fue la cantidad de vendedores que hicieron literalmente su agosto vendiendo desde chicles hasta botellas de whisky. Pisadores, sombreros, ponchos, comida y toda clase de productos eran exhibidos en andenes, incluso en la misma calzada se mezclaban caballos y vendedores.
Algo llamativo fue la cantidad de vendedores que hicieron literalmente su agosto vendiendo desde chicles hasta botellas de whisky. Pisadores, sombreros, ponchos, comida y toda clase de productos eran exhibidos en andenes, incluso en la misma calzada se mezclaban caballos y vendedores.
Logística
Cerca de 300 personas integraron la logística, según Crines. Uno de eso grupos de logística, encargado del control de caballistas frente al centro comercial Arboleda, de la empresa Iron Men, contaba con 12 personas verificando que portaran las respectivas manillas que avalaban su inscripción en el desfile. Cada manilla tenía un costo de 60 mil pesos.
Juan Carlos, un joven integrante de este grupo logístico, explicó que eran varios turnos, desde las 7 de la mañana. Él, en particular, empezó a las 10 de la mañana y esperaba ganar entre 25 mil y 30 mil pesos el día hoy, terminando su jornada a una hora indeterminada de la noche.
Otro aspecto para destacar fue la presencia de policiales en motocicletas y de carabineros, además de varios judiciales que vigilaban de manera estricta todo el sector.
Tras el desfile quedan varias preguntas al aire puesto que se habían establecido algunas normas por parte de Crines para los participantes, sin embargo durante todo el recorrido a través de la zona Circunvalar fue curioso ver en repetidas oportunidades a algunos caballistas ingiriendo todo tipo de licores incluso en frente de uniformados de la policía.
Y ni que decir de los menores que además de cuidar los caballos que los participantes habían tomado por alquilados, también les tocaba cargar las botellas de licor a sus clientes, mientras estos últimos no dejaban de saludar eufóricamente al público expectante.
A pesar de la expresa prohibición, muchos caballistas ahogaron su sed en alcohol, incluso frente a las mismas autoridades |
Fue evidente que las normas no se cumplieron y que la autoridad terminó haciendo solo un acto de presencia, en cuanto al control de menores de edad y el consumo de licor entre los participantes, pues los infantes que supuestamente no podían participar lograron llegar hasta el recorrido final, mientras las botellas de licor iban de un lado a otro sin Dios ni ley.
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