lunes, 31 de diciembre de 2012

EDITORIAL


Fin de año


La alegría decembrina desborda las calles de Pereira. El comercio se apresta para hacer de este el mes más beneficioso para su actividad, como lo ha sido de manera tradicional.

De hecho, entre 40 y 60 por ciento de las ventas se dan en esta temporada, lo que se suma a la oferta de empleo, tan necesario para una ciudad como esta, con índices de desempleo que figuran entre los primeros del país (cuarto a nivel nacional, con 14,8 por ciento).

Y esta comuna tiene entre sus habitantes a muchos de los más importantes empresarios de la ciudad, generadores de empleo y de crecimiento para la misma. De hecho, acá tienen asiento empresas de vital importancia para el devenir económico risaraldense.

¿A qué viene todo esto? A convocar para que sumen compromisos alrededor de una causa común: el bienestar ciudadano, el cual se inicia con unas y oportunas buenas ofertas laborales que apunten a reducir las cifras de desempleo y, por supuesto, las de un subempleo galopante que parece no tener manera de ser cuantificado, pues de tal tamaño es su envergadura y tan compleja la manera en que se camufla en actividades de la economía informal.

Crear una ciudad de bienestar, justa en lo social y promisoria para todos, donde quienes invierten puedan hacerlo con la tranquilidad de poder obtener los lógicos beneficios económicos y en paz por cuanto las condiciones de seguridad lo permitan, crear esa ciudad, repetimos, es una necesidad para todos.

Sobre las maneras para lograrlo apenas queda recurrir a la vieja fórmula que ha hecho crecer naciones: atractivo para quien invierte y equidad para quienes laboran.

La Navidad es una época propicia para pensar no solo en la felicidad, lo es, sobre todo, para pensar en el bien común, en la necesidad de invocar a la solidaridad en cuanto somos compañeros en este mismo viaje que significa la vida. Y, de este modo, propiciar el bienestar general es asegurar la tranquilidad particular, sin distingos de clases socio-económicas o de otra clase.  

La inseguridad que aqueja a la comuna, acentuada en los meses recientes, no se puede atribuir a simples factores de carácter policivo o judicial. El prisma para mirar este fenómeno es más complejo y entre una de sus muchas aristas está el ya mencionado del desempleo galopante, el mismo que lanza a la calle a miles de ciudadanos y, sin ánimo de justificar pero sí de explicar, genera resentimientos y comportamientos indeseados que, por supuesto, tienen origen también en otras causas. De ahí su dificultad para solucionarlas.

Pereira, la ciudad que elegimos y que amamos, merece una oportunidad desde el corazón de cada uno de nosotros. Démosle ese regalo en sus 150 años que están por venir, para contribuir en la construcción de la ciudad que anhelamos.

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