viernes, 9 de noviembre de 2012

Especial / Entrevista

Político con visión nacional


Rodrigo Rivera Salazar.

Abogado de la Universidad Libre. Columnista en diferentes periódicos, fue director del periódico La Tarde. A los 20 años fue concejal de Pereira, a los 26 Representante a la Cámara, a los 32 Presidente de esa Corporación. Senador de la República desde 1998 hasta 2002. Presidente de la Dirección Nacional Liberal en 2003 y precandidato Liberal a la Presidencia en 2006. Autor de los libros “Hacia un nuevo federalismo para Colombia” (2001) y “Colombia fragmentada” (2004). Cursó estudios en American University Washington College of Law. En agosto de 2010 fue nombrado ministro de Defensa del gobierno de Juan Manuel Santos. Embajador ante la Unión Europea y representante ante la OTAN.

¿Cuál es la Pereira que usted añora y que pudo disfrutar en el pasado?
Viví en Pereira hasta el año 2005. A partir de entonces la visito cada que tengo ocasión y siempre me impresiona su progreso. Añoro estar allí con mis amigos, recorriendo barrios y veredas, tomando cafecito en las casas más sencillas, conversando con la gente como solía hacerlo. Tal vez esa es la Pereira que añoro: no calles y avenidas, que cada vez son más modernas, sino la gente abierta, sincera, positiva y feliz que hace de Pereira una ciudad tan amable y echada para adelante.

¿La ciudad tuvo una década floreciente en su recuerdo? ¿Por qué cree que lo fue?
La de los 90. Confluyeron varias razones: la Presidencia de un pereirano muy comprometido con la ciudad y la región, César Gaviria, al comienzo de la década; la Presidencia del Senado y de la Cámara de dos pereiranos a mediados de la misma; las primeras alcaldías elegidas popularmente que fueron bien emprendedoras; la apertura económica que consolidó a Pereira como un eje comercial de gran proyección; el blindaje que la economía cafetera significó para la ciudad cuando otras regiones del país eran acosadas por el terrorismo. En fin, distintos factores convergieron en hacer de los 90 una década memorable para Pereira.

¿Qué lugar público extinto cree que nunca debió desaparecer?
No recuerdo uno que especialmente me llame la atención.

Mencione un personaje que haya marcado la historia de Pereira. ¿Por qué lo selecciona?
César Gaviria. Con su liderazgo condujo nuestra política local y nuestro desarrollo hacia la modernidad.

Hoy la ciudad tiene una dinámica propia muy particular. ¿Podría definirla en una palabra?
Oportunidades.

¿La Pereira actual qué significa para usted?
Que el trabajo arduo y el mérito personal sí pagan. Es una sociedad abierta, moderna, emprendedora, que premia el esfuerzo y las ganas, pero no a cualquier precio.

¿Por cuál calle de Pereira le gustaría caminar con tranquilidad? ¿Por qué?
Por la 12 entre sexta y séptima. Me trae buenos recuerdos.

¿Cuáles son las fortalezas de la Pereira actual?
Su gente, que son sus glóbulos rojos. Y sus valores y sueños, que son sus glóbulos blancos.

¿Quiénes son los llamados a soñar la ciudad del futuro?
Los niños, entre 6 y 100 años.

Se prevé el diseño de una Calle de la Fundación (calle 19). ¿Qué piensa de esa propuesta?
Que todo lo que hagamos para que los niños conozcan nuestras raíces, de dónde venimos, cuánto hemos avanzado, vale la pena.

Si en sus manos estuviera la posibilidad, ¿qué le regalaría a Pereira?
Consagración e integridad para hacerla quedar bien cualquiera que sea el sitio donde tengamos que ser sus embajadores.

¿Cuál es su legado para la ciudad?
El mismo que debería dejarle cualquier pereirano. Más que gestiones y avances concretos, que han sido solo el cumplimiento del deber, la tranquilidad de haber honrado el gentilicio en público y en privado. 

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