jueves, 2 de agosto de 2012

Arte / Enseñanza


Un Ángel que enseña a los niños


Una de las artistas más importantes de la región cuenta sobre su trabajo como curadora y los detalles de la labor que realiza con menores en la enseñanza de lo artístico como experiencia formativa.

Sus ojos son dulces al igual que sus palabras; pero la reciedumbre de su carácter le ha granjeado más de un malqueriente. Es una mujer que tiene claro lo que quiere y cómo obtenerlo, y es esa capacidad de decidir es la que ha permitido que ocupe un destacado lugar dentro del grupo de artistas de la región. Ella es Viviana Ángel.

En su casa, ubicada en el sector donde se realiza el encuentro mensual La Cuadra, no en vano fue una de sus fundadoras, Viviana se acomoda en un amplio sofá ubicado en el segundo piso, luego de subir unas escalas llenas de obras propias y ajenas. Arriba, en la sala, los objetos artísticos también abundan, en una especie de perfecto desorden que no deja de llamar la atención del visitante.

Heredera de una rica tradición –no en vano es hija del escritor Hugo Ángel Jaramillo–, Viviana manifiesta que sus intereses se mueven entre la pedagogía  y los asuntos artísticos. Por eso mismo es feliz trabajando con menores de la primera infancia, con los cuales ha tenido gratas experiencias que narra mientras sube una pierna en el sofá, y la dobla para mayor comodidad. La otra pierna, también descalza, se posa en un mullido tapete.

Crecer junto a los niños

El trabajo con los niños la ha llevado a replantearse como artista y pedagoga,
 dos de las facetas más importantes de su vida y que coinciden en esta labor.
En la actualidad se enfoca en las asesorías pedagógicas para instituciones, tanto públicas como privadas, en docencia para artes. En esas capacitaciones, dirigidas a profesores, se enfatiza en el desarrollo de la creatividad.

Considera que el arte es un posibilitador de  muchas maneras de crecer por parte de los menores. Es allí donde pueden desarrollar múltiples facetas de su proceso como individuos. En este punto remarca que “los adultos inhibimos mucho a los niños”, al comentar que los padres, por ejemplo, direccionan la creatividad de sus hijos de acuerdo con los modelos que ellos tienen como adultos; así se oponen a que empleen colores o formas que no corresponden a la realidad.

Siguiendo con esa tónica, en compañía  de su pareja, Álvaro Hoyos, desde junio empezó unas acciones pedagógicas en la escuela de primera infancia de Comfenalco Quindío.

En este momento de la entrevista recuerda con alegría la primera experiencia con menores, la cual resultó de una casualidad, cuando una amiga la invitó a dirigir un taller de “arte y convivencia” en la escuela Manuelita Sáenz, del sector de San Gregorio. Tanto fue el agrado que la experiencia, planeada para un mes, se convirtió en una labor de todo un año. Los logros quedaron evidenciados con los premios obtenidos por los niños en los concursos Débora Arango, Estrella Verde y los cinco premios “Museo de Arte de Pereira en Navidad”.

Como curadora de arte

 A pesar de la contrariedad paterna, desde muy joven
 se resistió al figurativismo para hacer otro tipo de arte.
Su padre tenía tendencia al arte realista de contenido social.
 
Acaba de culminar la curaduría de “Imagen regional”, patrocinada por Banrepública, correspondiéndole a ella la zona de Risaralda, Caldas, Quindío y Tolima. Una primera fase consistió en una muestra local en las 27 sedes. Luego se hace una selección nacional, con los siete curadores de todo el país. Destaca que Risaralda ha tenido cierto protagonismo en las ediciones recientes de la convocatoria.

Su labor como curadora, lo recuerda con cariño, la empezó de manera muy intuitiva cuando coordinó las primeras exposiciones de La Cuadra. Esa fue su escuela, según sus palabras.
Asimismo, en la actualidad termina el proceso de curaduría de la selección Arango, para “Imagen regional”, que luego de la fase dos –una muestra en la biblioteca Luis Ángel  en Bogotá– pasa a exhibir la sobras finalistas en las 27 seccionales del Banrepública. Ella enfoca al curador como un facilitador de ensayo visual.

Cuando se le comenta que los curadores casi siempre son vistos como los malos del paseo, por parte de otros artistas, se ríe y afirma que “no me defiendo de eso (de ser calificados así)”. La curaduría que realizó con el banco no apunta a una temática específica, incluso afirma que “va perfecto con mi forma de trabajo, porque se hace a partir de los trabajos realizados por los artistas, a partir de un estudio de los portafolios presentados por los participantes. Así no ha y problemas de imposición por parte del curador. Remata que “uno con los años va afinando el ojo”.




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