martes, 17 de julio de 2012

Deporte – velocidad y riesgo


Adrenalina sobre ruedas

El downhill es un deporte extremo que exige de sus practicantes tenacidad física y equilibrio mental. En Pereira muchos son los exponentes de este deporte pero poco el apoyo recibido.

Mientras el sol de la mañana golpea la cara de Juan Camilo Loaiza, él pedalea con fuerza hasta llegar a los 90 kilómetros por hora, unos metros antes de encontrarse con un montículo de tierra que lo hará saltar por los aires. Respira profundo y a la vez con tranquilidad, mantiene rectas las bielas de su bicicleta, para después inclinar su cuerpo hacia delante y enfrentarse con el vacío de sobrepasar los obstáculos y caer de forma ligera, como una pluma que se desprende de un ave en vuelo.

Segundos después aparece a gran velocidad, entre los matorrales, Juan Esteban Ortiz, quien inclina sus piernas hacia la derecha para tomar una curva bastante cerrada y después rebotar por los aires mientras aprieta un poco la bicicleta a su cuerpo, mientras parece suspendido en el aire.

Aunque nada de esto sería posible sin la colaboración de Luis Alfredo Patiño Rivera, quien se desempeña como entrenador de estos jóvenes desde hace más de cinco años, gracias a su amplia experiencia en el cross country, motocross y downhill.

Como entrenador, ha logrado que sus pupilos compitan tanto en torneos nacionales como internacionales, donde siempre tienen buenos resultados, como resultado del sacrificio y empeño que pone cada día en aquellos jóvenes fanáticos de la velocidad. Uno de sus mayores logros ha sido obsequiado por su hijastro Juan Esteban Ortiz, quien lleva seis años vinculado a este deporte y en el 2008 obtuvo el séptimo lugar con una bicicleta rígida de tipo crosscountry ante delegaciones de países como Argentina, Chile y Brasil, que contaban con máquinas mucho más apropiadas que este joven pereirano. Esto fue durante el encuentro latino realizado en Copacabana, Antioquia.

Parte del éxito de aquellos que entrenan se debe a la rigurosa preparación física que les exige a sus pupilos, porque sabe que para deportistas, en su mayoría entre los 12 y 20 años, buscan aprender los aspectos técnicos de este deporte antes que tener un buen estado físico.

La condición física es indispensable en este deporte, ya que las caídas, esguinces, hematomas y hasta fracturas son cuestiones de casi todos los días, tanto así que durante el último entrenamiento, Camilo Loaiza sufrió una estrepitosa caída que le ocasionó un golpe fuerte en los músculos que recubren su fémur mientras intentaba tomar una rampa de tierra. Aunque esto no es motivo para desertar ya que Loaiza tiene, además, un problema en sus retinas, lo que ha generado la negativa de sus padres para que siga en este deporte, pero él hace caso omiso y vuelve a su gran amor de dos ruedas.

Claro está que esa motivación y cariño por el deporte es fruto de todas las mañanas y tardes junto Alfredo, quien siempre logra mantener la motivación pese a los golpes, sumado a que sus diagnósticos médicos nunca fallan al igual que sus pronósticos del clima.


Sin apoyo oficial

Este deporte no cuenta en Pereira con apoyo de ninguna liga o entidad gubernamental. Según el entrenador Patiño, “el downhill en Pereira siempre ha tenido futuro ya que hay muy buenos exponentes, pero no existe apoyo de ningún tipo por ser un deporte extremo, además de costoso. El verdadero patrocinio son los padres”.

Pero no solo los padres son los patrocinadores, los mismos deportistas se han visto obligados a desarrollar sus propios espacios y como prueba reina es la pista de downhill ubicada detrás de la unidad residencial Monte Verde, la cual ha sido el producto del trabajo de Alfredo Patiño y sus dos pupilos, quienes armados de palas y guaduas fabrican montículos de tierra, mejoran las curvas de descenso y retiran la maleza de las zonas por donde transitan los ciclistas desde hace siete años, llegando a tener en la actualidad 15 saltos, en los cuales sobresale uno de diez metros con una caída de cuatro metros.



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