Adrenalina sobre ruedas
El
downhill es un deporte extremo que exige de sus practicantes tenacidad física y
equilibrio mental. En Pereira muchos son los exponentes de este deporte pero
poco el apoyo recibido.
Mientras el sol de la mañana golpea la cara de Juan
Camilo Loaiza, él pedalea con fuerza hasta llegar a los 90 kilómetros por hora,
unos metros antes de encontrarse con un montículo de tierra que lo hará saltar
por los aires. Respira profundo y a la vez con tranquilidad, mantiene rectas las
bielas de su bicicleta, para después inclinar su cuerpo hacia delante y enfrentarse
con el vacío de sobrepasar los obstáculos y caer de forma ligera, como una
pluma que se desprende de un ave en vuelo.
Segundos después aparece a gran velocidad, entre los
matorrales, Juan Esteban Ortiz, quien inclina sus piernas hacia la derecha para
tomar una curva bastante cerrada y después rebotar por los aires mientras aprieta
un poco la bicicleta a su cuerpo, mientras parece suspendido en el aire.
Aunque nada de esto sería posible sin la colaboración
de Luis Alfredo Patiño Rivera, quien se desempeña como entrenador de estos jóvenes
desde hace más de cinco años, gracias a su amplia experiencia en el cross country,
motocross y downhill.
Como entrenador, ha logrado que sus pupilos compitan tanto
en torneos nacionales como internacionales, donde siempre tienen buenos
resultados, como resultado del sacrificio y empeño que pone cada día en
aquellos jóvenes fanáticos de la velocidad. Uno de sus mayores logros ha sido
obsequiado por su hijastro Juan Esteban Ortiz, quien lleva seis años vinculado
a este deporte y en el 2008 obtuvo el séptimo lugar con una bicicleta rígida de
tipo crosscountry ante delegaciones de países como Argentina, Chile y Brasil,
que contaban con máquinas mucho más apropiadas que este joven pereirano. Esto
fue durante el encuentro latino realizado en Copacabana, Antioquia.
Parte del éxito de aquellos que entrenan se debe a la
rigurosa preparación física que les exige a sus pupilos, porque sabe que para
deportistas, en su mayoría entre los 12 y 20 años, buscan aprender los aspectos
técnicos de este deporte antes que tener un buen estado físico.
La condición física es indispensable en este deporte, ya que las caídas,
esguinces, hematomas y hasta fracturas son cuestiones de casi todos los días,
tanto así que durante el último entrenamiento, Camilo Loaiza sufrió una
estrepitosa caída que le ocasionó un golpe fuerte en los músculos que recubren
su fémur mientras intentaba tomar una rampa de tierra. Aunque esto no es motivo
para desertar ya que Loaiza tiene, además, un problema en sus retinas, lo que
ha generado la negativa de sus padres para que siga en este deporte, pero él
hace caso omiso y vuelve a su gran amor de dos ruedas.
Claro está que esa motivación y cariño por el deporte es fruto de todas
las mañanas y tardes junto Alfredo, quien siempre logra mantener la motivación
pese a los golpes, sumado a que sus diagnósticos médicos nunca fallan al igual
que sus pronósticos del clima.
Sin apoyo
oficial
Este deporte no cuenta en Pereira con apoyo de ninguna
liga o entidad gubernamental. Según el entrenador Patiño, “el downhill en
Pereira siempre ha tenido futuro ya que hay muy buenos exponentes, pero no
existe apoyo de ningún tipo por ser un deporte extremo, además de costoso. El
verdadero patrocinio son los padres”.
Pero no solo los padres son los patrocinadores, los
mismos deportistas se han visto obligados a desarrollar sus propios espacios y
como prueba reina es la pista de downhill ubicada detrás de la unidad
residencial Monte Verde, la cual ha sido el producto del trabajo de Alfredo
Patiño y sus dos pupilos, quienes armados de palas y guaduas fabrican
montículos de tierra, mejoran las curvas de descenso y retiran la maleza de las
zonas por donde transitan los ciclistas desde hace siete años, llegando a tener
en la actualidad 15 saltos, en los cuales sobresale uno de diez metros con una
caída de cuatro metros.
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