Tatuar es pintar sobre la piel
Carolina Montoya Molina es una joven
universitaria que cursa último semestre de la licenciatura en Artes Visuales de
la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP), pero además de dedicarse a la
pintura es también una tatuadora talentosa.
Esta mujer de 23 años decidió inclinarse por la
pintura cuando tuvo la oportunidad durante su vida académica, y afirma escoger
técnicas como “el realismo mezclado con la caricatura, pero en sí me gusta
experimentar con muchas técnicas, pues el arte no tiene barrearas”.
Si bien en un comienzo sus familiares le
pagaron la carrera, esta estudiante ha sido merecedora de cinco becas a lo
largo de su trayectoria en la UTP, y con modestia dice: “solo pagué un semestre
con un dinero que había conseguido tatuando, los otros semestres estuve becada,
pero no me acuerdo cuales, sé que este último estoy becada”.
Carolina Montoya es apasionada por la pintura y el dibujo, pues asegura que un tatuador que no dibuje no puede ser considerado como tal. |
Además de ser una estudiante destacada,
Carolina Montoya también dicta clases de pintura a los pensionados de la
universidad, como parte de un proyecto propio que asegura disfrutar, “ya que me
respetan mucho y hacen su trabajo con dedicación, caso que no ocurre con las
clases particulares”. Y aunque dicta clases, no le gustaría seguir en la
docencia o vivir de ella.
Los comienzos
Sus inclinaciones artísticas van más allá de
las expresiones tradicionales del arte y la han llevado al mundo de los
tatuajes. Montoya recuerda que “cuando era pequeña mi mamá solía llevarme a la
Costa y me hacían tatuajes temporales, y estando en el colegio me encantaba
rayar a todas mis compañeras”, pero fue cuando cursaba tercer semestre cuando
sufrió una fractura y dislocamiento de su hombro, cuando deicidió aprender a
tatuar y fue instruida por Simón Vélez, otro tatuador de la ciudad.
“Empecé practicando sobre naranjas, después me
dejaron tatuar en algunos locales, pero tenía que pagar $50 mil a los dueños y
eso era lo que cobraba por mis primeros tatuajes”, dice la joven.
En la actualidad cobra como mínimo $70 mil por
un tatuaje pequeño y los precios varían dependiendo del tamaño, color y diseño.
De los 10 tatuajes que tiene uno es hecho por
ella misma, pero señala que fue una experiencia desagradable, ya que “no me
gusta la idea de hacerme daño, todo tatuador que se haya hecho uno él mismo
sabe que no es bueno”.
Para ella “tatuar es como pintar sobre un
lienzo, es hacer arte sobre la piel” y es por esta razón que nunca quiso
aprender a perforar, pues asevera que “tatuar es un arte, las perforaciones son
netamente estéticas”.
Esta joven artista espera recibir su título en
agosto e iniciar el montaje de su propia sala de tatuajes, la cual también será
galería de arte, tanto para exponer sus obras ya que nunca ha tenido una, como
también para artistas locales o que todavía se encuentran en los salones de
clase.
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