Relato / Padre Enrique Uribe recuerda anécdotas de la iglesia San José
Historias de la Novia de Pereira
Monseñor Fabio Suescún Mutis bautiza a la iglesia San José como `la Novia de Pereira` por ser uno de los lugares más bellos y visitados de la ciudad.
Recibe todos los piropos
La construcción y los planos iniciales de la iglesia venían de un arquitecto español, quien en compañía de maestros de obra de Pereira sacaron la construcción adelante. La iglesia pertenece a la orden de los padres Carmelitas, la cual fue fundada en España en 1560 por Santa Teresa de Jesús y la sede del convento se localiza hoy sobre la vía Armenia.
Por la serie de temblores que han sacudido la ciudad han ocasionado daños a la iglesia que han sido reparados con ajustes de alta ingeniería que han mejorado la estructura del recinto. Uno de los sitios más afectados ha sido la cúpula que se aprecia a la distancia, “sin embargo se ha ido mejorando con los ajustes de ingeniería moderna”, explica el padre Enrique. En la parte interior del lugar se encuentran las habitaciones donde residen cuatro padres, el personal que colabora con la iglesia y las oficinas para el desarrollo de reuniones de la parroquia.
Dentro de las anécdotas de la iglesia está que el templo es conocido como ‘la novia de Pereira’ porqué en su momento monseñor Fabio Suescún Mutis la bautizó de esa manera porqué es el sitio que se lleva todos los piropos. “Esta iglesia se lleva todos los piropos. Este lugar es emblemático y es un símbolo de la ciudad. Además por acá comienza la Avenida Circunvalar”, señala.
Las novias prefieren casarse en la iglesia San José, la cual cuenta con un tapete rojo de más de 40 metros que atraviesa el lugar, el cual para esta ceremonia es decorado con flores y es acompañada con coros que asisten el matrimonio. Lo mismo sucede en diciembre cuando la estructura es iluminada y decenas de visitantes se toman fotos e ingresan a orar al templo. La iglesia también cuenta con una sagrada cripta donde reposan restos de importantes personalidades de la ciudad, al igual que la misa de los difuntos, que se constituye en una de las ceremonias eclesiásticas más relevantes que se realizan en el lugar.
El coro eleva la voz, la gente ingresa, se persigna, se ubica en una silla, mira con detalle los acabados de la iglesia y ora en silencio. El padre Enrique Uribe se levanta de la silla, se despide y sale por uno de los corredores internos de la iglesia San José.
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