La Paz es un asunto de la vida
pública y la sexualidad tema de
la vida privada –dicen algunos pensadores-, pero al observar las
manifestaciones públicas en las calles de Pereira y de distintas ciudades colombianas
frente la propuesta de una educación en género en las escuelas, las
generalidades estallan y fuera de la idealización de una noción de familia tradicional,
también habían carteles del Partido Centro Democrático diciendo No al referendo
por la Paz ¿cuándo la sexualidad se
convirtió en tema de manifestaciones y de
expresiones públicas junto a los asuntos atinentes al conflicto colombiano ?
En el momento que los
discurso teóricos de género son declarados ideología, se ofrecieron los insumos necesarios a aquellos
que no han leído la propuesta del documento, ni mucho menos saben el significado de los
Estudios Culturales y de Género, pero que les aterra la idea de que las diferencias biológicas entre los hombre y las mujeres puedan
ser cuestionadas. Según el planteamiento
del filósofo José Llorite Mena “las fronteras entre sexualización y el orden
social no son nítidas” (Llorite Mena, El
animal paradójico, p.313) pero muchos consideran que fue la voluntad divina quien introdujo; mientras lo
sexualmente otro es anormal y merece piedad, pero eso sí, no puede caber en la agenda de la educación.
En nuestra época los llamados
“gay” reclaman su derecho a ser aceptados socialmente, los animalistas hablan
por los perros y los gatos, las feministas exigen que no les digan piropos en
las calles, los indígenas, los afro-descendientes, las víctimas de la
violencia, los no-videntes, los no-hablantes
solicitan el reconocimiento de
una deuda histórica. Un mundo por completo fragmentado, donde el hecho
de ser seres humanos no importa, ante la
exaltación de las diferencias hombre, mujer, trans-género, travesti, gay, lesbiana, barra
brava o metalero, islámico, etc, etc. De
esta manera experiencias privadas se han
vuelto completamente públicas y políticas.
Pero en Colombia desde la
época del Partido Nacional y de la
constitución de 1886, quienes manejan este país, han pretendido que lo privado
oriente lo público y por eso la identidad
del estado-nación colombiano debe estar protegida por la religión
católica, incluida la educación, que es en gran parte religiosa y privada. De
allí que cualquier propuesta de carácter secular agenciada desde el estado choque
con las creencias de determinados grupos, en este caso, los principios cristianos sobre
la sexualidad y la familia.
Tomado de archivo RCN Radio;
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