Por: Camilo Alzate González
Cultura general:
un proyecto de interconexión eléctrica de la Empresa de Energía de Bogotá pasará
encima de Santa Rosa, Dosquebradas, Pereira, La Tebaida y Filandia, afectando
comunidades campesinas y áreas naturales, incluyendo el distrito de
conservación de suelos Barbas-Bremen.
Ya habían
comenzado la construcción de las torres con una subestación, ya existían polémicos
permisos de autoridades ambientales locales y nacionales, ya se habían
realizado múltiples sesiones del Concejo Municipal al respecto, quién sabe
cuántos plantones, marchas, reuniones, actos simbólicos, protestas,
intervenciones públicas, noticias en medios regionales y nacionales, columnas
periodísticas, pronunciamientos. Todo por lo menos desde tres años atrás.
Cuando ya había
pasado todo eso, el Alcalde de Pereira asistió a un foro con ambientalistas opuestos
al proyecto y representantes de la Empresa. Palabras más, palabras menos, dijo
que no estaba enterado de nada, que llegaba a informarse del tema.
Se podrá discurrir
bastante sobre las consecuencias negativas del proyecto aquel. Hoy el tema es
la ignorancia confesa del señor Vásquez, que trasciende ésta anécdota y otras. Veamos.
El Alcalde firmó pero “nunca leyó” un documento violando la ley pues obligó funcionarios
a participar de actos confesionales. El Alcalde “no tenía conocimiento” que
subalternos suyos ejercían con diplomas falsos. El Alcalde no dimensionó que la
Calle de la Fundación costaría el doble de lo previsto en plata y en tiempo. El
Alcalde no sabe o no sabía o no quería saber que en Puerto Caldas nos falta el
alcantarillado. El Alcalde, a lo mejor, no sabe que es Alcalde, o no conoce sus
funciones. O a lo mejor sí, y está jugando perfectamente su rol, ese de
monigote decorativo.
El
desconocimiento como coartada para escurrirse las responsabilidades es plato
común de gobernantes y oficinas públicas que por norma nunca se enteran de
nada. Hoy la ignorancia de Enrique Vásquez -real o fingida- revela asuntos de
otra naturaleza: las decisiones se toman en otra parte, la política cada vez
más es cuestión de trámites simbólicos, porque el verdadero poder se mueve en
esferas distintas.
Resulta
irrelevante si la Alcaldía conocía o no el proyecto que afectará al Barbas-Bremen.
Irrelevante, porque el Concejo Municipal sí lo conoce bien, al igual que la
Gobernación del Quindío, ambos pronunciándose en contra. A pesar de ello el
proyecto va, sin que la opinión de políticos locales o ciudadanos valga cuando
está en juego el interés de los contratistas, los grandes grupos económicos,
las multinacionales. ¡El poder! ¿Para qué?, como dijo algún mediocre famoso.
Quizá lo de
Enrique Vásquez es puro cinismo. O a lo mejor hay ignorancia sincera. Puede que
sea incapacidad. O tal vez más lo primero que lo segundo. Quizá sólo lo
tercero. O viceversa.
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