Tony, un Hachikō muy colombiano
La historia del perro fiel que espera en vano a su dueño en la estación
del tren hasta el día de su muerte y que fue llevada hasta las salas de cine de
todo el mundo, salta de la pantalla para hacerse realidad en la capital
risaraldense. Tony hizo bien su papel.
Hoy, después de haber sido trasladado y llevado a su nuevo
hogar, donde comparte con otros caninos.
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Llueve fuerte en la ciudad. Las
gotas vienen acompañadas de truenos que asustan a un perro que descansa en
frente de la puerta de la Clínica Pinares Médica de Pereira. En el ir y venir
de los visitantes, este peludo que intenta refugiarse tras el vigilante, deja
perder su mirada entre los pacientes, ¿a quién espera?
Su rutina, aunque cambie el clima,
siempre es la misma desde hace un año, solo se aleja de aquella puerta para
recoger las sobras que le dejan los pacientes y vendedores informales del lugar
y, cuando su barriga está llena, regresa como si intentara imitar las acciones
de su amigo el vigilante.
Sin embargo, esta no es la misión
de este canino de raza criolla que es reconocido por los funcionarios de la
clínica como Tony, pues es a su amo, la única persona que tiene en el mundo, a
quien en realidad quiere ver salir por la puerta para regresar juntos a su
hogar. Pero… a Tony aún no le informan que su dueño murió varios meses atrás
mientras estaba hospitalizado.
El amo de este fiel peludo
frecuentaba la clínica donde recibía atención médica a causa de un problema renal,
sin embargo nunca había llevado a su mejor amigo como compañía, hasta aquel día
en que sintió que su corazón dejaría de latir e intentando buscar otro hogar
para su mascota, no dudó en llevarlo.
Cuentan los vendedores
informales, una de las recepcionistas y hasta los galenos del lugar, que el amo
de Tony murió solo horas después de llegar a la clínica, mientras que su amigo
canino aún lo esperaba en la puerta. Allí Tony permaneció hasta el pasado 31 de
agosto cuando por causas de fuerza mayor tuvieron que buscarle otro hogar.
“Él le alcanzó a decir al médico
que cuidara de su perro porque no tenía a nadie más”, cuenta Diego Valencia,
vendedor de tintos de la zona y quien alimentó y contribuyó a los cuidados de Tony
por varios meses tras conocer su historia.
Tony se ganó, con el paso de los
días, el corazón de los funcionarios del lugar a tal punto que no solo reunían
dinero para comprarle alimento, también para sus baños y momentos de peluquería
mensuales.
“Reunimos dinero y le compramos
hasta una cómoda cama y sus platos para la comida”, expresó Lina Grajales,
recepcionista de la clínica, quien aún guarda en su móvil varias fotografías de
Tony.
“Siempre se comportó bien,
excepto cuando le cerraban la puerta, a él le daba rabia porque no podía ver
quién caminaba en el interior de la clínica y no paraba de ladrar hasta que la abrieran.
Siempre estuvo esperando a su dueño”, expresa Claudia López, vendedora de
frutas.
La historia conmovía a todo el
que la conocía y todos querían de alguna forma contribuir, hecho que llevó al
desorden con la comida y, ante las quejas de algunos pacientes, a Tony le tocó
partir.
Aunque la historia de Hachikō termina en muerte, por fortuna
esta tiene un final feliz, pues aunque Tony nunca pudo retornar a casa en
compañía de su mejor amigo, hoy pasa el resto de sus días en un hogar adoptivo donde
amor y juegos le sobran.
Tony se encuentra en manos de miembros de la Fundación Ecovida y convive
junto a otros peludos que buscan hogar en una finca ubicada en el corregimiento
Mundo Nuevo de la ciudad de Pereira.
Historia
Hachikō fue un perro japonés de raza
akita, recordado por su lealtad a su amo, el profesor Eisaburō Ueno, incluso
varios años después de la muerte de este. Siempre lo esperó en la estación
del tren.
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