sábado, 30 de noviembre de 2013

Vigilancia / Ayuda

Adulto mayor sin techo

En la Comuna son frecuentes los trabajos informales de centenares de personas que viven del llamado “rebusque”, labores que de alguna manera les ayudan a la supervivencia, pero que no les aportan los suficientes ingresos para lograr un nivel de vida digno.

Con su indumentaria, más propia de un artista bohemio, Gustavo Celis realza su presentación física, complementada con una característica barba larga y blanca que se dejó crecer en los años recientes.
De acuerdo con un censo preliminar, 85 personas se dedican a la vigilancia informal, en su mayoría de vehículos. El monto del pago recibido por esta labor lo define cada usuario, pues no hay una tarifa establecida. En este sector informal se nota, además, que algunos de ellos pertenecen a la tercera edad, lo que hace aún más delicada la situación.

Uno de ellos es Gustavo Celis Echeverri, de 71 años, quien, según sus palabras, desde hace 34 años está dedicado al cuidado de carros en el sector de la Circunvalar y aledaños.

En su juventud trabajó en áreas como la construcción, recolección de café, cerrajería, venta en almacenes y representante de ventas, además como administrador de algunos vehículos de un familiar. Según Gustavo, tiene dos certificados del Sena en cerrajería y mecánica industrial. Algo que parece demostrarlo con su vocabulario amplio y fluido.

Pero desde 1969, tras un tiempo sin empleo, optó por cuidar vehículos en la calle, empezando en la iglesia de San José, para luego trasegar por muchos otros lugares de esta zona. Todo por insinuación de un hermano que también ejercía este oficio.

Al indagársele por la familia, comenta que todos están ya muertos, por eso no tiene techo dónde dormir y, para lograrlo, ocupa de noche un espacio ubicado en la parte posterior del edificio Los Alpes, sobre la carrera 14 con calle 11.

Allí, los comerciantes del sector lo ayudan con comida y ropa, de la que dice tener suficiente, guardada en un maletín que se convirtió en su casa ambulante. De sus palabras solo brotan palabras de agradecimiento para con todas esas personas que a diario le colaboran, incluso con agua, uno de sus mayores afanes para mantenerse aseado.

Cuando se le informa sobre las ayudas que tiene el Estado para la población de la tercera edad, demuestra sorpresa e interés. Incluso está dispuesto a gestionarla, pero antes debe cambiar su vieja cédula.

Como esta, son muchas las historias en la comuna, donde en medio de la abundancia, también se evidencia la precariedad de muchas vidas anónimas que pasan como fantasmagóricos quijotes frente a nuestra indolente mirada.



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