Ana María, discreta elegancia
Como el
alma de su Fundación, Ana María Mejía Jaramillo mantiene ocupada atendiendo
multitud de detalles, que van desde la selección de telas hasta la enseñanza
mismas a sus alumnos.
Una relación entrañable con sus alumnos lleva a Ana María Mejía a llamarlos con cariñosos diminutivos como “gordita” o “gordito”. |
En el
aire resuenan el piano y el chelo interpretando “La muerte del cisne”, un
fragmento del “Carnaval de los animales”, de Saint-Säens. Sobre el tablado del
parque Murillo Toro de Ibagué, el cuerpo
de Ana María Mejía Jaramillo vuela con gracia. Cuando termina la clásica
pieza de ballet, hace un gesto de agradecimiento y se retira lenta, para caer luego
mientras baja del escenario. El dolor producido por la fractura de una costilla,
en los ensayos previos, ocasiona su desmayo. El arte ha pagado su deuda.
Esa es,
quizá, una de las instantáneas que mejor dibujan a Ana María: disciplina,
pasión y entrega por la danza. Esas mismas características que trazaron su vida
como bailarina ahora fundamentan su labor como maestra en la Fundación Ballet
Ana María: son tres mil alumnos, a lo largo de 29 años, quienes pueden dar fe
de ello.
Ahora sus
manos buscan con cuidado entre varios papeles, para luego extender un manojo de
hojas de papel mantequilla en las que están dibujados, a lápiz, los bocetos de
varios vestidos, imágenes de trazo fino y seguro que se complementan con
indicaciones precisas sobre el material que se utilizará en su confección. Esas
indicaciones son las que siguen sus tres costureras –Magda, Liliana y una
abuela-, a quienes califica como “divinas”.
Hija de tigre…
Nacida
en Pereira, un 15 de marzo hace 62 años, desde pequeña esta descendiente de
Alfonso Jaramillo Gutiérrez se dedicó al ballet, por estímulo de su propia
madre, Libia Jaramillo de Mejía, una mujer a la que no duda en calificar como
“mecenas del arte en la ciudad”. Además,
su padre, el ex alcalde Jaime Mejía Marulanda, es recordado
como uno de los más importantes coleccionistas de cerámicas precolombinas del
país.
Todos estos antecedentes se conjugaron para que
las artes rodearan todo su crecimiento como bailarina, tutelada por maestros
que no duda en destacar: Ana Consuelo de Díaz, Jacinto
Jaramillo, Delia Zapata, Hernando Monroy, Óscar Ochoa, Alfonso Rodríguez,
incluso el ruso Vladimir Boronzov. De hecho, se casó a los 16 años con Jaime
Orozco, uno de sus profesores.
El legado lo
continúan Ximena, su hija y quien la acompaña como instructora en la
academia, y su nieta Camila, quien recién empieza a incursionar en el ballet.
Labor social
Admite que el ballet es una actividad de élite, pero
por su academia han pasado docenas de estudiantes becados por completo o con
medias becas. En la actualidad tiene 25 becados, del total de 170 matriculados.
El Ballet Ana María se convirtió en una institución de la danza local, próxima a cumplir tres décadas de labor ininterrumpida. |
Al respecto cuenta historias como la del lotero que
durante semanas se la pasó viéndola entrenar a sus estudiantes –en la época en
que ocupaba el primer piso de un local–. El hombre se le acercó algún día y le
dijo que le parecía tan bonito eso, que sería feliz si su nieta pudiera
hacerlo. De inmediato Ana María le dijo que trajera a la niña, de 5 años, quien
estuvo becada durante un largo tiempo y cuyo nombre todavía recuerda: Adriana.
Sigue con el recuerdo de apoyos, hasta que llega al
caso de una de sus estudiantes, Angie, cuyos padres tuvieron tropiezos
económicos y decidieron retirarla, pero Ana María se opuso y le ofreció una
beca, debido al enorme talento que poseía. La niña también modelaba y participó
en el concurso Niña Colombia, donde
consiguió la ansiada corona, la cual entregó a Ana María como gesto de
agradecimiento. Y, en este momento de la conversación, esta mujer de apariencia
firme se quiebra para dejar rodar lágrimas por sus mejillas.
En la actualidad todos sus esfuerzos se enfocan en
la presentación final de la Academia –el 26 y 28 de noviembre– que es el cierre
de actividades en el 2012. Eso sí, inculcando los principios básicos de su
enseñanza: disciplina, amor por la danza y el respeto por los compañeros.
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