Hace menos de
seis meses el Alcalde Juan Pablo Gallo Maya asumió la alcaldía de Pereira, con
una invitación al Cambio, la misma que fue acogida de manera abrumadora por una
ciudadanía hastiada por el desgreño administrativo, la señalada corrupción, el
nepotismo y otras arbitrariedades cometidas en las anteriores administraciones.
La esperanza y
la fe puestas en la joven figura de la política fueron mayúsculas, pero todo
parece desmoronarse como un castillo de arena. Por ejemplo, el distanciamiento
del mandatario se hizo evidente desde el primer día, lo mismo que su falta de
conexión con la comunidad, manejo al que tuvo que darle un viraje durante el
presente mes.
Pero ese
distanciamiento que ahora parece subsanar también es evidente en otras esferas;
una de ellas, quizá la más apremiante, es la contratación. Las voces de alerta,
desde el mismo Concejo Municipal y por parte de muchos veedores, ya está dada:
la contratación directa sigue como parte protagónica del desangre del
presupuesto. Ya son pocas las convocatorias a licitación y, cuando se dan,
parecieran estar hechas a la medida de las capacidades de algunos señalados, lo
que la Asociación de Ingenieros de Risaralda ha reiterado en llamar como
“pliegos de sastre”.
El alcalde Gallo
es una persona joven, que apenas construye su propio capital político, pero es
necesario que tome distancia de algunos nefastos actores de la política local,
quienes son indignos voceros de personajes que desde la ilegalidad o sus
refugios bogotanos están manejando la administración. La lección dada por el
exalcalde Enrique Antonio Vásquez ya fue muy diciente y los resultados saltan a
la vista.
Creemos todavía
en usted, Señor Alcalde. Dedíquese a gobernar pensando solo en la ciudad y en
las más de 100 mil personas que lo eligieron y todavía lo apoyan decididamente.
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