La lucha contra los politiqueros entregados a la tarea de
conseguir a modo personal más dinero es muy dispareja. Ellos cuentan con esa
argumento del ofrecimiento del bulto de cemento y los ladrillos, ante lo cual
se rinden los habitantes de Pereira que no son de aquí; ante una invocación de
cariño para la ciudad o al menos en agradecimiento de haber sido recibidos con
los brazos abiertos, eso no tiene ningún valor para ellos. Y qué decir de los
politiqueros que solo les interesan sus arcas bien llenas hasta tal punto que
ahora se han convertido en una lastimosamente réplica para sus hijos para que
dizque los reemplacen en el trabajo que ya la vejez y la pendejada no les
permiten hacer. O sea, salimos de Guatemala para caer en Guatepeor.
¿Qué va a hacer Pereira en las manos del señor Soto? No
sabemos, porque se empeña en seguir adelante si nadie lo quiere para nada, no
es sino mirar sus últimas acciones cuando le vendió al señor Vásquez la Alcaldía;
ni modo siquiera de culparlo a él que llegó sin saber durante todo el tiempo
qué era esa cosa de la Alcaldía. ¿Y ahora qué? ¿A cuántos se la ha vendido y
por cuánto? Por Dios, qué daño tan costoso a la pobre Pereira que no merece esa
mala suerte.
Confiamos en Dios que esos candidatos, que ya quieren hacer
sus campañas y que no están bajo la égida del señor Soto, se empeñen en
conseguir para cada uno de ellos algo positivo. Hay mucho dónde escoger. Falta
mucho tiempo, es cierto, pero así se va conociendo mejor y viendo si en
realidad vale la pena votar por ellos, que Dios nos ilumine por fin, que
alumbre con buena luz cuál es el mejor de todos, que haga por su ciudad todo lo
que hay que hacer y, sobre todo, que ninguno de ellos -sea el que sea- esté en
las garras nefastas de Soto, a ver si así salimos de una vez por todas de lo
que nos ha venido pasando en los último años. Que dios nos proteja y permita
que volvamos a tener un Alcalde que sí trabajé, que cambie lo que hay que
cambiar y que no vaya a terminar la ignominiosa tarea de vender el aeropuerto,
que es lo único que nos queda, a personas extrañas que solo quieren hacer de
ese sitio otra fuente de dinero.
Solo nos queda encomendarnos a Dios y que él nos proteja y
nos cuide de otro mal.
***
Sí, llega la hora en la que hay que decir adiós, pero
confiamos en que no sea adiós sino hasta luego, hasta que pronto haya un nuevo
grupo o una persona que tenga sus puertas abiertas para continuar hasta que la
salud nos permita seguir en la lucha, en la pelea en todo lo que rodea este
inmenso cariño hacia una ciudad que no merece lo que está viviendo: una lenta
agonía que va acabando lo que se habría logrado hacer y que ahora en manos
nefastas se va a dar una retrocedida espantosa.
¿Que qué ha pasado? Los dueños de este periódico que están
viendo por última vez, tomaron la decisión de terminar de luchar contra la
corriente; en realidad, no sabemos qué ha pasado, únicamente nos dicen que ya
no más y ante eso qué podemos hacer. Y sabemos que mucha gente nos pregunta qué
ha pasado, porque si existe alguien que quiera esta ciudad somos nosotros.
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