Calles destapadas y sumidas
en el abandono,
un panorama que se repite en el corregimiento.
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Ubicado
en la margen derecha del río Cauca, Caimalito navega en el olvido; su
estrechez, su gente y sus niños se hacen fuertes a orillas de un gigante que, cuando
quiere, amenaza con desplazarlos.
El corregimiento de
Caimalito no es el más lejano de todos los corregimientos, pero está ubicado en
cercanías con el municipio de La Virginia, cuenta con más de siete mil
habitantes, y el mismo número de necesidades, según comentan quienes a diario
se las arreglan para sobrevivir en la zona.
Las Carboneras alta y baja,
César Toro, Azufral, Primero de Mayo, Paso Nivel, Barrio Nuevo, 20 de Julio y
Caimalito Centro son los nueve sectores que componen el corregimiento, unos
mejor vestidos que otros, eso sí, todos con los mismos reclamos.
“La Alcaldía se está
centrando mucho en el parque temático, en la modernización del aeropuerto y a
los corregimientos los está dejando abandonados, la pregunta es: ¿para qué?,
para luego vender el aeropuerto y el parque temático a empresas privadas”, dice
Jhon Jairo Pimienta, líder comunitario de Barrio Nuevo.
El olvido es la constante,
esa es queja que cualquier persona en Caimalito puede tener. Más allá de los
programas que se adelantan desde la administración municipal, hay problemáticas
tan graves que la población entera se suma a una sola voz. “Lo que todo mundo
sabe: el alcantarillado, las aguas salen y el olor es tremendo, nos preocupan
los niños en todo esto”, dice Pimienta con tono de quien repite la misma queja.
Alcantarillado
La bicicleta y la moto son
los medios de transporte
más usados en Caimalito.
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La situación del
alcantarillado no es un asunto menor para el corregimiento. Las viviendas están
prácticamente sumidas en las aguas residuales y la exposición a una enfermedad
es más que una lejana amenaza para los lugareños, quienes de manera preventiva
acuden a realizar labores y convites para canalizar los desechos.
En Barrio Nuevo, La
Carbonera, Paso Nivel, Azufral, zonas abatidas por el desespero, necesitan de
una mano, de una ayuda para sustentar por qué decenas de migrantes llegaron a
buscar nuevas oportunidades a este municipio y solo encontraron indiferencia en
un proyecto de tanta valía como el alcantarillado. “Vivimos en Balboa, después
en La Virginia y luego llegamos a La Carbonera y siempre hemos oído hablar de
lo mismo, del alcantarillado”, dijo Ana Motato.
El jarillón, construido por
las obras de mitigación de la inundación para el 2012-13 desde el gobierno
nacional, apenas es un paño de agua tibia para la comunidad que habita zonas
ribereñas perseguidas sin clemencia por las aguas del majestuoso Cauca durante
la temporada de lluvias.
Niños
La población más vulnerable no
es ajena a la problemática. En Barrio Nuevo hay más de 600 niños y niñas que
hacen parte de programas de comunidad, pero que de la misma manera viven el
flagelo del olvido, porque la situación del alcantarillado no distingue entre
adultos, mujeres o ancianos.
Las madres cabeza de hogar
tienen que sortear entre encontrar un trabajo o trabajar desde sus casas para
brindar una vida digna, con educación y siempre mostrando el camino del bien;
pero ante tal situación y contexto, los niños son vulnerables a aprender lo que
la calle pueda enseñar.
Inseguridad
La inseguridad, otro
problema que vive la zona; al igual que Caimalito es receptor de inmigrantes de
otras zonas, también el sector es expulsor de desplazados, personas que durante
años construyeron su vida terminaron en Pereira dada la situación de violencia
e inseguridad. “Viví muchos años en Caimalito, pero me fui por un problema que
tuve. Decidí irme para Cuba, y solo vengo para trabajos”, dijo Jorge Bedoya,
quien se marchó hace tres años.
El expendio de drogas es
algo de lo que poco se puede hablar, la comunidad decide callar ante la
situación para evitar ser señalados como informantes. Al que hable le puede ir
mal, es por eso que sus calles también esconden pecado, delito y pobreza.
Trabajo
Como es costumbre en
sectores populares la microeconomía formal la mueven las tiendas y los pequeños
locales comerciales, además de la extracción de material de arrastre, aunque la
población poco hable de esto.
Las tiendas se encuentran
por doquier, una estrategia más que comercial, de supervivencia. “Mis hijos
trabajan en construcción y en fincas”, explica Ana, aludiendo a que además de
la tienda que maneja, los ingresos que llegan son derivados de esas labores.
Los habitantes de Caimalito
se aferran a la extracción de material de arrastre, a la construcción y a
trabajo en las fincas aledañas; de dichas actividades llegan a sostenerse
familias enteras de hasta seis integrantes.
Para Jhon Jairo Motato la
llegada de la Zona Franca Internacional no es una oportunidad para resaltar, si
bien contratan personal de Caimalito, también traen de otro lugares, de otras
ciudades.
La extracción de material de
arrastre característico de la zona, es una tradición que por años ha tejido lazos entre la comunidad. Abuelos,
padres e hijos, han heredado la valentía de luchar contra las corrientes del
río Cauca para extraer el material minero, y luego venderlo a empresas
constructoras.
Sus calles no son más que el
espejo de un vecino conocido, Puerto Caldas, donde prolongadas vías empedradas
se conjugan con las fachadas de las casas para dar al occidente pereirano una
sombra de miseria y abandono. Las bicicletas conducidas por hombres fornidos y
de piel canela, anuncian que este vehículo es el mejor transporte. Caimalito
una tierra intermedia, le reclama a Pereira el cese de olvido, para su
población, para su gente.
Voces
Albeiro
Rendón
“En realidad hace falta
mucho recurso, y las necesidades son todas grandes, empezando porque no tenemos
cómo movilizar enfermos”.
Mariela
Aguirre
“Vivo bendecida porque un muchacho
me regaló la casa, vivo contenta, pero si usted me pregunta por la comunidad,
por aquí no se ve sino pobreza”
Eliécer Hernández
“El alcantarillado, cada que llueve se tapona todo, y lo peor es que llegan los recibos de pago a las casas”
Dato: 80
mil millones es el costo del sistema de alcantarillado que requiere el
corregimiento, una solución que la comunidad pide hace años.
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