Hace seis años que este periodista regresó al país
donde intenta dejar un legado, y en sus tiempos libres,
además de escribir, lee y disfruta hablar por teléfono.
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William Restrepo Cortés, el
periodista pereirano que compartió con Elvis Presley, hizo parte del primer
noticiero en español de Estados Unidos, cubrió la guerra de Vietnam, se salvó
de la muerte y quien vive para compartir su historia de vida con la sociedad.
Nacido en una finca del corregimiento de
Tribunas, el 19 de marzo de 1943, a temprana edad William Restrepo descubrió su
pasión por el periodismo y en 44 años de residencia en Estados Unidos, logró convertirse
en el Quijote de su propia historia y en el orgullo de la Perla del Otún.
“Yo nací en una finca aquí en Tribunas,
en un piso de tierra como eran las fincas viejas, pobres, y mi padre que era
taxista y mi madre ama de casa, nos vinimos para Pereira, y vivimos casi todo
el tiempo entre la 16 y 19 entre 4a. y 6a. el área donde vivimos hasta que yo
me fui”.
Mientras toma agua de una botella,
William Restrepo, el periodista de más trayectoria de Colombia, recuerda El
Bogotazo como el hecho que no solo marcó su infancia, sino también le dio una
dimensión histórica sobre lo que ocurrió para la fecha en el país.
“En mi infancia lo que más me marcó
fue 1948, yo tenía 5 años y estaba en la esquina de mi casa en la 19 con 4a.
cuando ocurrió El Bogotazo, cuando mataron a Gaitán; en la esquina había una
tienda y yo estaba solo parado, todavía no he podido recordar haciendo qué,
pero sí recuerdo cuando bajaron por la calle disparándole a todo el mundo;
alguien me metió a la tienda, la cual cerraron, eso fue como a las dos de la
tarde y ahí estuve encerrado como hasta las cuatro de la mañana y mi padre y mi
madre buscándome por todas partes; eso me dio una dimensión histórica que
después aprendí muy bien, me dediqué a estudiar qué fue lo que pasó en 1948, cómo
desembocaron en la guerra de conservadores contra liberales”.
William, quien fue el consentido
de la casa junto a su hermano, describe su niñez como una etapa bonita en la
cual no le faltó nada a pesar de la pobreza. “Mi niñez fue muy bonita, muy
buena, no hubo escasez de nada, ni de afecto, ni de cariño, ni materialmente
faltó nada, aunque éramos una familia muy pobre pero vivíamos como los ricos de
ese tiempo, pues teníamos las tres comidas del día; mi padre fue un gran
aficionado al fútbol, yo también, cuando eso jugábamos en el Libaré y mi padre nos
llamaba para que nos fuéramos para el estadio, pero cuando cometíamos fechorías
en la semana, nos castigaban -entre comillas- con la cancelación del fútbol”.
Adolescencia
En bachillerato William no solo
encontró su pasión por la radio, también a la primera dama que robó su corazón,
aquella que por un olvido terminó plantando en el altar.
“Cuando estaba en quinto bachillerato
me metí a trabajar en La Voz del Pueblo de la cadena Todelar. Fui a Bogotá a
sacar la licencia de locutor, y entraba a las 5 de la mañana y salía a las ocho
menos cuarto corriendo para el colegio Deogracias Cardona, y siempre llegaba
tarde a la primera hora, salía a las 12 y corría de nuevo a la emisora porque
leía el noticiero de las 12 y 30 y me iba a la casa almorzar y un cuarto para
las dos para el colegio hasta las 4 y 30 y entraba a las 5 a hacer turno a la
emisora hasta las 9 de la noche. Esa fue la radio”.
En su trayectoria logró estar al lado de grandes personajes.
Entre ellos, Elvis Presley, a quien pudo acompañar
por la ciudad para ayudar a los más necesitados.
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Posteriormente y aun estudiando,
William trabajó en la emisora independiente La Voz Amiga y antes de pasar a
sexto bachillerato conoció a su primer amor, una basquetbolista que robó su
corazón en medio de la disputa de los intercolegiados en los que Restrepo era
árbitro; se trataba de una dama de sociedad cuyos padres no aceptaban la
relación y buscando un amor por siempre, el locutor propuso por primera vez
matrimonio.
“Establecimos una relación y el
papá y la mamá de ella se opusieron, y un día decidimos casarnos y quedamos de
encontrarnos un sábado en Cartago, y a mí se me olvidó, yo me quedé dormido y
no fui. Desde luego, no me volvió a hablar, con todo el derecho, y siete meses
después se casó y a raíz de mi despecho, escribí un manuscrito y a través del
capellán del colegio, Fabio Rivera, me conecto con el escritor caldense Silvio
Villegas quien escribió el prólogo, yo ya tenía prácticamente un libro
corregido, pero no me animaba a publicarlo porque no era mi aspiración”.
Restrepo viaja a Medellín a
estudiar y dos años después regresa a Pereira donde sus padres le anuncian que
no apoyan su carrera como periodista. “Mi padre como era taxista cargaba mucho
a los periodistas borrachos, aquí anteriormente los periodistas eran unos
borrachos todos, y él me decía: ‘mire, si a mí me toca cargarlos y ni siquiera
pagan la carrera, me toca subirlos tres, cuatro pisos, borrachos que no se pueden
parar y ni siquiera pagan, cómo va a ser usted periodista’. Entonces me voy
para Estados Unidos”.
En New York Restrepo trabajó en
una fábrica de cueros donde medía pieles de culebra, consiguió otro amor en un
viaje de tren y logró hacerse a un espacio en una emisora donde sufrió un
accidente que lo dejó inmóvil totalmente de la mitad del cuerpo hacia abajo
mientras cargaba varias cajas de cartón.
“Me fracturé la columna y estuve
un año hospitalizado sin poder caminar y rogando al médico que me operara,
finalmente logré la cirugía el 24 de diciembre y tres meses después volví a
caminar; este tiempo fue decisivo en mi vida, perdí a mi novia, aprendí el
idioma y desde allí transmitía para Todelar Colombia la muerte de John F. Kennedy, lo hacía por
teléfono, mantenía un radio todo el tiempo”.
Regreso a Colombia
Tras su recuperación, William
regresa a Colombia donde conoce a su primera esposa, madre de sus cuatro hijos
y con quien convivió 17 años, la cual tuvo que perseguir por la geografía
colombiana, antes de llevarla al altar.
“Vinieron unas tías de ella que
eran monjas y se la llevaron al verla encaprichada y me fui a perseguirlas por
Manizales, no las alcancé; seguí a Bogotá donde no me dejaron verla; las seguí
a Sogamoso con un amigo médico y de allí las seguí hasta Yopal en el carro de
un magistrado de la Corte Suprema, amigo de mi amigo, y con un tío mío. Finalmente
llegamos a Tauramena, allí nos dejaron casarnos y el cura resultó ser uno de la
cuadrilla de Camilo Torres del ELN”.
Restrepo ya estaba comprometido
con una mujer americana cuando se casó en Colombia, a quien finalmente debió
contar la verdad y de nuevo regresa al exterior de la mano de su primera esposa
donde nacieron sus cuatro hijos. En medio de la desocupación absoluta conoció
al editor de una gran editorial que empezaba a abrir mercado hispanoamericano y
después de charlar, el empresario compró por valor de mil dólares el manuscrito
que años atrás había escrito Restrepo.
“Yo le dije: yo tengo mi primer
libro y me dijo tráigalo y pero para que vea que soy de buena fe se lo voy a
comprar ya como está y ese puede ser nuestro primer libro que vamos a lanzar y
le voy a dar este cheque por mil dólares, me preguntó que más le ofrecía y le
dije que unos libritos pequeños de instrucciones de cómo vivir en Estados
Unidos y me aceptó. Al llegarlo a buscar a casa descubrí que me esposa lo había
quemado, su argumento ‘porque en esta casa no se debe hablar sino de una sola
mujer que soy yo’, y esa misma noche le dije al editor”.
Posteriormente y después de crear
su propio periódico en español -“El Espacio”-, vino para este personaje la
televisión. Años después de incluso haberse enfrentado a la muerte debido a una
investigación sobre corrupción policial, Restrepo participa del montaje del
primer noticiero en español de Estados Unidos.
William se casa una segunda vez
en Venezuela, relación que dura 11 años y posteriormente se casa con una caleña
en Miami. “En ese matrimonio hubo algo muy simpático, en un edificio me divorcié
y en el del frente me casé, duré soltero cerca de 14 minutos, la soltería más
corta de la historia, con ella llevo 16 años”.
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