domingo, 2 de marzo de 2014

Ejemplo/Nominado Jaime Bedoya: “paciente pero contundente”

El abogado y rector del colegio José Antonio Galán, nominado al premio nacional “Compartir mejor rector”, demuestra que se puede llegar muy lejos y alcanzar grandes metas. La clave está en ser apasionados y mejorar en lo que se realiza cada día, por simple que parezca.


 Un apasionado por la lectura, por la naturaleza y el deporte, así se considera Jaime Bedoya, un hombre que a sus hijos 65 años espera su retiro al terminar 2014. Un  hombre que además es un luchador y vela por instruir a los estudiantes por la senda de un excelente desempeño académico. Es un enamorado de su familia, a la cual considera su motor de vida y empuje para seguir adelante.

“Creo que mi mejor característica es la paciencia, me ha servido para dar excelentes pasos en mi vida, y no sólo en la mía, sino en la de los otros. Yo soporto, tolero, soy calmado en mis argumentaciones, aunque sea contundente. Me apasiona hacer muchas cosas, pero de las que más resalto son: ejercicio físico a diario, así sea una hora, levanto un poco de pesas, y algo que hago desde niño, todos los días, revolcar tierra, sembrar una planta, echarle abono, convivir con la naturaleza y enseñarle eso a mi familia, compuesta por mi esposa y tres hijos, quienes son mi razón de vivir.  También me encanta viajar por el mundo de la lectura”, expresa Jaime. En su casa, ubicada en Tribunas, tiene una parcela en la cual cultiva todos los días alguna especie vegetal, pues le viene de las entrañas.
Esa pasión por la naturaleza ha hecho que Jaime Bedoya pueda transmitirla a los estudiantes, gracias a la buena integración con la empresa de acueducto de Tribunas, que es una institución muy respetada en el sector, constantemente realizan trabajos ecológicos y brigadas de siembra de árboles, protección de fuentes y rescate de quebradas.

“Para mí el libro más bello que he leído en mi vida, y que recomiendo a todo el mundo, es Resurrección, de León Tolstói.


Sus hijos, que ahora tienen sus propios senderos profesionales, trabajan en diferentes ocupaciones: uno es ingeniero industrial, otro es médico veterinario y la hija abogada que vive en San Francisco.

Apasionado por las labores agrícolas, el nominado
 al premio nacional  Compartir gasta horas en una de
las tareas que realiza con más asiduidad: sembrar plantas
 y cuidar los pequeños cultivos que tiene en su parcela.
En cuanto a los deportes, se declara un apasionado del fútbol, el cual practicó durante sus años juveniles, pero ahora es seguidor por igual de los equipos de la región cafetera.

En cuestión de la lectura, Jaime Bedoya se considera muy activo, es una de sus mayores fortalezas, y trata de inculcarla a todo el mundo. Llegando al extremo de perder la cuenta del número veces que ha comprado su libro favorito, porque acostumbra regalarlo: “siempre he leído, en estos momentos leo mucha política y biografías, antes leí todo tipo de literatura, especialmente la novela. Para mí el libro más bello que he leído en mi vida, y que recomiendo a todo el mundo, es Resurrección, de León Tolstói. Un libro lleno de bondad, de ternura, de compasión, finalmente de lo que debería ser el ser humano, porque acá en la tierra hay mucho dolor y tragedia. Un anécdota es que ya perdí la cuenta de cuántas veces he comprado el libro. Cuando veo alguien conocido le digo, léaselo que vale la pena, y nunca vuelve a mis manos”, afirma Bedoya.

Leer y caminar, dos de las ocupaciones que en la actualidad
 realiza para mantener su armonía interior, la misma que
lo convierten en una persona paciente.
Sobre la nominación al premio Compartir, Jaime Bedoya enfatiza que es muy importante este tipo de distinciones, pero para él lo más importante es la Institución. Lo postularon y le exigieron escribir un ensayo de tres páginas para resumir todo su trabajo. Lo envió en el mes de julio, y en septiembre le hicieron una entrevista. Le expresaron que en noviembre habría resultados, pero no los hubo. Para enero recibió la noticia que era finalista junto con dos rectores más. Para el 8 de mayo sustentará el trabajo y de ahí se decide quién es el gran rector y los dos rectores ilustres.

“Estar entre los tres mejores rectores ya es mucho; primero, en lo personal, somos gente de carne y hueso, y los estímulos nos llegan bien; pero a mí me importa más lo institucional, es una lucha de muchos años, a la cual las autoridades muchas veces no le prestan la atención debida y, precisamente, a raíz de este reconocimiento nacional ya como que están más interesados”,  termina Jaime.











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