El abogado y rector del colegio José Antonio Galán, nominado al premio nacional
“Compartir mejor rector”, demuestra que se puede llegar muy lejos y alcanzar
grandes metas. La clave está en ser apasionados y mejorar en lo que se realiza
cada día, por simple que parezca.
“Creo que mi mejor característica
es la paciencia, me ha servido para dar excelentes pasos en mi vida, y no sólo
en la mía, sino en la de los otros. Yo soporto, tolero, soy calmado en mis
argumentaciones, aunque sea contundente. Me apasiona hacer muchas cosas, pero
de las que más resalto son: ejercicio físico a diario, así sea una hora, levanto
un poco de pesas, y algo que hago desde niño, todos los días, revolcar tierra,
sembrar una planta, echarle abono, convivir con la naturaleza y enseñarle eso a
mi familia, compuesta por mi esposa y tres hijos, quienes son mi razón de
vivir. También me encanta viajar por el
mundo de la lectura”, expresa Jaime. En su casa, ubicada en Tribunas, tiene una
parcela en la cual cultiva todos los días alguna especie vegetal, pues le viene
de las entrañas.
Esa pasión por la naturaleza ha
hecho que Jaime Bedoya pueda transmitirla a los estudiantes, gracias a la buena
integración con la empresa de acueducto de Tribunas, que es una institución muy
respetada en el sector, constantemente realizan trabajos ecológicos y brigadas
de siembra de árboles, protección de fuentes y rescate de quebradas.
“Para mí el libro más bello que he leído en mi vida, y que recomiendo a todo el mundo, es Resurrección, de León Tolstói.
Sus hijos, que ahora tienen sus
propios senderos profesionales, trabajan en diferentes ocupaciones: uno es
ingeniero industrial, otro es médico veterinario y la hija abogada que vive en
San Francisco.
En cuanto a los deportes, se
declara un apasionado del fútbol, el cual practicó durante sus años juveniles,
pero ahora es seguidor por igual de los equipos de la región cafetera.
En cuestión de la lectura, Jaime
Bedoya se considera muy activo, es una de sus mayores fortalezas, y trata de
inculcarla a todo el mundo. Llegando al extremo de perder la cuenta del número
veces que ha comprado su libro favorito, porque acostumbra regalarlo: “siempre
he leído, en estos momentos leo mucha política y biografías, antes leí todo
tipo de literatura, especialmente la novela. Para mí el libro más bello que he
leído en mi vida, y que recomiendo a todo el mundo, es Resurrección, de León Tolstói. Un libro lleno de bondad, de
ternura, de compasión, finalmente de lo que debería ser el ser humano, porque
acá en la tierra hay mucho dolor y tragedia. Un anécdota es que ya perdí la
cuenta de cuántas veces he comprado el libro. Cuando veo alguien conocido le
digo, léaselo que vale la pena, y nunca vuelve a mis manos”, afirma Bedoya.
Leer y caminar, dos de las ocupaciones que en la actualidad realiza para mantener su armonía interior, la misma que lo convierten en una persona paciente. |
Sobre la nominación al premio
Compartir, Jaime Bedoya enfatiza que es muy importante este tipo de
distinciones, pero para él lo más importante es la Institución. Lo postularon y
le exigieron escribir un ensayo de tres páginas para resumir todo su trabajo.
Lo envió en el mes de julio, y en septiembre le hicieron una entrevista. Le
expresaron que en noviembre habría resultados, pero no los hubo. Para enero recibió
la noticia que era finalista junto con dos rectores más. Para el 8 de mayo
sustentará el trabajo y de ahí se decide quién es el gran rector y los dos
rectores ilustres.
“Estar entre los tres mejores
rectores ya es mucho; primero, en lo personal, somos gente de carne y hueso, y
los estímulos nos llegan bien; pero a mí me importa más lo institucional, es
una lucha de muchos años, a la cual las autoridades muchas veces no le prestan la
atención debida y, precisamente, a raíz de este reconocimiento nacional ya como
que están más interesados”, termina
Jaime.
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